Vistas de página en total

Bienvenidos

Quería dar la bienvenida y las gracias, a todos aquellos que visiten mi blog.
Agradecería el comentar alguna entrada, simplemente para saber lo que puedo mejorar.

¡Muchas gracias!
¡Un beso!

viernes, 25 de julio de 2014

Verano nocturno.



Tu piel contra mi piel. El sudor de la actividad nocturna recorre nuestro cuerpo. La excitación se puede notar en nuestras dilatadas pupilas. Sin olvidar nuestros rojos ojos a causa externa a lo que puede llegar siendo el acto. Me encanta cuando tomas el control. Me encanta cuando me llevas… Cada vez, puedo notarlo más… Y todo comenzó por un pequeño beso… Estábamos en tu coche, y ya habíamos consumido algún que otro estupefaciente. El humo abarcaba nuestro alrededor, y las risas eran cada vez por más tonterías. Notaba tu mirada penetrante en mis ojos, y… notaba cómo mi corazón se aceleraba, a la vez que hacía casi imposible retener mis ganas de besarte… tú… te ibas acercando poco a poco, tu mano estaba jugando suavemente por mi pierna. Mi corazón podía notarse hasta en la punta de mis dedos. Poco a poco te acercas a mí. Me quedo quieta, mientras me muerdo el labio y te acercas a mi oído. Noto ese suave beso en mi cuello, que hace erizar la piel y mis latidos en la garganta. Sé que lo notabas. Tu mano recorría mi pierna, con éstas cerradas, indagando cada vez en busca de subir al tesoro. Y de repente, susurras en mi oído: ‘Oye cielo, no te pongas nerviosa, ¿eh?’ Noto tus manos de mujer en mí, presionar suavemente mientras sigues con tus labios en mi cuello. Era inevitable soltar un leve jadeo. Me agarraba al sillón, tratando de controlarme… ‘Tranquiiila...’ Murmurabas en mi oído, sin hacer más que ponerme nerviosa. No podría controlarme mucho más. Poco a poco abría mis piernas mientras la miraba de reojo, excitada. Jamás el poder de una mano femenina había conseguido tanto con tan… poco. Podía sentir cómo mi sexo se iba humedeciendo poco a poco con el roce de la punta de tus dedos. ‘Bésame…’ Te rogué, soltando leves jadeos, deseando sentir tu lengua junto a la mía. Tú me negabas, pero yo, ya no aguanté más y comencé a besarte como si no hubiera mañana. Nuestros labios encajaban con fuerza e intensidad, podía notar cómo tus dedos iban más fuerte cuando estaba rozando tu lengua. Tus dedos se movían con rapidez, y el grueso de mi vaquero no te dejaba rozar con normalidad. ‘Hazme tuya… ‘ Te pedía, hundida en el deseo de sentirte cada vez más dentro de mí. Tú mordiste mi labio inferior y me miraste con una sonrisa pícara, a la vez que tus dedos iban bailando sobre mi pantalón, a la vez que iba desabrochando poco a poco, pudiéndose ver mis bragas a la hora de bajar la bragueta. Te deshiciste de ellos sin problema, dejándolo por ahí, en el coche. Abriste suavemente mis piernas, haciéndome subir una al asiento, para tener más movilidad. Tu mano volvió a mi sexo, comenzaste a tocarme en círculos mientras tu frente, apoyada en la mía, hacía tu visión directa a mis labios, mordidos por mí misma del placer de tenerte. ‘Dios… ‘Murmuré mientras movía mi cadera sintiéndote. Tú te mordiste el labio inferior, deseando sentir el calor de mi cuerpo. Rozabas mi sexo con tus dedos mientras me quitabas la camisa con cuidado, ayudándote de los dientes. No aguanté teniéndote con ropa, con cuidado, te quité la camiseta, y, acto seguido los pantalones. Ahora era todo más proporcional. Me tumbaste en los sillones y comenzaste a besar todo mi cuerpo con mucho cuidado. Te deshiciste de mi sujetador y comenzaste a besar mis pechos. A penas me conocías y ya sabías mi debilidad. Tus labios, endurecidos, acompañados de la lengua, vagaban por mis pechos y por mis pezones con suavidad. Mis jadeos no podían parar. No hacía más que acariciarte la cabeza. Sabías exactamente todos mis puntos débiles. Besabas todo mi cuerpo, pasabas tu lengua, saboreando cada rincón de mí y, poco a poco, me hiciste abrirme de piernas para indagar el tesoro escondido. Mirabas con deseo, y besabas mis muslos interiores, casi cerca de mi sexo. Te deshiciste de mis bragas, dejándome del todo desnuda. Besabas mis labios. Mi boca no hacía más que jadear. Noté como tu lengua indagaba entre mis labios y luego, tus dedos, abriendo suavemente mi sexo, para comenzar a lamer así mi clítoris. Mis gemidos eran leves en ese momento, pues podía controlarlos. Cada vez notaba cómo la excitación subía al aumentar el ritmo. Noté cómo me ibas penetrando suavemente un dedo, con todo mi sexo mojado. Empecé a jadear descontrolada. Mis gemidos inundaban el coche, pero yo sólo quería sentirte más dentro. Mis manos comenzaron a apretar tu cabeza, muy excitada. Mi cadera se movía de forma descontrolada chocando contra tu boca, contra tu lengua. ‘’Ahhhh…. Joder, nena… ‘ Sólo podía llegar a decir. Comenzaste a hacerlo todo mucho más rápido. Tu lengua hacía movimientos cambiantes: Primero circulares, rodeando y rozando mi clítoris y, más tarde lamiendo con ganas. Tu mano penetraba con fuerza uno de tus dedos, y cuando notó un gemido incontrolado, paró de meter uno para penetrar suave, pero profundamente con dos, sin dejar mi clítoris. Podía notar tu lengua, el respirar de tu boca en mi sexo, y eso me hacía mojar más. Todo lo recogías. Me encantaba. Gemía tan profundamente que no podía estar tumbada con tranquilidad. Mi cadera subía, acercando tu cara, casi inundándola en mi sexo. Mi vagina se iba contrayendo al sentir más tus dedos penetrar. Fue cuando moviste suavemente éstos, haciendo una garra en mi vagina como me hiciste llegar al máximo éxtasis, ahogándolo en un grito que podría escucharse calles atrás del coche.