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sábado, 23 de abril de 2011

~ Lágrimas entre rocas. ~

En el silencio del olvido,
Quise recordar,
Aquél nítido dolor,
Que tras las mantas podía contemplar.

Mis lágrimas por la noche derramaban,
Toda la tristeza por meses acumulada.
¡No volveré a llorar en público!
Me intentaba convencer, todo era mentira.

Que toda mi vida había sido una mentira,
Que todas las sonrisas, no eran más que falsedad.
Que todo lo que me rodeaba, se había marchitado.
Que aquél yogur, se acababa de caducar.

Lloraba entre sábanas de lija,
Mis pañuelos, no eran más que roca.
Ahí estaba yo, tendida ante la muchedumbre
Que con deprecio me miraba, y se burlaba.

Así pasó, día tras día…
La manta que esto cubría,
Poco a poco se deshacía…
La manta que esto tapaba,
Se estaba marchando donde no alcanzaba.

Antes, la ignorancia apegaba,
Me llevaba donde era feliz,
Prefiero que vuelva,
Como de niños, una vez más.

Att: Aje

jueves, 21 de abril de 2011

~ En cualquier momento es posible ~

Tendida en la cama de mi habitación, contemplaba el techo, esperando que algo pasase. La música de fondo, casi ni la podía escuchar, supongo que estaba ensimismada en mi pensamiento.
-¡¡¿Es que nada va a pasar?!!- Grité, olvidando que mis padres estaban abajo y podían escucharme. Ignoré aquel detalle. Entonces me quedé pensando, bueno, ya estaba pensando, pero, me quedé en un solo pensamiento. Ella. Ella rondaba mi cabeza siempre, pero, sobre todo esos días de, nada que hacer. Pufff..., ¡Como odio esos días!
La lluvia azotaba las ventanas, parecía pelearse. Me gustaba la lluvia. Me imaginé corriendo bajo ella, sintiendo el frescor por mis mejillas, olvidándolo todo, como volviendo a la infancia, en aquel momento, que corres por el barro sin miedo, manchándote. Quería hacerlo. Pero, no sola. Podía escuchar con soltura el ruido de los coches pasando por los charcos. Me imaginé a mí, de pequeña, cuando solía chapotear. Bueno, aunque, ella no salía de mi mente, ¿El por qué? Supongo que todos los de mi alrededor estaban atentos de ello. - ¿Por qué estás ahí? ¡Llámame! – Grité de nuevo, esperando su llamada, bueno, más bien, esperando una llamada, que me sacase de todo aquello. – Pero… ¿cómo puedo amarla tanto, joder? – Decía una y otra vez, supuse que nadie me escuchaba, y, así era. Cogí mi móvil, con algo de pereza, abrí imágenes, y me puse a ver las suyas. Me quedé embobada con una de ellas. ¿Su sonrisa, sus ojos? No sé.
-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!- Grité, incorporándome de un salto. - ¡No puedo más! – Guardé el móvil, bajé. Cogí las llaves, y, sin importarme la lluvia, cogí la bicicleta, pedaleé con todas mis fuerzas, dejándome el aliento. Ya estaba empapada, pero, me daba igual. Estaba tan harta de esconderme de todo, que, me empezó a dar igual el mundo. Llegué a su casa, iba a declararme. Estaba de acuerdo en que no era ni el mejor momento, ni el mejor día para salir a hacerlo, pero, sentía que debía. Toqué el timbre, sentía que no podía respirar, pero poco a poco iba reponiendo fuerzas. Pregunté por su nombre. Estaba. – Bien – Jadeé cansada, esperando a que ella acudiera. Le miré a los ojos. - ¡Hola! ¿Qué haces aquí? Anda, pasa dentro y te secas, no te vallas a enfermar – Ella, tan amable, como siempre. Negué. Ella insistió. – Venga, pasa, no te quedes ahí – Necesitaba hablar con ella, pero no sabía cómo, acepté el pasar, dejando la bici en su patio. Ella tendió una toalla seca sobre mí, para que no cogiese frío, yo se lo agradecí, con una de esas sonrisas estúpidas que siempre me salían, cogí aire. Ella notó algo. - ¿Qué hacías por aquí? – Su tono era amable, casi como, por sacar un tema de conversación. –Necesitaba salir de casa, necesito hablar contigo – Ella arqueó ambas cejas. – Claro, dime – Le miré, aquél no era el sitio indicado, no me sentía a gusto para hablar sobre aquello. - ¿Podemos ir a un sitio más privado? – Ella asintió, me cogió de la mano, y me llevó hasta su habitación. – Verás… Esto es difícil… - Le miraba a los ojos, algo nerviosa, tenía la necesidad de cerrar fuerte los ojos para decirlo y, así lo hice. – Estoy… total e irrevocablemente enamorada de ti… No… me preguntes por qué, porque, no sé… Sólo sé, que, no puedo parar de pensar en ti, estás en mi siempre y, que te necesito… - Le volví a mirar, estaba nerviosa, ella se quedó paralizada. Su mano aún seguía agarrando a la mía, ya que, no la había soltado en aquel momento. La acaricié, sentí que era la última vez que podría sentirla tan cerca. – Me…Mejor me voy…- Me dí media vuelta, tras dejar de acariciar su mano. Ella apretó su mano, tirando hacia dentro. – No… - Le miré a los ojos, me miró. Sonrió, sonreí. Me mordí el labio, estaba intranquila, no sabía exactamente qué pasaría con todo. Se acercó a mí con decisión. Cerré los ojos. Le besé, me besó. Entonces sí pude decir, que, fue el día más feliz de mi vida.

Att: Aje