Las ganas de salir corriendo de aquél lugar no me faltaban.
Me senté en la cama, incómoda, dando vueltas. Bajé, me senté en la silla y
traté de estudiar, pero las lágrimas entumecían mi mirada, dejándome sin ver
nada, y haciendo que mis escritos se corriesen. Solté el bolígrafo y me quedé
mirando los apuntes, atenta, como si mi mirada se detuviese por un simple
momento, con un solo pensamiento en la cabeza: Clara.
En un periodo de tiempo ella con unas simples palabras
consiguió lo que en la vida nadie llegó a conseguir: Hacerme sentir especial.
Con tan solo unas palabras consiguió llegar a mi corazón y
eso, casi nadie pudo hacerlo nunca, tras una pantalla, pero ya estaba cansada
de las mentiras, de los malos rollos, de las falsedades y los te quiero en vano.
Cogí mi móvil, abrí los mensajes y empecé a leer, con cada palabra de amor, un
mar de lágrimas equivalente salían de mí.
Las conversaciones no me servirían de nada, me había vuelto
a caer, quizás la caída no era a causa de aquella chica, si no de aquél suceso
repetido. Dejé el móvil sobre la mesa, cerrando fuertemente los ojos, giré un
poco la cabeza, comprobando que la puerta seguía cerrada, subí el volumen de la
música, aumentando así la intensidad de mordida sobre los labios para no hacer
ruido al llorar. Alcancé una pequeña caja donde guardaba todas aquellas cosas
de las que algún día me desharía y que por el entonces quería mostrar valentía
ante ello, pero no pude. La abrí y ahí estaba, esa pequeña amiga, la que me
sacaba de toda la realidad y me daba ese placentero y doloroso escalofrío que
yo solo era capaz de parar y controlar, prometí que nadie me iba a volver a
hacer daño y me fallé a mí misma confiando en la palabra de una persona que
posiblemente fuese un partido, estaba harta.
Cerré los ojos y coloqué la fría placa de metal sobre mi
brazo, deslizándola a medida que me mordía el labio con mayor intensidad,
esbozando un pequeño gemido entre el dolor y el placer. – Nadie más… -
Murmuraba mientras tanto. Los apuntes se manchaban de sangre, sentía la
debilidad de mis brazos, pero el dolor de mi corazón era mayor. Seguí
incrustando mi cuchilla sobre el brazo, haciéndome sangrar y más daño. Mi mano
derecha se llenaba de sangre a la vez que apretaba. Sentí debilidad, así que decidí
sentarme en el frío suelo, así lo hice, con el móvil cogido sin fuerzas, con la
imagen de la última conversación que tuvimos. – Lo siento… - Decía con lágrimas
en los ojos, que me hacían borrosa su imagen. Estaba sola en casa, por lo que
me sentía más a gusto, aún así, no quería hacer ruido. Volví a abrazar el filo
junto la herida, abriendo ésta más intensamente notando como cada pequeña gota
de sangre salía de mí. Sintiendo como cada lágrima recorría mi mejilla,
llegando hasta mis labios, sin quererlo. Me sentía débil, casi había conseguido
mi propósito: Sentirme mejor. Mi debilidad se apoderaba de mí y el charco se
hacía grande por momentos, miraba al móvil que estaba aún agarrado con el brazo
izquierdo. Las lágrimas salían pero tras ésta una leve sonrisa. – Ya no volveré
a molestar… Nadie volverá a hacerme daño… - Decía con una voz dormida, mientras
su cabeza se le iba cayendo. Antes de todo eso, quería hacer una última
llamada, acercó su mano derecha, manchada de sangre al móvil y manejó hasta
marcar el número correspondiente al de la chica, dio llamada… Mi debilidad iba
aumentando, si no lo cogía pronto no iba a poder despedirme de ella… Escuché
una voz, supuse que era ella, aunque mis oídos ya empezaron a sentir el
acoplamiento de todos los sonidos juntos como dentro de un cuarto vacío. -
¿s..sí? – Respondían al móvil, no sabía cómo era su voz, así que no la pude
reconocer. – C…Clara..? – Tartamudeaba con la voz dormida, apagada, casi sin
intensidad alguna. - ¿Adele? ¿eres tú? – Cerré los ojos, llorando al escuchar
que se acordaba de mí… - Es…Escúchame… Tengo algo… Algo que decir, y es…
Importante… Al menos, para mí… - Me quedé callada unos instantes, tratando de
coger aire, no tenía fuerzas… - ¿ADELE? – Escuché sus gritos de desesperación,
parecía nerviosa. - ¿Estás ahí, Adele? – Decía con nerviosismo a lo que
contesté. – Sí… Cla…Clara…Tengo… Que darte las gracias… Por ayudarme a sonreír
estos días… aunque poco… efectivos en su momento… Pero ya con todo ha acabado…
Éste es el final de… El juego ya… Ha terminado…- Decía entrecortada por las
lágrimas – Te quiero… Lo sabes… Y yo, sin saber por qué… Pero te has
convertido… En alguien importante…- Ella me interrumpió. – Adele… ¿dónde estás?
¿Qué estás haciendo…? – Cerré los ojos, dejando escapar unas de las posibles
últimas lágrimas. - ¿Qué más… da dónde… dónde… esté…? ¿A caso… podrás venir…?
No te dejan… No lo harás… - El silencio fue protagonista de nuestra
conversación durante unos segundos y terminé por romperlo, casi sin fuerzas. –
Solo… Quería decirte eso… Adi… - Antes de que pudiese acabar, me interrumpió. –
NO. No cuelgues, no me importa… Cogeré el primer autobús que venga, iré para
allí… ¿dónde es? – Cerré los ojos con lágrimas… - Si llegas a tiempo para entonces, te dejo la dirección…
en un mensaje… - Me sentía dormir. – No cuelgues… Por favor… No cuelgues –
Decía ella, con nerviosismo. – Estaré aquí… No… me moveré, te he pasado la…
dirección… Las… llaves están escondidas al lado… las encontrarás… - Dije sin
fuerzas, tras un rato con mareo de enviar el mensaje. – No… puedo seguir…
hablando… - Colgué, dejando el móvil en el suelo sin fuerzas, la sangre no
cesaba y ya no tenía fuerzas ni para seguir. La música que sonaba de fondo casi
ni la percibía. Al cabo de un buen rato, yacía en el suelo, notando como mi
cuerpo había pasado de la pared al suelo, manchándome así de sangre el pelo.
Noté una presencia que me buscaba, al parecer debió escuchar algo y asustarse
al ver la puerta cerrada. Entró.
- ¡¡ADELEE!! – Gritó, desesperada. Tenía la vista nublada y
casi no respiraba. Mis oídos estaban taponados. Ella se arrodilló a mi lado,
viendo mi brazo y rápidamente encontró una camiseta, me la puso en el brazo
haciendo un torniquete. – Es… in…in…inútil… - Decía sin fuerzas, ella negaba
con la cabeza, o es lo que podía alcanzar a entender. Se acercó a mí,
poniéndome sobre sus rodillas y cogió el móvil, llamando automáticamente a una
ambulancia. Escuché casi cada palabra, fue entonces cuando comprendí que quizás
no saldría de aquella. Cogí su mano con mi mano derecha, sin fuerza y acaricié
ésta con una leve sonrisa en mi rostro, ella me miraba, llorando, noté su
lágrima caer sobre mi frente. Se acercó dándome un beso justo en el mismo
sitio. La miré fijamente, casi sin poder moverme de debilidad, mi mano cayó al
suelo, sin fuerzas, y ella agarró ésta mirándome a los ojos, o eso creía ver. –
Todo va a salir bien, preciosa… - Se acercó suavemente a mí, con cuidado de no
moverme y me dio un leve beso en los labios. Había dejado la puerta abierta y
dio constancia de ello a la ambulancia así que entraron sin preguntar y fueron
donde le indicó Clara. Mis ojos se cerraron. Mi mente no alcanza a recordar el
camino de casa al hospital más que con flashes de su mano sobre la mía, llena
de lágrimas y las mías saliendo por el rabillo del ojo con una leve sonrisa
mirándola. Los médicos no dieron muchas esperanzas, había perdido mucha sangre,
y quizás así era mejor. Ella podría rehacer su vida, y yo, ya no tendría que
olvidar nada. Era una decisión un tanto injusta, pero era lo que sentía.
Desperté en el hospital, conectada a un respirador: Mi sistema había fallado y
casi no me pude mantener por mí sola, así que no se iban a atener a
consecuencias, me tendrían así unos días. Sentí que mi mano estaba cogida por
alguien, pero no ví ese alguien en pie. Giré con cuidado un poco más la cabeza,
y allí estaba ella, dormida con su mano sobre la mía en aquél infernal sillón,
por mí. – ¿Cla…Clara…? – Dije, quitándome el respirador, pues podría valerme
por mí misma. Una lágrima salió de mí y ella se despertó sobresaltada. Me miró y
se echó a llorar mientras cogía mi mano mirándome de muy cerca. – Hola cariño…
¿cómo te encuentras? – Dijo entre lágrimas. – creí que no despertarías… Gracias
por volver… - Dijo mirándome, cerré levemente los ojos, para tratar de ocultar
las lágrimas, pero era inútil, éstas salían igualmente. - ¿y ella? – dije con
tristeza, tratando de ocultar el dolor que había dentro de mí, pero por lo que
se ve ella, lo único que quería era hacerme sentir mejor, lo que agradecí por su
parte, pero no compartí en sentimiento. Ella se acercó a mi, acariciándome y
mirándome a los ojos, con dulzura. Me besó la mejilla, haciéndome la chica más
feliz de aquél hospital por un momento. – Olvídate de ella ahora, ¿vale? ¿Cómo
estás…? – Dijo mirándome, ocultándome algo, pero traté de dejarlo a un lado. –
Estoy… Necesitándote… - Dije, cerrando los ojos dejando una lágrima caer,
mojando de nuevo aquella almohada. – Deja de preocuparte… Estoy aquí, ¿vale? Ya
hablaremos todo más adelante…. – Dijo mirándome. - ¿Por qué? ¿De qué temes? ¿de
que acabe con todo esto cuando me digas que ya no me quieres que la quieres a
ell…? – No me dejó terminar, cuando me cortó con un beso. El beso más hermoso
de toda mi vida, pero sabía que estaba vacío por su parte, aunque no en cierto
modo. – Cállate… - Dijo mirándome. – Lo importante ahora es que te pongas bien,
¿vale? – Negué mirándola. – Quiero saber la verdad… - Ella suspiró. – No creo
que estés preparada para ello… No sé si te va a gustar… - Mordí mi labio,
deshaciéndome del todo del respirador, ella lo puso sobre mi rostro y me negué
a ello de forma brusca, ella captó el mensaje. – Me he quedado aquí por ti,
pero he quedado con ella ésta tarde, he de irme pronto… No te enfades por
favor. – La miré enfurecida. - ¿Para eso me besas? ¿Para mantenerme callada y
que no trate de acabar con mi vida? ¿qué quieres? ¿Hundirme? De qué vale vivir
si lo que existe dentro de mí está todo muerto… ¿de qué me vale, Clara? Me
decías que me querías… - Me interpuso. - ¡Y lo hacía! – Me interpuse ante su
voz. - ¿Y de qué me vale que me quieras cuando a los dos días de no poder dejar
de hablar contigo y tratar de estar menos encima porque eras la única que entre
todo conseguía sacarme una sonrisa, si ahora me haces esto? ¿de qué me vale sonreír
a esto cuando aunque mi corazón parezca latir te lo llevaste? – Dije, llorando
y cada vez con más rabia. - ¿de qué me vale estar muriéndome por poder besarte
y sentirte ahora junto a mí? – Ella me miró, acarició mi mejilla. – Me tengo
que ir… - Es lo único que dijo. – Espera… - Dije, avergonzada por mis palabras,
pero tenía que hacerlo, no podía dejar que se fuese así como así, sabía que no
iba a pasar de esa semana, así que tenía que quedar con ella para al menos,
cumplir mis propósitos. – Dime… - Dijo, aún cogida de mi mano. – Ésta tarde
escuché que me daban el alta… ¿Podemos quedar mañana? – ella me miró y asintió.
– Es lo menos que puedo hacer… - Suspiró, la miré. – En mi casa a las siete.
Asintió, me dio un beso en la frente y se fue por la puerta. Cerré los ojos
fuertemente, tratando de volver a aparentar felicidad. Mi madre entró y la miré
con debilidad. – He oído que mañana vendrá a verte a casa, ¿verdad? – Asentí y
ella sonrió. – No lo vuelvas a hacer, ¿vale? Ahora descansa… Ésta noche vamos para
casa, y el lunes por la mañana, el médico te ha conseguido cita con un
psicólogo, para que te ayude… Haremos todo lo posible para que salgas de éstas
y verás como todo va bien… - Dijo mi madre mirándome. Mis lágrimas salieron de
mí, ante sus palabras. Ella me abrazó y prometió que todo saldría bien. Se fue
para que descansara.
Eran las siete del día siguiente. Hacía mi vida con
normalidad, aunque con una venda en el brazo. Clara llegó entró en mi casa y
cerré la puerta. Pusimos la televisión y nos quedamos mirándola, ella se
apoyaba sobre mí y yo, por unos segundos era feliz inocente de pensar en la
otra chica. ¿Su nombre? Era algo que ya ni me importaba, lo único importante
ahora éramos ella y yo. Pusimos una película que nos hizo reír y pasamos toda la
tarde la una junto a la otra. Jugamos y cenamos y tras la cena, fuimos a mi
habitación. – Quiero hablar contigo…-
Ella se acercó y me miró. – No quiero que esto quede en el olvido… - Me eché en
la cama, ya que era más alta que mi cintura y la mandé venir, estaba frente a
mí. Me mordí el labio inferior, le cogí de la mano y la acerqué. – Adele… Sabes
que no… - dijo, empecé a darle besos por
el cuello. – No puedo… - Decía, la miré a los ojos. – No va a salir de aquí, lo
prometo… - Dije mirándola. – Solo… Tú y yo… Como dijimos… - Me abracé a ella,
dejando que su perfume me cegara, oliendo su pelo, sintiendo su cuerpo contra
el mío una primera y última vez. Pero ya no importaba nada, si no decidía ese
mismo día, no aguantaría mucho más. La sostuve de la cintura y empecé a darle
besos por el cuello con suavidad, esperando su correspondencia. Ella puso sus
manos tras mi cabeza, acariciando mi nuca mientras se mordía el labio inferior.
Cogí por los enganches de su pantalón vaquero para acercarla y no se opuso a ello,
pasé de su cuello a su mejilla y de ahí suavemente a sus labios. Besé con
suavidad su labio inferior sin dejar de mirarla directamente a los ojos. Viendo
como ella me miraba y cerró los ojos, los cerré al instante dejando su labio
inferior para comenzar a besarla con suavidad pero intensidad. – Quédate ésta
noche… - Le susurré al oído, tras el largo beso. Ella se quedó quieta. –
Vamooos…. – Traté de convencerla mirándola a los ojos, haciéndole ojitos como
una niña pequeña, su sonrisa le delató y asintió. – Bien… - Dije, volviendo a
su cuello, recorriendo éste con lentitud. Ella pasó sus manos a mi cintura,
acariciando ésta lentamente. Sonreí como una idiota que cayó en sus redes una
vez más, pero ya no me importaba el qué sentir cuándo. Volví a besarla,
dejándome llevar por mis impulsos. Pasé a llevar el mando, la eché contra la
pared, besándola con lentitud pero intensamente, absorbí su labio inferior
tirando hacia mí para ver su reacción. Sonrió, me separé lentamente de ella y
ella se acercó a besarme. La besé con suavidad mientras mis manos recorrían su
cuerpo. Pasaron por su cintura y comenzaron a subir su camiseta lentamente. Se
dejaba hacer. Sonreí sobre sus labios y ella hizo lo mismo. Iba acariciando
conforme subía. Quité su camiseta, dejándola en sujetador. La miré a los ojos,
miré sus hombros y observé su cuerpo semidesnudo de cintura hacia arriba, pasé
suavemente mis dedos por su tripa, llegando así a sus pechos, los acaricié con
cuidado, como si de una figura pequeña y frágil se tratara. Rocé mis labios por
su cuello, sin apartar mis manos de sus pechos, acariciando éstos suavemente,
sintiendo como su cabeza se echaba sobre la pared. Iba besando sus pechos
lentamente, bajando suavemente las manos hasta llevarlas a su pantalón,
desatando estos lentamente. Terminó por quitarlos con ayuda de la chica. Volvió
a su cintura, paseando las manos por ésta, mientras sentía que la chica le
quitaba su camisa, mirándola de reojo entre los besos de su cuello. Se dejó
hacer, quitándose la camisa con su ayuda. La chica quiso llevar el mando. Pasó
sus manos sobre mi cintura y comenzó a besar con lentitud mi cuello. Me dejé
hacer mientras mordía mi labio, pasó de besar mi cuello a besar mis pechos
mientras repetía el procedimiento que anteriormente le realicé. Noté su cuerpo
semidesnudo sobre el mío, de la misma forma y sin dejarle llevar el ritmo,
comencé a besarla suavemente, llevando mis manos por su espalda hasta su
sujetador, desabrochando éste y a su paso besando cada uno de sus pechos. Mis
manos se acercaron a su sexo, y comencé a dirigirla hacia la cama, tumbándola y
tumbándome sobre ella entre besos y caricias, pasando una de las noches más
desenfrenadas y cariñosas que en toda una vida se puede tener. Se hicieron las
cuatro de la mañana cuando ambas ya casi íbamos a dormir, la manta nos
recubría. Ella estaba sobre mi pecho, respirando tranquila, sobre mi cuello. No
conseguía dormir, acariciaba su espalda y sentí como ella tampoco podía dormir.
– Creo… Que… Me… Estoy enamorando de ti… - Clara me miró y yo no supe donde
meterme, así que me limité a mirar al techo. – Cielo… Sabes que yo estoy con… -
Le interrumpí. – Sí, ya sé, me sustituiste después de todo y… Ahora estás con
ella, eso ya lo sé… Pero qué le hago si después de esos… besos me enamoras,
¿Qué le hago? No puedo mirar tus fotos sin evitar llorar por no poder tratarte
como te trataba… - Dije mordiéndome el labio y ella me dio un beso en el cuello
mirándome. – Creo que es mejor que me vaya… - Dijo levantándose a lo que yo
negué cogiéndola del brazo. – Tranquila, te dije que hoy y nada más, ¿vale? No
te preocupes, quédate… a dormir… Pondré el despertador para que cojas el primer
autobús para que puedas ir con ella… - Ella me miró, asintió y se acomodó de
nuevo, pero ésta vez ya no era sobre mí, si no en la propia almohada.
Pasó la noche y no paraba de dar vueltas, intenté no
incomodarla, así que me levanté, cogí un folio y un bolígrafo, me fui a la
salita a escribir.
*Es hora de terminar
con esto. Pronto te enterarás, no me busques, ¿Vale? Sal con tu chica y
diviértete. Sé feliz, que en un mes, mi presencia estará muy borrada. Espero
que allá donde vaya, pueda encontrar la verdadera felicidad. Aunque la verdad
ni me importa ya. Lo único que sé que echaré de menos serán esos besos tuyos.
Esa forma de tocarme, esa forma de preocuparte por mí y de hablarme así tan
tierna. De preocuparte con la mínima cosa que me pasase… de… hacerme sentirlo
todo con tres palabras o con un ‘asdoiklsm<3 a="a" all="all" alternativos="alternativos" amar="amar" antes="antes" cerca="cerca" consigo="consigo" creo="creo" culpable="culpable" de="de" despido="despido" digo="digo" diles="diles" donde="donde" el="el" en="en" era="era" es="es" ese="ese" eso="eso" estaba="estaba" esto="esto" feliz="feliz" final="final" forma="forma" fuiste="fuiste" gotita="gotita" gracias="gracias" gran="gran" ha="ha" hasta="hasta" he="he" intentarlo="intentarlo" la="la" lado="lado" lo="lo" los="los" m="m" me="me" mi="mi" mir="mir" mis="mis" mucho="mucho" muerte.="muerte." name="name" ndote="ndote" nica="nica" no="no" nombr="nombr" o:p="o:p" odies="odies" ojos="ojos" olvidar="olvidar" padres="padres" pasado="pasado" pensaba="pensaba" peque="peque" perd="perd" pero="pero" por="por" porque="porque" preocupen="preocupen" preocupes.="preocupes." preocupes="preocupes" problemas="problemas" prop="prop" que="que" quedes="quedes" querr="querr" quiero="quiero" quise="quise" s="s" se="se" seas="seas" si="si" sientas="sientas" sito="sito" sobre="sobre" solo="solo" sta="sta" suplicar="suplicar" t="t" te="te" tenido="tenido" ti="ti" todo="todo" un="un" una="una" vale="vale" vaso="vaso" vaya="vaya" vayas="vayas" y="y" yo="yo">3>
Dejé la carta firmada sobre la mesita de noche, en ella
cayeron lágrimas que emborronaron algunas de las palabras, pero la dejé allí
igualmente. Le besé los labios una última vez. – Te amo, princesa. Cuídate y se
feliz, ¿eh? – Dijo, observando la que sería la última imagen de la chica. Suspiré
y salí sin hacer ruido, salí por la puerta y me dirigí a mi final a las cuatro
de la mañana, esperando no encontrarme nadie. Subí al puente, pasé la barra, y
respiré. Dejé mi cuerpo caer golpeándome contra el suelo.
Mi cuerpo yacía en el suelo, sin vida, desangrado y con
magulladuras de haber caído sobre las piedras. Hasta la mañana siguiente nadie
se dio cuenta y para entonces ya sí era demasiado tarde.
Clara se levantó de mi cama, leyó la nota y lo único que
pudo hacer fue derrumbarse ante ésta con un enorme miedo de no saber qué haría,
trató de contactarme, pero su intento fue inútil, el móvil estaba en casa, y
yo, bajo aquél puente, siendo recogida por una ambulancia que un pueblerino
cercano, aterrorizado al ver semejante imagen, llamó. Era un pueblo pequeño,
por lo que pronto se enteró todo el mundo. Clara, salió de la habitación y vio
a mis padres abrazándose mientras lloraban. Se esperaba lo peor… Se tapó la
boca con las manos a esperas de que todo fuese una mentira, o una confusión,
pero no, era cierto. Había muerto y ahora sí no volvería. – Hicimos todo lo que
pudimos… Y aún así… - Lloraba desconsolada mi madre mientras mi padre la
abrazaba llorando. Clara se echó las manos a la cara, cayendo al suelo de la
impresión, a lo que mis padres fueron corriendo hacia ella, tratando de
tranquilizarla, casi en vano. A penas podía respirar y pasaron unos cuantos
minutos hasta que se tranquilizó y cuando lo hizo, mi padre se ofreció a
llevarla hasta su casa. Ella se negó pero ante la insistencia de mi padre, tuvo
que aceptarlo. El camino fue eterno. Mi padre sacó el tema con voz algo
dormida. – Mañana por la tarde será el funeral, a las siete… - Clara recordó la
hora como una hora clave. Sus lágrimas recorrieron su mejilla asintiendo. –
Allí estaré… - Se mordió el labio. – Ella querría que estuvieses… - Asintió,
sintiéndose tan culpable, que ni las palabras podían salirle de sí misma.
Pasó la mañana encerrada en su habitación, llorando, pero a
las cuatro, llegó Catherine, su novia. A pesar de la insistencia de Clara, de
que no quería ver a nadie, Catherine fue. En cuanto la vio, se acercó a ella y
la abrazó llorando aferrándose a su pecho. – Shh… Pequeña… Tranquila… - Dijo
Catherine abrazándola con suavidad y firmeza. – Ella… Ella… ella… - Decía
tartamudeando. – Tranquila cielo, estoy yo, ¿vale? – Se quedó callada, ante el
no saber qué decir, sabía que todo el problema había sido suyo. – Mañana es su
funeral. – La miró alejándose, sentándose en la cama de su habitación. - ¿vas a
ir? – Dijo Catherine. – CLARO. -
respondió Clara, con firmeza. – No sé, no creo que… debas ir… - Dijo
Catherine, algo encelada por el caso, pero comprensiva y flexiva. – Si quieres
puedo acompañarte- Clara negó. – Quiero ir sola… - Catherine se acercó. –
Quiero estar sola, Catherine… Necesito pensar, ¿vale? Mañana después del
funeral te veo… -
Pasó el día y a la tarde siguiente, Clara fue al funeral,
estaba pegada a la caja. Llevaba un clavel, mi flor favorita. Se acordó, hacía
tanto tiempo que se lo dije que no pensé que se acordaría. Cuando todos se
fueron, a las siete y media, ella seguía ahí, al lado de mi tumba. – Te quiero,
Adele… Te quiero… - Decía mientras sus lágrimas caían sobre mi tumba. – Clara…
Aún sigues aquí… - Pasó Catherine al lugar junto a ella, cogiéndole de la mano
–Vámonos, anda… - Justo en el momento de que Clara y Catherine se cogiesen de
la mano un viento sopló a mi favor. Clara lo notó. Asintió, y se despidió con
un leve roce de sus dedos sobre mi tumba. Una frase recorrió la mente de Clara
‘creo que me he enamorado de ti’. Caminando de la mano de Catherine estaba
perdida. – Catherine, tenemos que hablar… - Catherine la miró. – No puedo
seguir así… - Dijo bajando la mirada. – ¿Qué ha pasado? – Dijo Catherine a
Clara. Clara bajó la cabeza y comenzó a contarle. – El otro día, por la tarde,
cuando me fui tan de repente, fue ella la que me llamó… como bien te dije… Ella…
Había intentado suicidarse porque antes de estar contigo, seriamente… Ella y yo
éramos algo… Por lo que se ve, lo que ella sentía era mayor… Y, tras estar toda
la noche en el hospital a su lado… Ella me pidió quedar una tarde… La tarde de
antes de que ella se… - Catherine aclaró las lágrimas de Clara. – Entonces…
ella me pidió una noche… Y, no pude
decirle que no… Porque en cierto modo lo que sentía no se fue… Tras todo… Me
dijo que se había enamorado de mí y yo… Le dije que estaba contigo, pero… aún
así, estaba ocultando lo evidente… Me había enamorado de ella… Y esa era la
evidencia… Lo siento, Catherine… Esto… Es muy duro para mí y te agradezco que
hayas estado a mi lado. Ahora me odiarás… Por haberte mentido y haberte dicho
que tan solo era una amiga más, pero… Yo no sabía que todo aquello iba a pasar…
- Decía Clara con lágrimas en sus ojos. Catherine la miró y una lágrima
recorrió su mejilla, sin decir nada. Clara se acercó a ella, besó su mejilla y
volvió allí dentro. Se acercó a mi tumba y se acostó en ésta poniendo la
mejilla de lado, sintiendo el frío y soltando cada lágrima sobre mi tumba. – Te
quiero…- Decía sobre mi tumba. – Pronto te veré, lo prometo… - Pasó el dedo por
ésta y dio un leve beso, se levantó y se fue decidida, con las lágrimas
recorriéndole por su rostro.
Dentro de su chaqueta guardaba un papel, donde le explicaba
todo a sus padres y esperaba que pudiesen encontrar.
Llegó al sitio, aquél donde aún quedaban restos de mi
sangre, cerró los ojos mientras se mordía el labio. – Fui una imbécil – Se
lamentaba. Soltó sus manos con suavidad dejando su cuerpo caer y dejó de ser
consciente de todo. Poco más tarde encontraron su cuerpo, de la misma forma, la
noticia corrió, un segundo suicidio en menos de media semana. La carta fue
entregada a sus padres tras su correspondiente búsqueda de éstos, y su madre
leía con dificultad a causa de las lágrimas.
* Sé que sólo tengo 15
años, pero mi vida se ha ido al traste. Sentí todo y sé que esto, jamás lo
podréis comprender, porque no fue por un chico. Fue por una chica. Estoy
cansada de vivir dentro de un armario en el que, no puedo salir por miedo a la
incomprensión. La fastidié, jugando con quien no tenía que jugar, y me fui con
otra chica, más luego, no contenta volví con la primera y, me enamoré. No
quería aceptarlo, pues estar con la segunda era más cómodo, porque no tenía que
dar explicaciones a la hora de salir, ni casi tenía que esconderme, porque
parecía todo más normal. Pero cuando besé a Adele, lo sentí todo y le dije que
no era nada… Pensé que esto sería más fácil, pero ya no tiene sentido… Os
quiero y os querré por siempre. Sólo pido una última cosa. Quiero que mi cuerpo
yazca junto al suyo por siempre… Necesito que éste sueño, se haga realidad. Que
mi cuerpo y el suyo estén en el mismo sitio… Hacedlo posible, es mi última
voluntad. No quiero que lloréis por mí, es inevitable, lo sé, pero ya no tenía
ninguna razón. Todo me iba mal y sé que sin esto no lo habríais comprendido y
tengo la razón. Lo siento, os quiero.
- Clara *
Tras leer la carta, su madre se echó a llorar a brazos de su
padre, y éste se quedaba inmóvil, pálido. – Tenemos que hacerlo… - Dijo él,
ante la nota. - ¿Hacer el qué…? – Respondía ella, con la nota aún en las manos.
– Cumplir lo que ella quiere… - Su mamá asintió aunque no muy convencida de
ello, pues era otra chica.
Pasaron los días y arreglaron todo. Su cuerpo yacía junto al
mío, sin más, como una primera vez. Aunque habiendo dañado las dos, felices por
volver a estar juntas, viviendo aquello que no vivimos en vida. En otra vida,
que sí era vida por vivir. Ahora sí, todo tenía sentido y, aunque todo
cambiado, le tenía y ella a mí. ¿Dónde? En un vacío. ¿Cuándo? Hasta que el
sentimiento lo dejase sentir… Pero éramos dos, ella y yo. Tal y como siempre,
habíamos soñado.