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miércoles, 24 de abril de 2013

Feliz cumpleaños.



Todos se fueron y tan sólo quedamos ella y yo. La miré y me miró, me quedé embobada en sus ojos, aquellos que ya me tenían loca de hace tiempo y tan sólo conseguía desviarme de ellos para mirar sus labios y esbozar una tímida sonrisa, con la que, acto seguido desviaría mi mirada hacia abajo, al no saber qué hacer. Pasé mi brazo sobre sus hombros, mirándola. Hacía algo de frío, ella me miró esbozándome una hermosa sonrisa, aquella que siempre había tenido y yo, me puse un poco nerviosa. Me mordí el labio. Trataba de evadir aquél gran, aunque algo incómodo momento, así que saqué el móvil con cuidado y puse una canción mientras apoyaba mi rostro sobre su pelo, dándole en éste un suave beso. Solté un leve suspiro sin decir nada. - ¿Estás bien? – Dijo ella, con aquella hermosa voz suave y tranquilizadora, bajada de  tono, cerca de mi oído. Aquello me ruborizó un poco, me encogí un poco de hombros y saqué otra vez aquella y estúpida tímida sonrisa mientras sentía su mirada sobre mis ojos. La miré mordiéndome levemente el labio inferior – No te preocupes, enana – dije mirándola y desvié rápidamente la mirada, pues, no podría quedarme así mucho tiempo sin que fuesen más que obvias mi inmensas ganas de plasmarle un beso en aquellos suaves labios. Acaricié su hombro con cuidado y, mordiéndome el labio por la impotencia, subí éstas caricias sobre su cuello, sintiendo como alargaba éste y echaba su cabeza sobre mí. Me puse más nerviosa, pero traté de tomar aire con normalidad. Besé su pelo con suavidad y una estúpida sonrisa en mis labios – Te quiero – Murmuré en un tono de voz bastante bajo y noté como una sonrisa se apoderó de su rostro, ¿Se habría enterado? No sabía si quería saberlo. Cerré con suavidad mis ojos, la verdad es que no me encontraba demasiado bien para estar en la calle, pero, no iba a cambiar ese momento por nada del mundo. Ella se me incorporó con levedad y me miró. La miré al notarla así. – Creo… que será mejor que me vaya ya a casa… - Dijo mirándome directamente a los ojos. - ¿Te acompaño? – Dije mirándola, no quería que se fuese, pero, ¿qué iba a hacer? ¿Retenerla conmigo? Ella aceptó. Caminando, su mano chocó contra la mía accidentalmente y, ambas manos quedaron unidas. La miré con mi rostro algo enrojecido y con una sonrisa idiota guardada en mi interior que, trataba, en un inútil intento de morderse el labio inferior interior, no ser esbozada. Acaricié sus dedos de forma lenta y prolongada deseando que el tiempo se parase, pero eso no iba a pasar, aquello iba a acabar tan pronto como empezó; ya estábamos llegando a su casa. Subí el escalón que daría a su propia acera y me quedé mirándola de la mano con una estúpida sonrisa que no conseguí borrar y, llevando la mano izquierda a su rostro con lentitud, acaricié su mejilla con el pulgar de ésta, acercando mi rostro al de ella muy lentamente mientras, de reojo podía contemplar aquella sonrisa mientras se mordía levemente el labio. Rocé con mis labios sus mejillas y ella soltó mi mano para llevar éstas a mi cintura, así fue como coloqué ambas manos mías sobre su rostro. Tras el beso de su mejilla la miré directamente a los ojos, muy nerviosa. Necesitaba besarla, quería hacerlo, no podía irme sin hacerlo pero, ¿y si la fastidiaba? – No quiero que te vayas… - Murmuré, con los ojos cerrados. Apoyé mi frente sobre la de ella mordiéndome el labio inferior mientras no apartaba mis manos de sus mejillas. – Hoy mis padres no están… - murmuró mientras noté su penetrante mirada sobre mi rostro, lo cual hizo que me ruborizada, al abrir los ojos y comprobar que así era. Me quedé embobada sobre sus ojos sin poder tener el valor de decir nada y cuando lo intenté, algo en mí no dejaba más que balbucear, ella soltó una sonrisa, lo cual me enrojeció aún más – Eres un tomate… - murmuró ella de forma cariñosa mientras arrugaba su nariz al juntarla con la mía con suavidad. Ese era mi momento, tenía que besarla, impulsé suavemente mis labios para juntarlo a los de ella, pero no tenía valor. Suspiré. – Quédate un rato más… - murmuré de forma muy baja, no sabia del todo si quería que se hubiese enterado. Mordí mi labio y ella, subió su mano derecha de mi cintura hasta el labio para acariciarlo. El corazón se me salía por la boca. – No te muerdas el labio… - Dijo mirándome a los ojos. La miré, desviando la mirada a sus labios, dejando que el labio se deshaga con la inercia del impulso de su dedo sobre éste y dí un suave beso sobre su yema. No tenía valor de decirle nada, pero… Aquello se me estaba haciendo eterno. Necesitaba besarla, ella se mordió el labio y yo la miré con una sonrisa, llevé una de mis manos, con un dedo a su labio para deshacerlo – No te muer… - Mi dedo se apartó de entre las dos, y ella, cortó mis palabras con un suave beso que, juntando mi cuerpo con el de ella y enlazando mis dedos en su nuca, correspondí. Solté una sonrisa bastante tímida al sentirlo, a la vez que mi corazón parecía estar volando por el impulso del latido. Sus labios se aproximaron con más intensidad a los míos mientras enredaba mis dedos detrás de su nuca, bajo su melena y con un suave beso, acabó. Me miró a los ojos, avergonzada, y parecía soltarse de mí. ¿La habría fastidiado? Esperaba que no. Pero acto seguido, comenzó a hablar. – Lo… Lo… Lo siento, Adele… - Dijo, negué y cogí sus manos incrustándolas de nuevo sobre mi cintura y volví con mis manos a su rostro con suavidad con la sonrisa más sincera que nunca había mostrado, llevé mis manos a su nuca y, acercando mi rostro al suyo lentamente me dejé llevar por mi corazón y la besé con mucha suavidad, comenzando por el enlazar de sus labios con los míos. Mordió mi labio inferior tirando hacia ella con una sonrisa y esa cara de niña mala que me enloquecía por momentos – quédate en casa ésta noche… - Dijo mirándome a los ojos tras soltar mi labio inferior – mis… padres no estarán… Pide permiso y… quédate… - asentí llevando ésta vez mis labios a su mejilla y rozando estos hasta su oreja, plasmando un suave mordisco en su lóbulo y susurrando – Ahora mismo… - Dijo con una sonrisa, soltando una mano para coger el móvil, mirándola a los ojos. Marqué el número de mi madre, aún me quedaba un día para los 18, así que sería buena idea avisarles de que no dormiría en casa, supuse que me darían permiso, pues ya tenía edad y, tras un poco de nervios a la espera de su respuesta, aceptó. La miré, y plasmé una gran sonrisa dándole un abrazo mientras ella me correspondía con otra como la mía a la vez que me rodeó con sus brazos. - ¿Entramos? – Murmuró ella con voz dulce sobre mi oído, a lo cual me estremecí con levedad y asentí al momento. Ella me abrazó suavemente por detrás y me llevó a la puerta acariciando mi tripa. Abrió la puerta de afuera y luego me dejó entrar, tras entrar y cerrar ella, siguió guiándome con sus manos sobre mi tripa hasta entrar dentro de la casa. La miré, dándome la vuelta y le miré - ¿Vemos una peli? Haré palomitas y… si quieres te dejaré algo de ropa para que estés más cómoda – Dijo con esa sonrisa dulce sobre sus labios la cual me hacía sonreír a la vez que intimidarme. Asentí y ella, tras dar un beso suave sobre mis labios y volver a dejarme atontada, susurró sobre mi oído – ven conmigo, te daré algo – Cogió mi mano y me llevó hasta su habitación, no muy lejos del salón, me quedé mirando cada detalle, cada foto, cada resquicio de ésta quedándome con una sonrisa mirándolo todo. Ella, fue a su armario y sacó unos pantalones y una camiseta cómoda, además de unas zapatillas. – Siéntete como en casa. Cámbiate aquí mismo e iré haciendo palomitas, ¿qué película quieres ver? – Dijo mientras me miraba directamente a los ojos – cualquiera de miedo estará bien – Asentí mirándola con una tímida sonrisa mordiéndome el labio. Ella se fue, cerrando la puerta mientras miraba – Oye… - dijo con voz dulce a la vez que un poco ronroneante. La miré alzando una ceja levemente, divertida - ¿No me vas a dar un beso? – Dijo mirándome con cara de niña pequeña, sí, esa, exactamente la que me volvía loca y no me dejaba responder a mí. Me acerqué a ella y con suavidad, con mi rostro sobre el de ella encajé nuestros labios, la miré con una sonrisa. – Así mejor – dijo ella, saliendo acto seguido con una sonrisa, muy alegre.
Me cambié de ropa lo más rápido que pude y cuando salí, estaba ella en el sillón, habiendo preparado ya las palomitas y puesto una película de miedo, por la cual, ni me preocupé demasiado de saber del título. Me senté a su lado mientras la miraba con una sonrisa, enlacé mis dedos con los de ella con suavidad. Ella le dio al play. Ella se apoyó levemente sobre mí y yo rodeé con mi brazo sus hombros con una sonrisa, sin poder parar de pensar en aquellos besos, mordiéndome el labio. Miraba la película aunque perdida. El tiempo iba pasando y el bol de palomitas ya se había acabado, aunque aún la película seguía su curso, bebí un poco de agua y ella me miró con una sonrisa. Acarició con su mano mi mejilla y yo puse mi mano sobre su tripa. Sus labios se acercaban a los míos tras habernos enlazado en una mirada cómplice.  Su rostro, serio y callado parecía corresponder de forma extraña a aquella situación, pero no dejaba de disgustarme. Sus labios se encajaron con los míos y cerré mis ojos cayendo en la tentación de besarla de forma lenta y prolongada usando varias veces la lengua en la busca del juego con la de ella y ella correspondió. Rodeó con sus piernas mi cintura, sentándose sobre mí y yo, pasé mis besos de sus labios a su cuello, pude escuchar sus suaves jadeos mientras esbozaba una sonrisa. Mordí su cuello y luego pasé la punta de mi lengua desde su clavícula hasta bajo del lóbulo de su oreja para más tarde pasar dándole mordiscos por la zona, noté algo más intensos sus jadeos. Eché la vista hacia ella, de reojo y la vi con los ojos cerrados y su labio inferior entre sus dientes. Sonreí tras notar sus caricias intensas sobre mi cintura, subiéndome la camiseta. Me dejé quitar. Acaricié su cadera, llevando mis manos al bajo de su espalda, sin dejar los besos de su cuello a un lado, subí su camiseta, deshaciéndome de ésta mientras ahora, la miraba a sus ojos. Acaricié su tripa con suavidad soltando una estúpida sonrisa, llevé mis manos al bajo de sus pechos, acariciando éstos con la yema de mis dedos, ella se mordía el labio mientra acercaba éstos a mi cuello. – Me vas… a… enloquecer… - dije entre jadeos al sentir sus labios sobre mi cuello y más aún al sentir sus manos sobre mis pechos. Apreté mis manos sobre el bajo de su espalda, llevándolas hasta su trasero. Sus besos seguían con intensidad sobre mi cuello, haciéndose notar pequeños mordiscos en zonas sensibles de éste y más tarde absorbió, dejándome marca, o eso pensaba, pero no le di importancia. Pasamos un rato sobre el sofá, en la misma posición. No aguantaba más. Apreté su trasero y mordí con suavidad su hombro. - ¿Vamos a tu… habitación…? – dije, notando que era el final de aquella película, ella asintió sin dejar de besar cada punto de mi cuello con sus manos sobre mis pechos, llevando ahora una para agarrarse a mi nuca, al levantarme con ella en mi cintura. La puse contra la pared, presionando mi sexo contra el de ella, en busca de sus labios y tras encontrarlos, con su trasero apretado por mis manos, la terminé de llevar a la cama, echándola ahí mientras la miraba con una sonrisa pícara. Me puse sobre ella con una sonrisa, agarrando sus manos hacia arriba para tentarla, ella me miró con una sonrisa de mala y yo rocé mis labios con los de ella mirándola. Al notar que trataba de besarme, me alejaba con levedad, notando cómo poco a poco su respiración iba a más. – Mala… - Dijo murmurando, algo ronroneante de nuevo. Negué mirándola a los ojos – Tú fuiste mala conmigo antes… - ella me miró con cara sorprendida. - ¿Yo? ¿Cuándo? – alzó una ceja divertida mirándome y me mordí el labio, di un suave beso en sus labios – en el salón – rocé mi sexo con el de ella, estando sobre su cintura recostada mientras la miraba directamente a los ojos mordiéndome el labio inferior con fuerza y ella, hacía lo mismo. Cerré de nuevo mis ojos, encontrándome con su cuello y, sin dejar de dar suaves caricias con mi sexo sobre el suyo, llevé con suavidad mis manos por su cuerpo, ésta vez, observándola de reojo con una sonrisa. Me incorporé sentada sobre ella y llevé mis manos hasta la tiranta de su sujetador, sobre sus hombros. Los acaricié con una sonrisa. Si aquello era un sueño, quería que fuese eterno. Cerré mis ojos un momento mientras bajaba mis manos a sus pechos y comencé a acariciarlos con levedad y suavidad, masajeándolos mientras la miraba directamente a los ojos. Lleve mis manos hasta su espalda, escondida en el colchón y, con una de estas, me deshice del broche de su sujetador, así quitándosela. Ella me miraba mordiéndose el labio y yo, tan solo podía sonreír como una estúpida. Tiré a un lado del cuarto su sujetador y contemplé con detenimiento cada uno de sus pechos, pasando mis manos por su tripa, con mucha lentitud y luego llevándolas a su vez a sus pechos, masajeando éstos mientras no dejaba ahora, de nuevo, de mirarla a los ojos. Ella correspondía ésta mirada cómplice con una sonrisa y su mordida en el labio. Llevé mis labios a su oído soltando un leve murmuro mientras vagaba con mis manos sobre su tripa mientras escuchaba sus jadeos ante la llegada de las caricias a su pelvis – Me encantas… - Dije sobre su oído y luego, mordí el lóbulo soltando leves jadeos. Con mi mano en su pelvis, acariciaba mis dedos sobre el borde de su pantalón mientras podía sentir cómo su corazón latía más fuerte. Me encantaba. Poco a poco fui bajando ésta mano, deshaciéndome de su botón, y a consecuencia de esto más tarde, de su pantalón. Sobre ella, en la misma posición, comencé a besar con mucha suavidad y lentitud sus labios haciendo uso de mi lengua, lenta y prolongadamente, así pudiendo notar la suya. Ella llevó sus manos hasta mi espalda, apretándola con fuerza al sentir el roce de mis dedos sobre su monte de Venus, sobre su ropa interior. Mordí su labio inferior, para así mirarla directamente a la cara, a sus ojos y, viendo sus labios entreabrirse a la vez que sus ojos, pude notar cómo poco a poco su excitación iba aumentando. Llevé dos de mis dedos a su sexo, pudiendo notar cómo se iba excitando y, con mi jadeo ahora sobre su cuello y el suyo sobre mi oído acaricié sus labios mayores, presionando en círculos. Noté gemidos ahogados en una auto-mordida de labio inferior y solté una sonrisa. Pasé mi lengua sobre su cuello, me deshice de su ropa interior, dejándola completamente al desnudo. Sus manos vagaron sobre mi espalda y se deshicieron de mi sujetador, echándolo a un lado. La mire directamente a los ojos y volví a la caricia en círculos de sus labios mayores. Ella cerró sus ojos mordiéndose su labio y yo me quedé mirándola, excitada. Sus manos recorrieron mi espalda y la llevaron hasta mis pantalones. No sé cómo, sin deshacer la unión de mi mano sobre su sexo, se deshizo de éstos y comenzó a acariciar mi sexo sobre mi ropa interior, muy excitada – Quieta… - Murmuré ahora sobre su oído, bastante excitada – Te toca a ti… - dije con voz entre gemidos y más tarde, dejé de hablarle al oído para besarla con suavidad. Con el uso de mi lengua sobre su cuello, comencé a acariciar sus labios menores y noté una intensidad mayor en el roce de mi lengua con la de ella. Mis caricias llevaron a su clítoris. Presioné sobre éste varias veces en busca de sus gemidos y, poco después de el roce continuo, pude escucharlos, por lo que sonreí y, sobre sus labios, llevé mis labios a su cuello, con mordiscos, a sus pechos, quedándome en éstos, sin dejar el roce de su clítoris, notándola bastante excitada. Rodeé y exploré cada uno de sus pechos, llegando así a su pelvis. Mientras la miraba, abriéndola de piernas con mis dedos sobre su clítoris, me mordí el labio. Posé mis labios sobre su sexo, apartando de éstos sus labios mayores, dejando abrir por sí solo a sus labios menores. Cerré mis ojos y pasé con suavidad la punta de mi lengua por su sexo al completo. Introduje mi dedo índice sobre su vagina, moviéndolo con suavidad a la vez que la miraba con la lengua sobre su clítoris. Cerré con fuerza mis ojos y comencé a pasarla sobre éste con más intensidad, notando sus gemidos subir el volumen y sus manos sobre mi pelo haciendo presión. Pasó el rato, y seguía sobre su sexo notando sus contracciones. Aumenté la velocidad e intensidad notando como ahí estaba, había llegado. Subí mis besos sobre su tripa, sus pechos y cuello hasta llegar a sus labios, sintiendo todo sus jadeos sobre éstos. Ella quiso llevar el ritmo ahora. Me puso debajo suya mientras me besaba con mucha intensidad y, acariciando mi sexo, pude notar como mis jadeos se iban aumentando. Se deshizo con rapidez de mi ropa interior y yo, apretaba las manos contra su espalda, excitada. Sus manos indagaron mi sexo, paseando por mi clítoris hasta llevar a mi vagina y una vez allí, juguetearon. Noté como sus besos iban bajando por mis pechos, mi tripa hasta llegar al punto de encuentro donde me haría gozar. Noté todo de ella sobre mí, no podía hacer más que ejercer presión sobre su cabeza con levedad mientras la estaba notando, arqueaba mi espalda sintiendo leves contracciones de placer. Apreté mis manos contra las sábanas, casi deshaciéndome del orden que la cama tenia al principio. Abría mis piernas para sentirla a la vez que movía mi cadera. Notaba que sus movimientos no cesaban y cada vez iba a más intensidad. Soltaba gemidos descontrolados, que, por más que quería, no era capaz de controlar. Movía mi cintura con fuerza y ella, lo notaba y a su vez, me respondía con una cálida sonrisa. Tras un rato de placer, ella notó mis fuertes contracciones, estaba llegando al punto de placer más extremo que jamás hubiese tenido. Llegué con casi un grito que no pude contener. Sus besos subieron por mi tripa, mis pechos y mi cuello hasta llegar a mis labios, una vez allí, pasó su lengua por éstos y más tarde me besó, dejándome con una sonrisa idiota. Se recostó a mi lado, tapándonos con la sábana que casi quitamos entre las dos. Desnuda, abrazada a ella, ella sobre mi pecho, ¿qué más podía pedir? - ¿Qué hora es? – murmuró ella sobre mi oído. Aún era relativamente temprano, aunque estábamos cansadas. – Las una, más o menos. – Ella se acercó a mi oído con suavidad y besó éste mientras murmuraba con aquella voz dulce que siempre me había enloquecido. – Feliz cumpleaños… cariño… - sonreí como una idiota. Ella era el mejor regalo que jamás podría haberme sucedido, aquello, ahora estaba segura que no era un sueño, pero prefería que aquél tiempo fuese eterno. – Gracias… - sonreí mientras la miraba al contestarle. Ella posó mis labios sobre su cuello. Ahora se había dado cuenta de todo, y, me alegraba de que fuese así, pero necesitaba saber qué éramos, pues ahora no sabía nada. - ¿Puedo preguntar algo? – Dije, ella asintió mirándome desde mi pecho - ¿Qué somos? Es decir, antes… éramos amigas y… ya sabes lo que siento por ti… - Ella me miró incorporándose un poco sobre mi pecho - ¿Qué sientes por mí…? – dijo con aquella dulce voz que me tenía enloquecida. – Antes, sentía ganas de besarte. Ahora me encantaría hacerlo todo el tiempo. Siento que contigo se me van los problemas, que quiero pasar más de un cumpleaños a tu lado, que quiero que… todo esto… no sea para siempre, si no, al menos, para lo que nos quede de tiempo, sea cual sea el fin de esto. Siento que quiero cogerte de la mano al caminar y besarte todo el trayecto sin dejar que digas ninguna palabra. Siento ganas de hacerte enfadar para luego darte un beso callándote la boca. Siento que… Si mañana me levanto y todo esto ha sido un sueño, todo se irá a la mierda. Siento que… te amo… Y que estoy enamorada de ti… Y todo esto tan solo lo ha reforzado… Pero… lo más reciente, es que… ésta ha sido la mejor noche de mi vida, y espero que éste sea el mejor cumpleaños de mi vida… - Sus labios se posaron sobre los  míos dándome un suave beso y yo cerré mis ojos. – Quiero caminar contigo de la mano – decía mientras me daba besos. – Quiero que esto sea un nosotras… y… quiero que me des tiempo para la gente… - La miré. - ¿Para la gente? – me miró – Para poder decírselo. Quiero hacer esto bien… - sonreí como una estúpida, volviéndola a besar. – Eso quiere decir que… ¿Estamos? – dije mordiéndole el labio con la duda y ella me besó mientras asentía. – Eso quiere decir que le pusimos fecha a esto… - Quedó abrazada a mí tras un beso y, apoyándose sobre mi pecho, durmió toda la noche y yo, concilié el sueño de la mejor forma que jamás habría pensado que pasaría de verdad: con ella.

24.04.13