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miércoles, 6 de abril de 2011

No olvides tus sueños.

Tomé su mano, ¡Lo había hecho! No sé cómo, pero lo conseguí. Le miré a los ojos. Ella tornó mis ojos hacia mí, extrañada. No le aparté la mirada, esperaba que ella tampoco lo hiciese. Acariciaba su mano, para mi sorpresa, ella la dejó ahí. ¿Qué haría? No lo sé… Estaba demasiado nerviosa para pensar en el qué será. Me quedé embobada en ese brillo de ojos que siempre me atrapó, bueno, de haces meses detrás. Intenté hablar, pero no podía. Puso esa mirada, esa tierna mirada que me hacía sonreír, ese brillo apareció en sus ojos y el color de éstos se hizo intenso. Me mordí el labio, esperando que ella dijese algo. Sabía que no iba a decir nada, en el fondo y, llegué a pensar, que, desde aquél momento me empezaría a odiar. Para mi sorpresa, ella se quedó manteniendo la mirada. Sentí la necesidad de sacudir la cabeza, pero no lo hice. ¡Ese era mi momento! ¡Tenía que hacerlo! Ahora o nunca… Podía sentir el corazón estallar en mi garganta. Podía sentir todo mi cuerpo temblando, como un bebé en una cuerda floja. Alcé mi otra mano, la posé en su mejilla, su rosada e inocente mejilla. Podía sentirla, creí que estaba nerviosa, pero no podía asegurarlo. Sus labios formaron esa dulce sonrisa, aquella que tanto me atrapaba. De ésta, dos hoyuelos se formaban en sus mejillas. Le tomé de la barbilla, acercándome con lentitud a ella. Lo había soñado tantas veces, que, creí que sólo era un sueño. La gente pasaba a nuestro alrededor, pero, por una vez en mi vida, estaba segura de que a ella, también le daba igual. Me acercaba dudosa a ella, pues, su posición no cambiaba. Seguía mirándome, alcé su rostro por su barbilla, con lentitud. Ella cedió y comenzó a acariciar mi mano. No sabía si seguir, y ya estaba a unos centímetros de sus labios, podía sentir su respiración. ¿Y si me estaba equivocando? ¡Deseaba tanto besarla! Entrecerraba los ojos, sin dejar de mirarla. Oí sus palabras… Tan sólo llegué a escuchar “Hazlo p...por…” Entonces, pasé mi mano por su nuca, y choqué sus labios contra los míos, terminándolo en un beso. Desde aquél momento, supe, que, lo que sentía, si era correcto.
Att: Aje

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