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jueves, 17 de marzo de 2011

suicidio

Casi no podía caminar, sólo quería llorar. Pensé, que lo mejor sería tomarme una ducha. Así lo hice, tras desnudarme, me metí, casi sin fuerzas. Abrí el grifo y, aunque el agua que salía cada vez, era más fría, ya no me importaba nada.
Sentía como el agua, rozaba cada parte de mi cuerpo, y como lentamente me iba deslizando entre las baldosas de la pared, hasta caer sentada en la placa de ducha. Desde arriba, caía el tímido y difuminado chorro de agua. Quería morirme, se había acabado mi razón de ser. Ella ya no volvería… Mis lágrimas no paraban de salir, a pesar del frío. ¡Quería ir con ella! Total… ¿quién iba a notar la diferencia? En la estantería, había tantos objetos con los que acabar con todo, que, me sentía cobarde por no acabar. Había tantas pastillas como para matar a un oso.
Alcé el brazo, alcancé la cuchilla más cercana y, la empuñé. Imágenes venían a mi mente. Imágenes que no quería borrar. Sabía que era negativa, pero, tenía razón. Mi antigua razón, se había extinguido, mi pequeña razón, pero, gran alegría, se había ido a otro mundo. Para colmo, nadie sabía nada de cómo me sentía y, a cada momento parecía sobrar. Me sentía tan sola. ‘’Ya no más’’ Dije al mundo. ‘’ ¿Por qué te llevas toda mi felicidad…? ¡Llévame a mí! ‘’ Gritaba a cada momento, pero nadie me escuchaba. Agarré con fuerza aquella tijera, sentí que no podía más. Apreté mis ojos, poco a poco… podía comprobar como eso de ‘’ojos que no ven, corazón que no siente’’ era mentira. Mi cuerpo se desvanecía poco a poco. El agua fría… Bueno, ya no era tan fría, o, no sé, no sentía nada. Lo último que capté escuchar, fueron sus gritos de llanto.
No alcanzaría a explicar tan dolor sentido ante el llanto de una madre…
Yacía en aquella camilla, quería estar sola, a pesar de que me dolería más… Me tenían atada… Parecía que algo me apretaba al cuello, pero no era así, era mi obsesión.
Al estar sola en aquella habitación, quise desatarme, pero no podía, grité, en vano, ya que nadie me hacía caso. Sentí tanta culpabilidad por lo que causaba, que hubiese preferido haber nacido sola. Así no causar más daños.
De pronto, apareció una luz blanca por la puerta, era ella. Casi no le podía mirar a los ojos, sentía tanta vergüenza. Apreté mis puños, cerré con fuerza los ojos, deseando que todo eso solo hubiese sido una pesadilla. Estaba tan equivocada.
Las lágrimas salían de mis ojos, no quería verle de esa manera y, menos por mi culpa. ¡Era la culpable de todo! Sentí como ella rozaba mi mano, relajé el puño, para sentirle cerca durante unos segundos. No sabía qué decirle. Ella era mi obsesión, mi felicidad. Ella lo era todo, era la única luz que me guiaba. Me limité a fijar mi mirada sobre sus resplandecientes ojos, mientras una lágrima recorría mi rostro. Cerré los ojos por un segundo. Ella acercó su mano hacia éste, recogiendo la lágrima con delicadeza, fue cuando entonces susurró ‘’Te quiero...’’. Sonreí, le miré a los ojos, vi cómo se acercaba a mí, me sentía tan débil. Pero el roce de sus labios me hizo fuerte. No quería que aquél momento acabase.
Entonces, fue cuando alcancé a despertar, después de seis meses. Sí, los gritos, las lágrimas habían sido ciertos, pero el susurro de su amor, tan sólo fue fruto de mi cerebro. De mi estúpido y maldito cerebro. Cuando abrí los ojos, no había nadie en aquella habitación blanquecina. Me sentí tan sola y tan débil, que, alcancé a ver un teléfono, recordé su número, tomé el valor para llamarla. Y, con una voz temblorosa alcancé a decir. –Sólo quiero que sepas, antes de que todo esto acabe. Que, todo este tiempo… Mi cerebro, ha estado activo… Pensando en ti…- El teléfono se calló y mi corazón, jamás volvió a latir.
Att: Aje

miércoles, 16 de marzo de 2011

Llegada

Al borde del abismo, espero tu regreso, mientras a letras de melodía a la vez que acaricio las finas cuerdas de mi guitarra. Sé que no volverás, aunque yo, te esperaré. Nunca estuviste, pero mi cabeza no lo ve así.