Vistas de página en total

Bienvenidos

Quería dar la bienvenida y las gracias, a todos aquellos que visiten mi blog.
Agradecería el comentar alguna entrada, simplemente para saber lo que puedo mejorar.

¡Muchas gracias!
¡Un beso!

sábado, 14 de enero de 2012

Mátame

Me mata tu inseguridad,
Me matan tus miedos,
Me matan tus celos.
Vuelvo a morir, con todo ello.

Siento lentamente despellejarme
El corazón haciéndose pedazos,
¡Mi corazón no es de nadie!

¿No te enteras? Yo te quiero a ti.
¿No te enteras? Mi corazón te pertenece a ti.

No lo quieras en tus manos,
Pues es feo, y no está bien cuidado.
Dañará tu imagen, como a todos los demás…

Ah… Y se me olvidaba un detalle…
Con un poco de polvo, se puede rayar,
Es muy frágil, llora con facilidad.
Es estúpido e irónico a veces.

Siente mucho sobre las personas,
Tiene una gran capacidad de amar,
Es fácil de dañarlo.
Tú has de cuidarlo más.

Hace unos años, tenía envoltura.
Feliz era, nada le pasaba.
Creí que lo cuidaban, pero así lo devolvieron.

Ayúdame a arreglarlo, no lo ensucies.
No tengas miedo, él tiene más.
No te sientas mal, pues él se encogerá.

Dudas no quiere volver a sentir,
Parece fuerte y duro, pero dentro de él
Está realmente dolorido y a punto de romper.

Permíteme decirte, tu tienes la llave de ésta caja.
Tú tienes el secreto de éste corazón.
Cuídalo con tu vida, una de éstas, está en tus manos.
Y si te vas… Esto se va a convertir en un adiós.

Att: aje 14.01.12

Llámame

Mi calma te llama,
Ansia tu voz en el más profundo de los silencios.
Necesita besarte en el más intenso de los días.
Quiere hablar contigo sobre la eternidad.

Mi sonrisa te añora.
Añora unos labios que besar,
Una mente que descubrir
Y un abrazo que sentir.

En el sigilo de una noche de pasión,
Mi corazón se quiere descubrir sin miedo.
No en una tarde de añoranza,
Pues tranquilidad, no se siente.

Pretende con sigilo,
Acercarte a mi corazón,
Pero prométeme quedarte.
No necesito otro adiós.

14/1/12

jueves, 12 de enero de 2012

¿Un error?

Alguien cubrió mis ojos por detrás con suavidad, por lo que me dejé. Respiré profundo, sintiendo unos labios calientes sobre mi cuello, en ese momento, llevé mis manos hacia detrás, rozando la cintura de quién fuese esa persona. Se me hacía tan familiar…
Agarré sus manos y me dí la vuelta, me sorprendió. La abracé con todas mis fuerzas. – Te eché de menos, Megan… - Decía mientras la apretaba contra mi pecho. – Y yo a ti, princesa. – Me sonrojé, siempre supo cómo hacerlo. – Han cambiado tanto las cosas… No tienes ni idea… - Suspiré, y la miré. Ella decidió hacer lo mismo. – Para mí no han cambiado tanto… - Dijo mientras apartaba un mechón que entorpecía el poder mirarla. - ¿Cómo te va con él? – Su tono era más extraño de lo normal. – Me va genial, jamás pensé que podía ser tan feliz con una persona como lo soy con él… Es genial, en serio… - Sonreía como una tonta, y ella no paraba de mirarme a los ojos. – Parece que entonces sí han cambiado mucho las cosas… - Asintió con delicadeza, esbozando un poco de tristeza en sus palabras. - ¿qué pasa? – Pregunté con intriga. - ¿Qué me he perdido? – Ella negó y sonrió, como si nada estuviese pasando, como siempre.
- Nada, es que te eché tanto de menos… - Sonreí, y le besé la mejilla. - ¿Te apetece venir esta tarde a casa? – Me ofrecía. Asentí con rapidez. – Pero, no recuerdo muy bien donde vives – Torció la boca. – En ese caso, pasaré a buscarte a las cinco, ¿Te parece?- Asentí de nuevo. – Vete a prepararte, princesa. Iré a limpiar un poco la casa para que esté lista – Sonrió y me besó la mejilla. Se marchó y yo entré a casa.

Antes de las cinco, le mandaba un sms a Bruno, explicándole que iba a ir con Megan para que no se preocupase. Que seguramente estaría hasta tarde.

Tocó el timbre, y aún no sabía por qué, pero estaba muy nerviosa. Me vestí con unos de mis vaqueros ajustados desgastados cortos, unas converse y una camiseta tirada por el hombro. Ella apareció con unos vaqueros largos, una camiseta ajustada y unos botines. Siempre me pareció que iba hermosa. Se sorprendió al verme, y me comentó que iba hermosa. Me abrió la puerta del coche y nos dirigimos hacia su casa.
- Bruno me da envidia… - Dijo ella mientras conducía, yo me reí, y me lo tomé a broma.

Llegamos a su casa, estaba tan hermosa como la recordaba, cerré los ojos y respiré profundo. Recordé la primera vez que entré en esa casa y me enamoré de nuevo del pasado. Pero ahora no, ahora era una chica comprometida la cuál no podía hacerle eso a su novio, así que no me preocupé y sonreí. Fue entonces cuando ella me agarró por la cintura, guiándome hasta la puerta. Abrió esta estando detrás de mí, dijo que le esperase en el salón que traería algo de beber, esperé mirando la decoración, había puesto un par de cuadros más, en alguno que otro volvía a salir mi rostro.
Apareció con un par de copas rellenas de algo con bastante alcohol, supuse que por un día no pasaría nada, así que acepté una de ellas. Pasó la tarde entre charlas puestas al día y tres copas de más encima.

Decidí que era la hora de volver a casa, y ya que ni ella ni yo estábamos en condiciones de conducir, le pedí el teléfono para llamar un taxi y ella se negó. Pensó que sería mejor pasar la noche en su casa y ya me acercaría mañana. Negué, pues no quería ser una carga, y me acerqué a la puerta. Ella se puso ante mí y me arrinconó en ésta. – Vaaamos Megg, he de ir a casa, en serio… - Ella negó mientras se acercaba con lentitud a mí. –Vamos, estamos muy borrachas, no hagas algo de… lo… que… podamos… arre…pentirnos… - Dije mientras ella me besaba el cuello. – No… puedo… Hacerle… esto… a… Bruno… - ella acercaba su cuerpo contra el mío, pegándolo. Mientras pasaba su mano por mi tripa, con lentitud. Jamás supe resistirme a sus garras. Era tan hermosa, sabía cómo hacerme sentir bien en cada momento, y sabía cómo hacerme sentir la persona más preciada del planeta. Gemí mordiéndome el labio, mientras ella pasaba su mano por mi pubis, bajando lentamente, hasta hacerme sentir el éxtasis más profundo, en el cuál nunca había estado. Dejé que siguiera, no podía resistirme a tal recuerdo y mientras gemía traté de desnudarla, olvidándome de todo, el alcohol me había dejado anestesiada, y ahora sólo quería jugar. Rozaba sus pechos con máximo cuidado y deseo, sabiendo que era con diferencia, una de las cosas que más me atraía en el mundo. Besé su cuello, tratando de ahogar mi gemido en éste, olvidando la razón por la que había ido esta tarde, sintiéndome libre. Absorbí con todas mis ganas, dejándole un par de marcas de mi deseo en éste. En el fondo sabía que lo que estaba haciendo estaba realmente mal, pero que me estaba sintiendo como nunca. La incansable Megan había vuelto a sus andadas, y lo había vuelto a hacer conmigo. Al menos, eso demostró durante ocho horas en su habitación. Jamás alcancé a expresar el éxtasis tan profundo que llegué a sentir con ella y a juzgar por su respiración ella, también lo sintió.

La mañana siguiente sin saber qué había pasado realmente, en su habitación, desnuda, me despertó una dulce voz susurrando en mis labios. – Princeesaa…- Abrí los ojos y la vi, no sabía que hacer. Si besarla, sonreírle, abrazarle, salir corriendo, llorar… Sabía que fue una de las mejores noches de mi vida, pero también sabía que también quizás podía destrozar algo, y que no era la primera vez. – Te hice el desayuno – Dijo con la bandeja entre sus manos. – Es tu favorito, rubia – Sonreí ante el pánico. – Creo que debería llamar a Bruno… - Me miró bajó la cabeza y negó. –De eso nada, antes, desayuna- Alcancé mi móvil y vi unas 15 llamadas de él. Me asusté pues sabía que estaría enfadado y mientras obligada por ella, comía, lo llamaba. A la tercera, lo cogió. – ¿Bru..Bru..Bruno?- Dije tartamudeando. Él contestó enfadado. - ¿Dónde estás, Adele? ¿Qué has estado haciendo? ¿Por qué no me has cogido el teléfono en toda la noche? – Suspiré. – Mi vida, lo siento, lo siento de verdad, estuve aquí con Megan, estuvimos hablando y bebimos un poco, y no estaba en condiciones de volver a casa, me quedé dormida en su sofá y me quedé en su casa. – El parecía respirar tranquilo y se despidió. Prometí llamarlo cuando estuviese en casa. A eso de las una ya llegué a casa, pero no lo llamé, preferí esperar. Cogí fuerzas, lo llamé mientras lloraba. Mi mundo se había vuelto a derrumbar, todo había sido una gran mentira. – Bruno, joder, lo siento… Ayer volví a tener un desliz, estuve con Megan en su casa y… Ella y yo… Terminamos haciendo cosas de las que me arrepiento muchísimo… O eso creo… - Decía mientras casi se me cortaba la respiración. Jamás había amado antes a un chico como le amé a él, pero creí que volvió a florecer el sentimiento hacia Megan. Ella siempre fue una chica especial. – Lo siento, JODER, lo siento… Pero creo… Que… estoy… Enamorada… de… los… dos… - Lloraba mientras se lo contaba, sin poder evitarlo. – NO ME ODIES, POR FAVOR – Él no decía nada. – Háblame, por favor…- Le oía respirar y contestó – Me mentiste… cuando estaba preocupada por ti, tú estabas follando con Megan, ¿no? ¿Es eso? – Decía con enfado. – No puedo soportar una mentira, ¡SABES PERFECTAMENTE QUE LAS ODIO! Pero nooo… Lo peor no es que me mintieses, si no que no te dio por si quiera pensar en mi… ¿Sabes qué? Ya no tendrás que volver a hacerlo, porque esto, se ha TERMINADO. – Entonces colgó. Me derrumbé, cayendo al suelo lentamente. No sabía que hacer, pero la llamé. – Por favor, ven… Ven a casa, te necesito… Joder… Ven… - Decía entre lágrimas. – Claro que sí, rubia, ahora mismo voy para allí, ¿qué ha pasado? – Me decía con preocupación, parecía venir ya de camino. – Bruno… Bruno… Me… Me ha… dejado tras… contárselo… Coge las llaves de bajo el felpudo… -
Entonces entró por la puerta y yo estaba en la habitación llorando, arrinconada. Se acercó a mí, estaba completamente pálida y fatigada. Tenía los ojos rojos y estaba muerta de frío. Ella me abrazó, asegurándome de que todo iría bien. - ¿Por qué te ha dejado? ¿Qué le has contado, princesa? – Me miró con intriga y preocupación, abrazándome sentada en el suelo, yo sobre ella. – Lo que pasó anoche… - Me miró extrañada. - ¿Anoche? ¿qué pasó anoche? – Me sentí extraña con esa pregunta. – Nos… Nos acostamos y… Estuvimos toda… - Se sonrojó un poco, mientras me abrazaba. –Hubiese preferido estar toda la noche mirando la luna y pidiéndole un deseo por cada sonrisa que te consiguiese sacar, y así al menos no te haría llorar. Me gustaría decirte que fue mentira, pero… No, en realidad no puedo ya que fue una de las mejores noches de mi vida… Me obsesioné en que tú formas parte de mi vida, y así es, pero no puedo mentirte… - Suspiró. – Lo siento, princesa… Pero vivo por ti, y… no puedo parar de pensar en alguien que no seas tú, en unos ojos que no sean esos azules que me dejaron cautivada y en un pelo que no sea ese rubio que me resplandeció una primera vez – La miré a los ojos, sabiendo que ahora no me importaba nada más, aunque amase a Bruno, también. La besé, haciéndola callar. – Siempre quise pasar el resto de mis días conmigo, y siempre tuve miedo al compromiso. Siempre la cagué contigo y, sé que siempre he querido amarte. – Sonreí tontamente. - ¿Puedes decirle algo a la luna? – Asintió. –Claro, ¿qué quieres que le diga? – Susurré sobre sus labios. – Que nos lleve a ese viaje que siempre deseamos – Choqué sus labios con suavidad.


Att: Aje