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sábado, 3 de marzo de 2012

Pídele

Pídele a un fumador que no fume,
Pídele a un vago que estudie,
Pídele a un enamorado que se desenamore,
Pídele a un indigente mil euros.

Pídele a un soñador que no sueñe,
Pídele a Dios que te ruegue.
Pídele un corazón roto que no sufra,
Pero no me pidas a mí que te olvide.

Pídele a un drogadicto que lo deje,
Pídele a un pedófilo que no lo haga,
Pídele piedad al señor más injusto,
Pídele a un cotilla que guarde un secreto.

Pídele a un cura homófobo que case dos homosexuales,
Pídele a un creyente que sea realista,
Pídele a tu padre que no te castigue por suspender,
Pero no me pidas que deje de soñar.

Pídele a un arrogante que te hable correctamente,
Pídele a un maleducado que sepa comportarse,
Pídele a un hipócrita que diga lo que de verdad siente,
Pídele a un estúpido que se comporte bien.

Pídele a un fanático que le deje de seguir,
Pídele a un cateto que comience a hablar bien,
Pídele a un corazón que deje de latir,
Pero no me pidas que olvide el pasado para ti.

Pídeme que no llore, pero lo haré.
Pídeme que te olvide, pero no podré.
Pídeme que me aleje de lo que me enferma, que no sabré.
Pídeme que no me valla, pero me tendré que ir.

Pídeme piedad, y trataré de darla,
Pídeme que no quiera, que lo haré.
Pídeme que elija, que no te gustará lo que elegiré.
Pídeme que no sueñe… Pero soñaré…

Att: Aje 3.3.12

martes, 28 de febrero de 2012

Tiempo

Tu deseo, se hace mi destino,
Tu corazón se hace mi camino.
Mientras que tu mente es mi indecisión,
Tú confundes la marea, llamándome mi amor.

La sombra de la noche se hace alargada,
Un amanecer me llama junto a ti,
Pero se hace extraño
Levantarme y tenerte junto a mí.

Lo extraño se hace bonito,
Lo bonito se hace visto,
Y lo visto se hace normal.

El sol nos cubre la espalda,
La nube sonríe al pasar,
Pero lo que no sabe es que la luna,
No nos deja de mirar.

Las estrellas son testigos,
De una noche llena de amor,
No quiero caricias,
Tan sólo quiero tu corazón.

Dime que me quieres,
Dime que me amas,
Pero no preguntes jamás,
Si lo que siento es de verdad.

El amanecer intenso confundirá tu piel con la mía,
Pero no lo tientes, no quiero que llegue.
Espera al momento, no te pongas nervioso.
Porque cuando sea preciso el tiempo
Aparecerá cada cosa en su lugar.

Desordenes en mi cabeza,
Desordenes en mi corazón,
No te confundas, te siento.
Tan sólo es la estúpida razón.

Att: Aje

Oscuridad en las masas

Siempre me gustó la sinceridad, pero no me gustó el dolor que ésta conllevaba, pensé que las consecuencias de un acto podían hacerme daño, y traté de mentalizarme para que éste no se llevase una parte de mí, pero no pude. Una imagen evadió mi mente: Él, besándose con otra. Jamás hube querido que se hubiese hecho realidad, pero así fue, y aunque creí estar preparada para ello, no lo estaba.
Mi orgullo estaba por encima de mí, y jamás permitiría que algo como aquello me derrumbase ante él. No alcanzaría a expresar el dolor de aquél acto, pues él era mi vida, mi razón de existir, pero estaba claro que eso ahora, no se iba a acabar ahí, así que con el rostro fruncido y haciendo fuerzas con las mejillas, asentí como una imbécil, deseando que fuese la hora para que se fuese, por no soltarle una de esas guantadas que le dejarían el moflete rojo como un tomate e hinchado como una pelota de baloncesto.
Trató de acercarse a mí, me conocía perfectamente, sabía que estaba tan enfadada como dolida, aunque trataba de esconderlo, pero me daba igual. Le avisaba con la mirada, no le hablaba por educación… Bueno, ¿A quién pretendo mentir? No le hablaba por no solarle una cantidad de idioteces con gran sentido y mucho sentimiento que me harían llorar ante él, como un bebé que se acaba de mojar el pañal. Pero no, no iba a ser yo ésta vez la que mojaría el pañal ante él, no sin que él, no sufriese. Sabía que mi ira iba a actuar de mala forma, pero sabía que él, de alguna forma, iba a sufrir más que yo a partir de ese momento, porque ahora a mí, me iba a ir genial. – Osas llegar a donde nadie, tocas donde nunca nadie ha podido tocar, robas mi corazón, lo arrancas, lo rompes prometiéndome que lo tratas bien, y te vas. No quiero que vuelvas a decirme que te importo, porque si te hubiese importado, lo hubieses hecho antes. ¿Sabes qué? Me has hecho daño, y esto, te perdurará más de lo que piensas. No te tortures por mí, tortúrate por lo que has perdido. Porque esto que está aquí, ahora será de otra persona, y sí, te quiero, es más, te amo. Pero ahora yo no soy dueña de mí. Te has llevado mi razón, y mi corazón. Pronto lo recuperaré y lo sé. Pero mientras tanto es hora de que me divierta. – Esbocé con las lágrimas contenidas. Sus palabras se le quedaron trabadas, sabía que le hacía daño, pero por una vez quería ser yo la que era mala, porque estaba cansada de que la gente me hiciese daño. – No hace falta que digas nada porque será en vano, no me pidas que no me mate, porque no te haré caso. No me pidas que no beba, porque no te haré caso, no me pidas que no me valla con quien menos me convenga, porque me iré. Y no tardaré poco en desaparecer de éste mundo, si no me devuelves mi corazón, mi razón, mi coherencia y mi razón de existencia. Seré dependiente de lo que a mí, me de la gana y quizás sea incluso todo lo que odie. Me odio a mí, ¿¿Aún no lo sabías?? Pero todo esto, te dará igual, encontrarás una carta mía escrita en mi habitación, en esa caja donde guardamos todo, en la que tendré mis confesiones más preciadas de después de esto y te arrepentirás… De absolutamente todo. Pero no voy a llorar delante de ti como una imbécil para que vuelvas, porque no quiero que lo hagas después de todo esto. Estoy cansada, de ser yo la que sufra, de ser yo la que llore y ser yo la que pase las noches en vela pensando en ti, y sin poder salir de fiesta y beber. Estoy cansada de mi casa, de estar encerrada el día entero y querer salir, beber, y pasarlo de puta madre con quien me de la gana y a la mañana siguiente aparecer en la casa de algún colega, tumbado con él o ella en la cama y sin acordarme de nada, pero riéndome. – Decía mientras retenía las lágrimas, deseando correr. – Trata de recordar los momentos buenos que hemos pasado… Fueron increíbles y… han sido muy especiales para mí, recuerda que te quise y que te quiero… Pero que ahora todo ha cambiado, ya nada es igual… No quiero que esto parezca un tópico, ni nada así. Porque estoy seguro de que te quiero, pero es conveniente que pasemos un tiempo separados. – Le corté la palabra riéndome irónicamente y negando, mientras una lágrima de odio recorría mi mejilla. – Los momentos buenos… ¿Qué? Todo no vale la pena si después te das cuenta de que es una mentira, de que me has mentido todo éste tiempo diciéndome que me querías, y esbozándomelo. ¡NO! ¡No quiero nada de ti! ¡No me toques, ni intentes tranquilizarme, porque no! Ya no formas parte de mi corazón, ahora lo tienes tú y crecerá uno nuevo, que tratará de resolver todos los líos que tú organizaste en mi vida, donde no deberías haber entrado. ¿Qué? ¿Me quieres? ¿PERO QUÉ TONTERÍAS SON ESAS? Si andas por ahí ya, sin querer saber nada de mi y mintiéndome. Quizás si lo hubieses dejado en el momento en el que me dejaste de ver como tu vida, te hubiese creído, pero… ¿cuánto ha pasado desde entonces…? – Decía mientras trataba de mantener dos metros de distancia a él. – Un mes… - Respondió. – Un sucio mes, en el que no eres feliz conmigo. ¿Sabes? Tengo muchos problemas, en mi cabeza surgen demasiadas conexiones fallidas y tengo antecedentes depresivos. Y es la única razón por la que puede que esté mal en ese único mes, y creo que después de tanto tiempo deberías saberlo. Pero no eres tú el que me deja, para ser amigos. Soy yo la que te deja, para irme de tu vida. Porque no puedo ser tu amiga… Porque mi corazón te pertenecerá, pero mi mente es una sucia perversa que hará de mi vida algo más que un puto sentimiento de mierda que me evadirá de la puta realidad. Hará de mi, algo diferente, pero tú no sabrás nada de mí. O quizás sí, cuando salga en las noticias mi carta escrita con sangre y mi nombre grabado, pero para entonces, estaré tan muerta, como podrida y no podrás hacer nada para remediarlo. – Salí corriendo mientras él, lloraba, sabía lo que él sentía pero sabía que yo me sentí aún peor que él y, que ésta vez, mi vida iba a cambiar más de lo normal. ¿Dónde iba? A casa no. Necesitaba salir, así que aparecí en su casa, en la casa donde más celos de él habitaban en metros cuadrados. ¿La razón? ¡Qué más daba! Toqué el timbre y salió ella. Mis ojos estaban inundados en lágrimas, como roto mi corazón. Mi vida estaba desmoronada y sabía que no podía estar sola. Abrió la puerta. Tan solo podía llorar en el sitio mientras la miraba con cara de idiota. Me miró y me abrazó automáticamente. – Me ha dejado… Lo ha hecho… No me quiere… No me ha querido nunca… Me ha mentido… - Decía balbuceando mientras lloraba en su hombro. – Vamos para dentro, ¿Te parece? Y hablamos más tranquila, mi niña.- Asentí como pude, tratando de secar mis lágrimas, pero ella me apartó las manos y con suavidad me las secó. Cerré los ojos y ella me cogió la mano guiándome hasta su habitación. Por suerte no había nadie en la sala de su casa, así que me alegré sólo por eso. Nos sentamos en una silla cada una, mientras ella me miraba cogiéndome las manos. – No me quiere, nunca lo hizo… - Dije mientras me desvanecía a llorar. Ella me acariciaba la mano en un intento de tranquilizarme. – Dijo que ya no era feliz conmigo y que desde hace más de un mes, dejaba de pensar en mí como su vida… - seguía mirándome, preocupada. Me encogí de hombros sin poder evitar ponerme a llorar, se levantó y me abrazó. – Siento unas ganas increíbles de morir… Y desaparecer de aquí… Como en mis sueños, cuando él no estaba, no… Ahora el deseo es mayor y evade parte de mi mente que podía ser feliz y pensó positivo. Ahora no puedo seguir aquí, todo me recuerda a él y… No voy a poder ser feliz… He rechazado miles de cosas por estar con él y… Ahora.. esto… No me lo puedo cre…er… - Decía entre lágrimas, debilitándome con cada pensamiento de éstas, y oyendo su respiración dolida por mí en mi oído. – Él te quiso, quizás no encontró el momento de decírtelo, mi vida… Él, estoy segura de que nunca quiso hacerte daño y de que aún te quiere, no como antes, pero te quiere… Podéis seguir siendo amigos… ¿no?- Negué con la cabeza, llena de lágrimas. – Jamás podría ser su amiga… - Me volvió a mirar a los ojos. – No hagas ninguna locura… - Me mordí el labio mientras escuché eso, y bajé la cabeza. – No me pidas eso… - Me agarró de la barbilla y la miré. – Ahora soy libre y no soy feliz, pero ahora haré lo que yo quiera, y no lo que los demás quieran… - Negó. – Yo jamás fui del montón y tú lo sabes. – Asentí. – No hagas locuras, hazlo por mí… Te quiero muchísimo… -. Me encogí de hombros. – No puedo prometer nada, lo sabes…- Me puso el dedo entre mis labios, haciéndome callar. – No me gusta ésta situación- Esbozó suspirando. – Ni a mí… - Me miraba mientras se mordía el labio. – Lo siento… - Negué. – No es tu culpa. – Bajó la cabeza y asintió. – ¿Por qué iba a serlo? – Cerró levemente los ojos mientras yo dejé escapar una lágrima que fue desplazada por una racha de viento que trajo la ventana de su habitación, ella me miraba con los ojos más brillantes y sinceros que nunca y me abrazó. – Te quiero… - Le miré fijamente a los ojos. - ¿qué hiciste? – Mordí encías. – Siempre te quise y… No deseaba mal para ti, pero yo… No… No puedo con… con ésta… con esta situación… siempre quise ser… ser feliz, contigo… pero ser feliz… como fuese… pero… feliz… contigo… Pero… ahora… me siento mal… porque tú estás mal… y cada vez que… venías a mí, con un problema, me partía… Porque siempre deseé ser él…- Decía con nerviosismo sin poder mirarme a los ojos. – Yo…- Me volvió a poner el dedo índice entre los labios sin decirme nada, pero sabiendo que quería sentirme libre esa misma noche. – Tú, vas a venir conmigo tan lejos como podamos, hoy mismo… Ahora mismo… ¿te parece? – Asentí, mirándola a los ojos. Me evadieron. Estaba perdida y ella se acercaba con las manos en mi cintura.
Cerró sus ojos y cerré los míos entreabriéndolos con lentitud para dejar que ella diese el paso, sin darme cuenta que a la otra parte de la calle, mirando para la ventana, estaba él. Me besó y acaricié su pelo mientras. Bajamos a la calle, y efectivamente, se acercó a pedirme una explicación. - ¡NO TENGO QUE DARTE MÁS EXPLICACIONES! – Me miró. - ¿Me has mentido todo este tiempo? – Negué irónicamente. – No, pero a partir de ahora voy a hacer todo lo que no pude hacer anteriormente. Y te vas a arrepentir. – Cogí la mano de ella y comenzamos a caminar, aunque dolida, con el orgullo por las nubes. Llegó la noche y estábamos en algún lugar alejado, con un par de botellas a nuestros lados y sin ser conscientes de la realidad. Reía feliz, o eso es lo que parecía. Reíamos tumbadas en el césped mientras mirábamos la luna, totalmente borrachas. - ¿qué pedirías a la luna? – Pregunté. – Besarte toda mi vida. – Respondió. - ¿y tú?- La miré. – Ser feliz y que tu deseo se pudiese hacer realidad. – Dije, no sabía si por la borrachera, o por el momento, pero lo sentía, aunque sentía dolor. Entonces se acercó a mí lentamente y me incorporé levemente, pero ella me echó al suelo con su chaqueta tras mi cabeza, mientras se mordía el labio mirándome. Traté sus piernas con mis manos con lentitud, intentando no ser muy efusiva. Sus labios recorrían mi cuello, bajando mientras desabrochaba mi camisa de la suerte, para besarme lentamente. Entonces, comencé a subirle lentamente la camiseta con cuidado de no hacerle daño. Acariciaba su tripa con cuidado, no sabía por qué, pero lo había soñado mucho antes. Le quité la camiseta completamente mientras tanto, ella comenzaba a besarme con lentitud el cuello tratándolo con cuidado. – Hoy serás mía. – Dijo mientras seguía y cogía una de las botellas. Bebió y me dio de beber a mí, haciendo que cayese de mis labios para besarme y volver a bajar al cuello. Me mordía el labio mientras podía sentirla anestesiada. Hecho sobre mi pecho para pasar más tarde la lengua. Iba bajando, pero me negué a ello subiéndole levemente por la barbilla hasta mis labios. - ¿Qué pasa? – Preguntó en mi oído, negué. – Aún no, princesa. – Asintió besándome de nuevo mientras trataba de desabrochar mi pantalón y dejaba quitármelo, no sin antes hacer lo mismo con el suyo. Rozaba con cuidado cada parte de su cuerpo, haciéndola sentir bien y ambas, sin dejar de beber. Dí la vuelta a la ronda tras sentir su roce extremo sobre mí. Comencé a besar su cuello y desabrochaba su sujetador para sentir su piel junto a la mía y ella, hizo lo mismo. Recorrí su piel con mis labios haciéndole llegar al éxtasis más extremo al que jamás llegaría. Terminamos las botellas y la sed aumentaba. Entonces ella llevó de nuevo el mando y le obligué a quedarse en mis labios. Pero donde siempre hay noche intensa, existe un amanecer inmediato. El sol nos invadió el rostro cuando ella estaba encima de mi, tapadas por una chaqueta que nos cubría. La observé durmiendo, y no alcancé a sentir la belleza de su rostro. Pero aún me sentía dolida. Ella despertó y me besó los labios. – Ha sido la mejor noche de mi existencia. –
Mi chip cambió, lo que pensé que iba a ser un mal cambio, fue todo lo contrario… - Antes de nada, eres mi amiga y he de decir que todo esto ha sido increíble y… Creo que, ahora lo tengo todo claro y… Toda esa tensión que tenía eran deseos de sentirte… Acabo de comprender a mi corazón y al tuyo… Pero no quiero que esto se convierta en una sola noche. Sé que aún estoy dolida por la mentira de él, pero sé que ahora puede haber algo más importante e intenso contigo. – Ella me miraba. – Te amo, y me encantaría que esto no fuese un cambio radical para mal, porque no aguantaría otro… - Me miró. - ¿qué quieres decir?- Le miré. – Que quiero pasar el resto de mi vida contigo. – Me besó y por una vez en mi vida, estaba segura de que ésta vez, era la definitiva.