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miércoles, 5 de diciembre de 2012

Dejabú




Las ganas de salir corriendo de aquél lugar no me faltaban. Me senté en la cama, incómoda, dando vueltas. Bajé, me senté en la silla y traté de estudiar, pero las lágrimas entumecían mi mirada, dejándome sin ver nada, y haciendo que mis escritos se corriesen. Solté el bolígrafo y me quedé mirando los apuntes, atenta, como si mi mirada se detuviese por un simple momento, con un solo pensamiento en la cabeza: Clara.
En un periodo de tiempo ella con unas simples palabras consiguió lo que en la vida nadie llegó a conseguir: Hacerme sentir especial.
Con tan solo unas palabras consiguió llegar a mi corazón y eso, casi nadie pudo hacerlo nunca, tras una pantalla, pero ya estaba cansada de las mentiras, de los malos rollos, de las falsedades y los te quiero en vano. Cogí mi móvil, abrí los mensajes y empecé a leer, con cada palabra de amor, un mar de lágrimas equivalente salían de mí.
Las conversaciones no me servirían de nada, me había vuelto a caer, quizás la caída no era a causa de aquella chica, si no de aquél suceso repetido. Dejé el móvil sobre la mesa, cerrando fuertemente los ojos, giré un poco la cabeza, comprobando que la puerta seguía cerrada, subí el volumen de la música, aumentando así la intensidad de mordida sobre los labios para no hacer ruido al llorar. Alcancé una pequeña caja donde guardaba todas aquellas cosas de las que algún día me desharía y que por el entonces quería mostrar valentía ante ello, pero no pude. La abrí y ahí estaba, esa pequeña amiga, la que me sacaba de toda la realidad y me daba ese placentero y doloroso escalofrío que yo solo era capaz de parar y controlar, prometí que nadie me iba a volver a hacer daño y me fallé a mí misma confiando en la palabra de una persona que posiblemente fuese un partido, estaba harta.
Cerré los ojos y coloqué la fría placa de metal sobre mi brazo, deslizándola a medida que me mordía el labio con mayor intensidad, esbozando un pequeño gemido entre el dolor y el placer. – Nadie más… - Murmuraba mientras tanto. Los apuntes se manchaban de sangre, sentía la debilidad de mis brazos, pero el dolor de mi corazón era mayor. Seguí incrustando mi cuchilla sobre el brazo, haciéndome sangrar y más daño. Mi mano derecha se llenaba de sangre a la vez que apretaba. Sentí debilidad, así que decidí sentarme en el frío suelo, así lo hice, con el móvil cogido sin fuerzas, con la imagen de la última conversación que tuvimos. – Lo siento… - Decía con lágrimas en los ojos, que me hacían borrosa su imagen. Estaba sola en casa, por lo que me sentía más a gusto, aún así, no quería hacer ruido. Volví a abrazar el filo junto la herida, abriendo ésta más intensamente notando como cada pequeña gota de sangre salía de mí. Sintiendo como cada lágrima recorría mi mejilla, llegando hasta mis labios, sin quererlo. Me sentía débil, casi había conseguido mi propósito: Sentirme mejor. Mi debilidad se apoderaba de mí y el charco se hacía grande por momentos, miraba al móvil que estaba aún agarrado con el brazo izquierdo. Las lágrimas salían pero tras ésta una leve sonrisa. – Ya no volveré a molestar… Nadie volverá a hacerme daño… - Decía con una voz dormida, mientras su cabeza se le iba cayendo. Antes de todo eso, quería hacer una última llamada, acercó su mano derecha, manchada de sangre al móvil y manejó hasta marcar el número correspondiente al de la chica, dio llamada… Mi debilidad iba aumentando, si no lo cogía pronto no iba a poder despedirme de ella… Escuché una voz, supuse que era ella, aunque mis oídos ya empezaron a sentir el acoplamiento de todos los sonidos juntos como dentro de un cuarto vacío. - ¿s..sí? – Respondían al móvil, no sabía cómo era su voz, así que no la pude reconocer. – C…Clara..? – Tartamudeaba con la voz dormida, apagada, casi sin intensidad alguna. - ¿Adele? ¿eres tú? – Cerré los ojos, llorando al escuchar que se acordaba de mí… - Es…Escúchame… Tengo algo… Algo que decir, y es… Importante… Al menos, para mí… - Me quedé callada unos instantes, tratando de coger aire, no tenía fuerzas… - ¿ADELE? – Escuché sus gritos de desesperación, parecía nerviosa. - ¿Estás ahí, Adele? – Decía con nerviosismo a lo que contesté. – Sí… Cla…Clara…Tengo… Que darte las gracias… Por ayudarme a sonreír estos días… aunque poco… efectivos en su momento… Pero ya con todo ha acabado… Éste es el final de… El juego ya… Ha terminado…- Decía entrecortada por las lágrimas – Te quiero… Lo sabes… Y yo, sin saber por qué… Pero te has convertido… En alguien importante…- Ella me interrumpió. – Adele… ¿dónde estás? ¿Qué estás haciendo…? – Cerré los ojos, dejando escapar unas de las posibles últimas lágrimas. - ¿Qué más… da dónde… dónde… esté…? ¿A caso… podrás venir…? No te dejan… No lo harás… - El silencio fue protagonista de nuestra conversación durante unos segundos y terminé por romperlo, casi sin fuerzas. – Solo… Quería decirte eso… Adi… - Antes de que pudiese acabar, me interrumpió. – NO. No cuelgues, no me importa… Cogeré el primer autobús que venga, iré para allí… ¿dónde es? – Cerré los ojos con lágrimas… - Si llegas a  tiempo para entonces, te dejo la dirección… en un mensaje… - Me sentía dormir. – No cuelgues… Por favor… No cuelgues – Decía ella, con nerviosismo. – Estaré aquí… No… me moveré, te he pasado la… dirección… Las… llaves están escondidas al lado… las encontrarás… - Dije sin fuerzas, tras un rato con mareo de enviar el mensaje. – No… puedo seguir… hablando… - Colgué, dejando el móvil en el suelo sin fuerzas, la sangre no cesaba y ya no tenía fuerzas ni para seguir. La música que sonaba de fondo casi ni la percibía. Al cabo de un buen rato, yacía en el suelo, notando como mi cuerpo había pasado de la pared al suelo, manchándome así de sangre el pelo. Noté una presencia que me buscaba, al parecer debió escuchar algo y asustarse al ver la puerta cerrada. Entró.
- ¡¡ADELEE!! – Gritó, desesperada. Tenía la vista nublada y casi no respiraba. Mis oídos estaban taponados. Ella se arrodilló a mi lado, viendo mi brazo y rápidamente encontró una camiseta, me la puso en el brazo haciendo un torniquete. – Es… in…in…inútil… - Decía sin fuerzas, ella negaba con la cabeza, o es lo que podía alcanzar a entender. Se acercó a mí, poniéndome sobre sus rodillas y cogió el móvil, llamando automáticamente a una ambulancia. Escuché casi cada palabra, fue entonces cuando comprendí que quizás no saldría de aquella. Cogí su mano con mi mano derecha, sin fuerza y acaricié ésta con una leve sonrisa en mi rostro, ella me miraba, llorando, noté su lágrima caer sobre mi frente. Se acercó dándome un beso justo en el mismo sitio. La miré fijamente, casi sin poder moverme de debilidad, mi mano cayó al suelo, sin fuerzas, y ella agarró ésta mirándome a los ojos, o eso creía ver. – Todo va a salir bien, preciosa… - Se acercó suavemente a mí, con cuidado de no moverme y me dio un leve beso en los labios. Había dejado la puerta abierta y dio constancia de ello a la ambulancia así que entraron sin preguntar y fueron donde le indicó Clara. Mis ojos se cerraron. Mi mente no alcanza a recordar el camino de casa al hospital más que con flashes de su mano sobre la mía, llena de lágrimas y las mías saliendo por el rabillo del ojo con una leve sonrisa mirándola. Los médicos no dieron muchas esperanzas, había perdido mucha sangre, y quizás así era mejor. Ella podría rehacer su vida, y yo, ya no tendría que olvidar nada. Era una decisión un tanto injusta, pero era lo que sentía. Desperté en el hospital, conectada a un respirador: Mi sistema había fallado y casi no me pude mantener por mí sola, así que no se iban a atener a consecuencias, me tendrían así unos días. Sentí que mi mano estaba cogida por alguien, pero no ví ese alguien en pie. Giré con cuidado un poco más la cabeza, y allí estaba ella, dormida con su mano sobre la mía en aquél infernal sillón, por mí. – ¿Cla…Clara…? – Dije, quitándome el respirador, pues podría valerme por mí misma. Una lágrima salió de mí y ella se despertó sobresaltada. Me miró y se echó a llorar mientras cogía mi mano mirándome de muy cerca. – Hola cariño… ¿cómo te encuentras? – Dijo entre lágrimas. – creí que no despertarías… Gracias por volver… - Dijo mirándome, cerré levemente los ojos, para tratar de ocultar las lágrimas, pero era inútil, éstas salían igualmente. - ¿y ella? – dije con tristeza, tratando de ocultar el dolor que había dentro de mí, pero por lo que se ve ella, lo único que quería era hacerme sentir mejor, lo que agradecí por su parte, pero no compartí en sentimiento. Ella se acercó a mi, acariciándome y mirándome a los ojos, con dulzura. Me besó la mejilla, haciéndome la chica más feliz de aquél hospital por un momento. – Olvídate de ella ahora, ¿vale? ¿Cómo estás…? – Dijo mirándome, ocultándome algo, pero traté de dejarlo a un lado. – Estoy… Necesitándote… - Dije, cerrando los ojos dejando una lágrima caer, mojando de nuevo aquella almohada. – Deja de preocuparte… Estoy aquí, ¿vale? Ya hablaremos todo más adelante…. – Dijo mirándome. - ¿Por qué? ¿De qué temes? ¿de que acabe con todo esto cuando me digas que ya no me quieres que la quieres a ell…? – No me dejó terminar, cuando me cortó con un beso. El beso más hermoso de toda mi vida, pero sabía que estaba vacío por su parte, aunque no en cierto modo. – Cállate… - Dijo mirándome. – Lo importante ahora es que te pongas bien, ¿vale? – Negué mirándola. – Quiero saber la verdad… - Ella suspiró. – No creo que estés preparada para ello… No sé si te va a gustar… - Mordí mi labio, deshaciéndome del todo del respirador, ella lo puso sobre mi rostro y me negué a ello de forma brusca, ella captó el mensaje. – Me he quedado aquí por ti, pero he quedado con ella ésta tarde, he de irme pronto… No te enfades por favor. – La miré enfurecida. - ¿Para eso me besas? ¿Para mantenerme callada y que no trate de acabar con mi vida? ¿qué quieres? ¿Hundirme? De qué vale vivir si lo que existe dentro de mí está todo muerto… ¿de qué me vale, Clara? Me decías que me querías… - Me interpuso. - ¡Y lo hacía! – Me interpuse ante su voz. - ¿Y de qué me vale que me quieras cuando a los dos días de no poder dejar de hablar contigo y tratar de estar menos encima porque eras la única que entre todo conseguía sacarme una sonrisa, si ahora me haces esto? ¿de qué me vale sonreír a esto cuando aunque mi corazón parezca latir te lo llevaste? – Dije, llorando y cada vez con más rabia. - ¿de qué me vale estar muriéndome por poder besarte y sentirte ahora junto a mí? – Ella me miró, acarició mi mejilla. – Me tengo que ir… - Es lo único que dijo. – Espera… - Dije, avergonzada por mis palabras, pero tenía que hacerlo, no podía dejar que se fuese así como así, sabía que no iba a pasar de esa semana, así que tenía que quedar con ella para al menos, cumplir mis propósitos. – Dime… - Dijo, aún cogida de mi mano. – Ésta tarde escuché que me daban el alta… ¿Podemos quedar mañana? – ella me miró y asintió. – Es lo menos que puedo hacer… - Suspiró, la miré. – En mi casa a las siete. Asintió, me dio un beso en la frente y se fue por la puerta. Cerré los ojos fuertemente, tratando de volver a aparentar felicidad. Mi madre entró y la miré con debilidad. – He oído que mañana vendrá a verte a casa, ¿verdad? – Asentí y ella sonrió. – No lo vuelvas a hacer, ¿vale? Ahora descansa… Ésta noche vamos para casa, y el lunes por la mañana, el médico te ha conseguido cita con un psicólogo, para que te ayude… Haremos todo lo posible para que salgas de éstas y verás como todo va bien… - Dijo mi madre mirándome. Mis lágrimas salieron de mí, ante sus palabras. Ella me abrazó y prometió que todo saldría bien. Se fue para que descansara.

Eran las siete del día siguiente. Hacía mi vida con normalidad, aunque con una venda en el brazo. Clara llegó entró en mi casa y cerré la puerta. Pusimos la televisión y nos quedamos mirándola, ella se apoyaba sobre mí y yo, por unos segundos era feliz inocente de pensar en la otra chica. ¿Su nombre? Era algo que ya ni me importaba, lo único importante ahora éramos ella y yo. Pusimos una película que nos hizo reír y pasamos toda la tarde la una junto a la otra. Jugamos y cenamos y tras la cena, fuimos a mi habitación.  – Quiero hablar contigo…- Ella se acercó y me miró. – No quiero que esto quede en el olvido… - Me eché en la cama, ya que era más alta que mi cintura y la mandé venir, estaba frente a mí. Me mordí el labio inferior, le cogí de la mano y la acerqué. – Adele… Sabes que  no… - dijo, empecé a darle besos por el cuello. – No puedo… - Decía, la miré a los ojos. – No va a salir de aquí, lo prometo… - Dije mirándola. – Solo… Tú y yo… Como dijimos… - Me abracé a ella, dejando que su perfume me cegara, oliendo su pelo, sintiendo su cuerpo contra el mío una primera y última vez. Pero ya no importaba nada, si no decidía ese mismo día, no aguantaría mucho más. La sostuve de la cintura y empecé a darle besos por el cuello con suavidad, esperando su correspondencia. Ella puso sus manos tras mi cabeza, acariciando mi nuca mientras se mordía el labio inferior. Cogí por los enganches de su pantalón vaquero para acercarla y no se opuso a ello, pasé de su cuello a su mejilla y de ahí suavemente a sus labios. Besé con suavidad su labio inferior sin dejar de mirarla directamente a los ojos. Viendo como ella me miraba y cerró los ojos, los cerré al instante dejando su labio inferior para comenzar a besarla con suavidad pero intensidad. – Quédate ésta noche… - Le susurré al oído, tras el largo beso. Ella se quedó quieta. – Vamooos…. – Traté de convencerla mirándola a los ojos, haciéndole ojitos como una niña pequeña, su sonrisa le delató y asintió. – Bien… - Dije, volviendo a su cuello, recorriendo éste con lentitud. Ella pasó sus manos a mi cintura, acariciando ésta lentamente. Sonreí como una idiota que cayó en sus redes una vez más, pero ya no me importaba el qué sentir cuándo. Volví a besarla, dejándome llevar por mis impulsos. Pasé a llevar el mando, la eché contra la pared, besándola con lentitud pero intensamente, absorbí su labio inferior tirando hacia mí para ver su reacción. Sonrió, me separé lentamente de ella y ella se acercó a besarme. La besé con suavidad mientras mis manos recorrían su cuerpo. Pasaron por su cintura y comenzaron a subir su camiseta lentamente. Se dejaba hacer. Sonreí sobre sus labios y ella hizo lo mismo. Iba acariciando conforme subía. Quité su camiseta, dejándola en sujetador. La miré a los ojos, miré sus hombros y observé su cuerpo semidesnudo de cintura hacia arriba, pasé suavemente mis dedos por su tripa, llegando así a sus pechos, los acaricié con cuidado, como si de una figura pequeña y frágil se tratara. Rocé mis labios por su cuello, sin apartar mis manos de sus pechos, acariciando éstos suavemente, sintiendo como su cabeza se echaba sobre la pared. Iba besando sus pechos lentamente, bajando suavemente las manos hasta llevarlas a su pantalón, desatando estos lentamente. Terminó por quitarlos con ayuda de la chica. Volvió a su cintura, paseando las manos por ésta, mientras sentía que la chica le quitaba su camisa, mirándola de reojo entre los besos de su cuello. Se dejó hacer, quitándose la camisa con su ayuda. La chica quiso llevar el mando. Pasó sus manos sobre mi cintura y comenzó a besar con lentitud mi cuello. Me dejé hacer mientras mordía mi labio, pasó de besar mi cuello a besar mis pechos mientras repetía el procedimiento que anteriormente le realicé. Noté su cuerpo semidesnudo sobre el mío, de la misma forma y sin dejarle llevar el ritmo, comencé a besarla suavemente, llevando mis manos por su espalda hasta su sujetador, desabrochando éste y a su paso besando cada uno de sus pechos. Mis manos se acercaron a su sexo, y comencé a dirigirla hacia la cama, tumbándola y tumbándome sobre ella entre besos y caricias, pasando una de las noches más desenfrenadas y cariñosas que en toda una vida se puede tener. Se hicieron las cuatro de la mañana cuando ambas ya casi íbamos a dormir, la manta nos recubría. Ella estaba sobre mi pecho, respirando tranquila, sobre mi cuello. No conseguía dormir, acariciaba su espalda y sentí como ella tampoco podía dormir. – Creo… Que… Me… Estoy enamorando de ti… - Clara me miró y yo no supe donde meterme, así que me limité a mirar al techo. – Cielo… Sabes que yo estoy con… - Le interrumpí. – Sí, ya sé, me sustituiste después de todo y… Ahora estás con ella, eso ya lo sé… Pero qué le hago si después de esos… besos me enamoras, ¿Qué le hago? No puedo mirar tus fotos sin evitar llorar por no poder tratarte como te trataba… - Dije mordiéndome el labio y ella me dio un beso en el cuello mirándome. – Creo que es mejor que me vaya… - Dijo levantándose a lo que yo negué cogiéndola del brazo. – Tranquila, te dije que hoy y nada más, ¿vale? No te preocupes, quédate… a dormir… Pondré el despertador para que cojas el primer autobús para que puedas ir con ella… - Ella me miró, asintió y se acomodó de nuevo, pero ésta vez ya no era sobre mí, si no en la propia almohada.
Pasó la noche y no paraba de dar vueltas, intenté no incomodarla, así que me levanté, cogí un folio y un bolígrafo, me fui a la salita a escribir.

*Es hora de terminar con esto. Pronto te enterarás, no me busques, ¿Vale? Sal con tu chica y diviértete. Sé feliz, que en un mes, mi presencia estará muy borrada. Espero que allá donde vaya, pueda encontrar la verdadera felicidad. Aunque la verdad ni me importa ya. Lo único que sé que echaré de menos serán esos besos tuyos. Esa forma de tocarme, esa forma de preocuparte por mí y de hablarme así tan tierna. De preocuparte con la mínima cosa que me pasase… de… hacerme sentirlo todo con tres palabras o con un ‘asdoiklsm<3 a="a" all="all" alternativos="alternativos" amar="amar" antes="antes" cerca="cerca" consigo="consigo" creo="creo" culpable="culpable" de="de" despido="despido" digo="digo" diles="diles" donde="donde" el="el" en="en" era="era" es="es" ese="ese" eso="eso" estaba="estaba" esto="esto" feliz="feliz" final="final" forma="forma" fuiste="fuiste" gotita="gotita" gracias="gracias" gran="gran" ha="ha" hasta="hasta" he="he" intentarlo="intentarlo" la="la" lado="lado" lo="lo" los="los" m="m" me="me" mi="mi" mir="mir" mis="mis" mucho="mucho" muerte.="muerte." name="name" ndote="ndote" nica="nica" no="no" nombr="nombr" o:p="o:p" odies="odies" ojos="ojos" olvidar="olvidar" padres="padres" pasado="pasado" pensaba="pensaba" peque="peque" perd="perd" pero="pero" por="por" porque="porque" preocupen="preocupen" preocupes.="preocupes." preocupes="preocupes" problemas="problemas" prop="prop" que="que" quedes="quedes" querr="querr" quiero="quiero" quise="quise" s="s" se="se" seas="seas" si="si" sientas="sientas" sito="sito" sobre="sobre" solo="solo" sta="sta" suplicar="suplicar" t="t" te="te" tenido="tenido" ti="ti" todo="todo" un="un" una="una" vale="vale" vaso="vaso" vaya="vaya" vayas="vayas" y="y" yo="yo">

Dejé la carta firmada sobre la mesita de noche, en ella cayeron lágrimas que emborronaron algunas de las palabras, pero la dejé allí igualmente. Le besé los labios una última vez. – Te amo, princesa. Cuídate y se feliz, ¿eh? – Dijo, observando la que sería la última imagen de la chica. Suspiré y salí sin hacer ruido, salí por la puerta y me dirigí a mi final a las cuatro de la mañana, esperando no encontrarme nadie. Subí al puente, pasé la barra, y respiré. Dejé mi cuerpo caer golpeándome contra el suelo.
Mi cuerpo yacía en el suelo, sin vida, desangrado y con magulladuras de haber caído sobre las piedras. Hasta la mañana siguiente nadie se dio cuenta y para entonces ya sí era demasiado tarde.
Clara se levantó de mi cama, leyó la nota y lo único que pudo hacer fue derrumbarse ante ésta con un enorme miedo de no saber qué haría, trató de contactarme, pero su intento fue inútil, el móvil estaba en casa, y yo, bajo aquél puente, siendo recogida por una ambulancia que un pueblerino cercano, aterrorizado al ver semejante imagen, llamó. Era un pueblo pequeño, por lo que pronto se enteró todo el mundo. Clara, salió de la habitación y vio a mis padres abrazándose mientras lloraban. Se esperaba lo peor… Se tapó la boca con las manos a esperas de que todo fuese una mentira, o una confusión, pero no, era cierto. Había muerto y ahora sí no volvería. – Hicimos todo lo que pudimos… Y aún así… - Lloraba desconsolada mi madre mientras mi padre la abrazaba llorando. Clara se echó las manos a la cara, cayendo al suelo de la impresión, a lo que mis padres fueron corriendo hacia ella, tratando de tranquilizarla, casi en vano. A penas podía respirar y pasaron unos cuantos minutos hasta que se tranquilizó y cuando lo hizo, mi padre se ofreció a llevarla hasta su casa. Ella se negó pero ante la insistencia de mi padre, tuvo que aceptarlo. El camino fue eterno. Mi padre sacó el tema con voz algo dormida. – Mañana por la tarde será el funeral, a las siete… - Clara recordó la hora como una hora clave. Sus lágrimas recorrieron su mejilla asintiendo. – Allí estaré… - Se mordió el labio. – Ella querría que estuvieses… - Asintió, sintiéndose tan culpable, que ni las palabras podían salirle de sí misma.

Pasó la mañana encerrada en su habitación, llorando, pero a las cuatro, llegó Catherine, su novia. A pesar de la insistencia de Clara, de que no quería ver a nadie, Catherine fue. En cuanto la vio, se acercó a ella y la abrazó llorando aferrándose a su pecho. – Shh… Pequeña… Tranquila… - Dijo Catherine abrazándola con suavidad y firmeza. – Ella… Ella… ella… - Decía tartamudeando. – Tranquila cielo, estoy yo, ¿vale? – Se quedó callada, ante el no saber qué decir, sabía que todo el problema había sido suyo. – Mañana es su funeral. – La miró alejándose, sentándose en la cama de su habitación. - ¿vas a ir? – Dijo Catherine. – CLARO. -  respondió Clara, con firmeza. – No sé, no creo que… debas ir… - Dijo Catherine, algo encelada por el caso, pero comprensiva y flexiva. – Si quieres puedo acompañarte- Clara negó. – Quiero ir sola… - Catherine se acercó. – Quiero estar sola, Catherine… Necesito pensar, ¿vale? Mañana después del funeral te veo… -
Pasó el día y a la tarde siguiente, Clara fue al funeral, estaba pegada a la caja. Llevaba un clavel, mi flor favorita. Se acordó, hacía tanto tiempo que se lo dije que no pensé que se acordaría. Cuando todos se fueron, a las siete y media, ella seguía ahí, al lado de mi tumba. – Te quiero, Adele… Te quiero… - Decía mientras sus lágrimas caían sobre mi tumba. – Clara… Aún sigues aquí… - Pasó Catherine al lugar junto a ella, cogiéndole de la mano –Vámonos, anda… - Justo en el momento de que Clara y Catherine se cogiesen de la mano un viento sopló a mi favor. Clara lo notó. Asintió, y se despidió con un leve roce de sus dedos sobre mi tumba. Una frase recorrió la mente de Clara ‘creo que me he enamorado de ti’. Caminando de la mano de Catherine estaba perdida. – Catherine, tenemos que hablar… - Catherine la miró. – No puedo seguir así… - Dijo bajando la mirada. – ¿Qué ha pasado? – Dijo Catherine a Clara. Clara bajó la cabeza y comenzó a contarle. – El otro día, por la tarde, cuando me fui tan de repente, fue ella la que me llamó… como bien te dije… Ella… Había intentado suicidarse porque antes de estar contigo, seriamente… Ella y yo éramos algo… Por lo que se ve, lo que ella sentía era mayor… Y, tras estar toda la noche en el hospital a su lado… Ella me pidió quedar una tarde… La tarde de antes de que ella se… - Catherine aclaró las lágrimas de Clara. – Entonces… ella me pidió una noche… Y,  no pude decirle que no… Porque en cierto modo lo que sentía no se fue… Tras todo… Me dijo que se había enamorado de mí y yo… Le dije que estaba contigo, pero… aún así, estaba ocultando lo evidente… Me había enamorado de ella… Y esa era la evidencia… Lo siento, Catherine… Esto… Es muy duro para mí y te agradezco que hayas estado a mi lado. Ahora me odiarás… Por haberte mentido y haberte dicho que tan solo era una amiga más, pero… Yo no sabía que todo aquello iba a pasar… - Decía Clara con lágrimas en sus ojos. Catherine la miró y una lágrima recorrió su mejilla, sin decir nada. Clara se acercó a ella, besó su mejilla y volvió allí dentro. Se acercó a mi tumba y se acostó en ésta poniendo la mejilla de lado, sintiendo el frío y soltando cada lágrima sobre mi tumba. – Te quiero…- Decía sobre mi tumba. – Pronto te veré, lo prometo… - Pasó el dedo por ésta y dio un leve beso, se levantó y se fue decidida, con las lágrimas recorriéndole por su rostro.
Dentro de su chaqueta guardaba un papel, donde le explicaba todo a sus padres y esperaba que pudiesen encontrar.
Llegó al sitio, aquél donde aún quedaban restos de mi sangre, cerró los ojos mientras se mordía el labio. – Fui una imbécil – Se lamentaba. Soltó sus manos con suavidad dejando su cuerpo caer y dejó de ser consciente de todo. Poco más tarde encontraron su cuerpo, de la misma forma, la noticia corrió, un segundo suicidio en menos de media semana. La carta fue entregada a sus padres tras su correspondiente búsqueda de éstos, y su madre leía con dificultad a causa de las lágrimas.

* Sé que sólo tengo 15 años, pero mi vida se ha ido al traste. Sentí todo y sé que esto, jamás lo podréis comprender, porque no fue por un chico. Fue por una chica. Estoy cansada de vivir dentro de un armario en el que, no puedo salir por miedo a la incomprensión. La fastidié, jugando con quien no tenía que jugar, y me fui con otra chica, más luego, no contenta volví con la primera y, me enamoré. No quería aceptarlo, pues estar con la segunda era más cómodo, porque no tenía que dar explicaciones a la hora de salir, ni casi tenía que esconderme, porque parecía todo más normal. Pero cuando besé a Adele, lo sentí todo y le dije que no era nada… Pensé que esto sería más fácil, pero ya no tiene sentido… Os quiero y os querré por siempre. Sólo pido una última cosa. Quiero que mi cuerpo yazca junto al suyo por siempre… Necesito que éste sueño, se haga realidad. Que mi cuerpo y el suyo estén en el mismo sitio… Hacedlo posible, es mi última voluntad. No quiero que lloréis por mí, es inevitable, lo sé, pero ya no tenía ninguna razón. Todo me iba mal y sé que sin esto no lo habríais comprendido y tengo la razón. Lo siento, os quiero.
- Clara *

Tras leer la carta, su madre se echó a llorar a brazos de su padre, y éste se quedaba inmóvil, pálido. – Tenemos que hacerlo… - Dijo él, ante la nota. - ¿Hacer el qué…? – Respondía ella, con la nota aún en las manos. – Cumplir lo que ella quiere… - Su mamá asintió aunque no muy convencida de ello, pues era otra chica.

Pasaron los días y arreglaron todo. Su cuerpo yacía junto al mío, sin más, como una primera vez. Aunque habiendo dañado las dos, felices por volver a estar juntas, viviendo aquello que no vivimos en vida. En otra vida, que sí era vida por vivir. Ahora sí, todo tenía sentido y, aunque todo cambiado, le tenía y ella a mí. ¿Dónde? En un vacío. ¿Cuándo? Hasta que el sentimiento lo dejase sentir… Pero éramos dos, ella y yo. Tal y como siempre, habíamos soñado.