Las ganas de verla aumentaban por momentos. Sería la primera
vez que estaría con ella. Pensaba que me estaba enamorando, en tan poco tiempo…
Había conseguido sacar en mi interior grandes sentimientos. Llegué al sitio dónde
me encontraría con ella, nerviosa, con el móvil en la mano, me puse a escuchar
música. Al rato, al escuchar unas cuantas, sentí como una presencia aparecía
por detrás de aquél banco y me cubría los ojos. Reconocí su aroma y esbocé una
media sonrisa. – Hola Ciara. – Ella, deslizó sus manos hasta mi cuello y una
vez así, la miré echando la cabeza atrás. – Buenas tardes, Adele. – Dijo soltando
una de esas sonrisas que me hacían no desviar la mirada de sus labios. -
¿Vamos? – Dijo tras un momento así, quitando sus manos de mi cuello. Asentí y
me levanté. - ¿dónde quieres ir? – Dije mientras dirigía mi mirada hacia ella,
colocándome la maleta ya levantada. - ¿Nos acercamos a la playa así? No debe
haber mucha gente la hora que es. – Miré el reloj, eran las 10 y media. Asentí
a su propuesta. Caminamos hacia el lugar, entre breves silencios que ella
trataba de evadir haciendo alguna broma de darme en el brazo. Sonreía. Aquellas
estaban siendo las situaciones más ‘hermosas’ de mi vida en ese momento.
Llegamos a la playa y, efectivamente, no había nadie. Ella
cogió con suavidad mi mano, tirando levemente para llegar más rápido a la
arena. Nos fuimos al final de la playa, cerca de las rocas, lejos de las casas
y acercándonos a la oscuridad. Una vez allí, solté mi maleta mientras la miraba
con una sonrisa. Me senté en la roca, una vez que ella soltó mi mano,
repitiendo mi mismo proceso. Llevé mi mano a dentro de la maleta, saqué un
cigarrillo mientras la miraba y lo encendí, sin decir nada, ofreciéndole del
paquete. Ella negó y, antes de que me lo encendiese, me paró. Abrió su paquete
enseñándome un par de porros que tenía por ahí y varios por hacer. Solté una
sonrisa y capté la indirecta. Guardé el cigarro mientras ella se encendía uno
de esos porros. Las canciones eran acompañante de nosotras y nuestras voces se
unían en una para cantarlas. Las risas eran acompañantes de nosotras.
Sentadas en la arena, recostada en las piedras, ella recostó
suavemente su cabeza sobre mi pecho. Con mi brazo, rodeé sus hombros, dándole
un suave beso en su pelo, pudiendo notar su aroma. – Ciara… - Murmuré, queriéndole
decir todo en un momento, quizás aquél porro empezó a hacer efecto. Me arrepentí.
– Dime… - Dijo ella mientras miraba al frente. – Nada… Nada… - Contesté, a
sabiendas que la estaba fastidiando un poco por haber callado. – No, dime dime…
- Respondió con tono levemente preocupado. Solté una pequeña risa, y, tratando
de evadir el tema para quitarle importancia, bromeé. – Pasa un poco que te lo
quedas tú sola, ¿no? – Murmuré en su oído con tono jocoso. Ella se incorporó
levemente y yo, con mi mano apoyada en ella, acaricié su cuello con suavidad
con una sonrisa. Le dio una calada a aquél tubo de la felicidad mientras me
miraba a los ojos y luego, con éste entre sus dedos lo acercó a mis labios, dejándome
darle una. Acto seguido dí otra y antes de soltar el humo, ella se acercó a mí
con sus labios levemente abiertos, para que se lo pasase. A menos de medio centímetro
de ella, solté suavemente el humo mientras la miraba directamente a los ojos,
algo nerviosa. Absorbió el humo, y luego, lo soltó poco a poco, habiendo
acabado ya aquél porro. Hundió su rostro en mi cuello, y llevó su pierna sobre
la mía, enlazada, quedándose abrazada a mí. Solté una estúpida sonrisa
convertidas en nervios al notar su
respiración sobre mi cuello. Me mordí el labio. Acaricié su cuello con levedad.
- ¿Estás cansada? – Pregunté, murmurando sobre su oído con suavidad. Ella negó
y dio un suave beso sobre mi cuello, lo que me dejó un par de segundos en una
especie de estado de shock sin poder casi respirar, ella sonrió y luego pegó un
suave mordisco. Llevé mi mano a su cintura acariciándola levemente. – Si haces
eso puedes… ponerme muy nerviosa… - Parece que aquello no le sirvió de
advertencia. Sus piernas rodearon las mías, quedándose así sobre mí, besando mi
cuello. Llevé mi cabeza a las rocas mientras apoyaba mis manos sobre su cintura
apretando suavemente. – Vas a hacer que te tire en la arena y… - Decía,
levemente entrecortada. Ella mordisqueó mi cuello como quien hace tal cosa, con
una sonrisa levemente burlesca. – ¿Y…? – Contestó ella mientras susurraba en mi
oído propinando varios mordiscos. – Me vas a volver loca… - Podía notar como el
calor subía por mi cuerpo, al igual que sus manos vagando por el lado de mis
pechos descaradamente. Llevé mis manos a su cintura, apretándola al notar la
intensidad de sus besos subir. Efectivamente el porro había hecho su trabajo. –
Bésame… - Me armé de valor para hablar una palabra completa. Ella seguía sobre
mi cuello y negaba con picardía. – Aguanta… - Dijo mientras seguía, llevando
sus manos bajo mi camiseta hasta dar el roce con mi sujetador. Apreté mis manos sobre su trasero acercándola
levemente hacia mí. Moví el rostro para apartar sus labios de mi cuello y
comenzar a llevar el ritmo. Con mis manos en su trasero, apretándolo con
suavidad, comencé a besar su cuello en varios intentos de enloquecerla allí
mismo. Ella parecía corresponder, uniendo sus manos en mi espalda, clavándole
suavemente los dedos. Se deshizo de mi camiseta, echándola al mismo lado que
las maletas, y así lo hice con la suya, acto seguido. Acaricié con suavidad su
trasero mientras ella acariciaba mis pechos. La levanté suavemente como pude,
tumbándola en la arena, quedándome sobre ella. Juntando mi cadera a la suya,
separé mis labios de su cuello para mirarla a los ojos fijamente. – Dime que…
No es cuestión de porro… - Dije mirándola a los ojos, no quería que fuese algo
sin más. Ella negó mientras me miraba a los ojos y, con lentitud llevé mis
labios hasta sus labios, rozándolos con levedad. Cerró sus ojos, cerré mis
ojos. La besé con lentitud, de la forma más apasionada y romántica que podía
llevar a cabo. Junté mi cadera con la suya, frotando suavemente ambos sexos.
Llevé mis manos a su pantalón, deshaciéndome de éste y, acto seguido, ella hizo
lo mismo. Sin separar mis labios de los suyos, uní mi lengua junto a la suya. Llevé
mi mano por su cuerpo, acariciándolo con suavidad y dulzura cada resquicio de
su cuerpo, desembocando en su sexo. Acaricié éste sobre su ropa interior
mientras jadeaba suavemente sobre sus labios y podía notar el incremento de éstos
sobre mis labios. Presionaba sobre sus labios mayores en círculos notando cómo
se iba excitando. Ella me miraba a los ojos. Me deshice de su ropa interior
completamente, dejándola desnuda. Acaricié con suavidad su sexo, excitándola.
Cada segundo pasaba y sus gemidos se iban descontrolando, con el roce de mis
labios por todo su cuerpo. Pude notar sus contracciones del orgasmo con mi
propia lengua. Pude notar su placer con sus propios gemidos. Ella me acarició,
me tocó, me hizo sentir la mejor persona del mundo, me hizo sentirme feliz con
tan sólo unas caricias, unos sentimientos y unos orgasmos en un momento. Sus
labios recorrieron todo mi cuerpo, su lengua indagó lo más desconocido haciéndolo
salir a la luz. Me hizo jadear, gemir, me hizo sentir como nunca antes y,
finalmente, quedó sobre mi pecho, desnuda las dos. La miré de reojo con una
suave sonrisa y ella me miró. - ¿Qué… Significa todo esto, Ciara…? – Dije,
murmurando mientras me miraba a los ojos. – Significa… El miedo de decirte todo
lo que me has hecho sentir… - Hundió su rostro en mi cuello. – El miedo… de
decir que me encantas y me encanta estar contigo… - Besaba suavemente mi cuello
subiendo éstos hasta mi mejilla mirándome, como si quisiera pedir un beso en
los labios. - ¿Sabes a qué tengo miedo…? – Dije, mirándola a los ojos. - ¿a qué?
– Contestó ella mordiéndose el labio. – A que todo esto sea un sueño, que ahora
despierte y me quede con las ganas de verte al despertar ahí dormida, desnuda
sobre mí. Al no poder besarte por miedo al rechazo. Y, que ahora te vayas y me
dejes tal cual… Con una cara de idiota impresionante… A eso tengo miedo… A que
todo esto no sea nada… - Ella me miraba fijamente a los ojos. – Creo que… - Se
mordía el labio nerviosa. – Ciara… No quiero que esto se quede aquí… - Ella
esbozó una tímida sonrisa. – No sé si podré prometerte una eternidad, pero…
Quiero intentarlo… - Solté una sonrisa estúpida. – Eso significa que est… -
Ella me calló con un beso dejándome sin decir nada. – Significa fecha, hora,
momento y sólo nosotras… Si tú quieres… - Mis mejillas se ruborizaron levemente
dándole a entender en una noche llena de pasión que aquello tan sólo sería el
comienzo de una nueva relación.
Att: Aje 13.07.13