Nada en el día fue bien. Estaba sentado en un banco, tenía tantas ganas de llorar… No podía aguantarme más, estaba super cabreada y cuando era así, me ponía a llorar. No quería hacerlo ante él. Así que me limité a quejarme sobre el comportamiento de los que me hicieron enfadar. No sabía sostener las lágrimas, y menos si me miraba de esa forma, entristecida y preocupado por mí. Nunca me gustó esa sensación. Me sentía observada y doblemente mal. Por hacerle preocuparse y por culpa de los que se ocuparon de enfadarme.
- No puedo más, en serio… ¡Quiero irme de aquí!
+ Vamos, no digas eso… Ya verás como todo irá bien…
- Pero es que… En casa siempre me tienen harta y… pff, no puedo más…
+ Venga, en mi casa es igual, pero no te preocupes, verás que luego llegas y todo será normal…
- Sí, pero estoy… Estoy muy harta…
+ Ven conmigo…
- Ojalá…
Suspiré, mirándolo, con los ojos llorosos, me eché sobre su pecho, esperando recibir un abrazo que me obligase a cerrar los ojos. Así lo hizo, él me abrazó, haciéndome sentir segura, ahora.
+ Te quiero…
Susurró.
- Yo más…
Contesté, esperando no recibir respuesta, puesto que necesitaba ocultar mis lágrimas. Me eché sobre su hombro, mirando a un punto fijo, intentando olvidarme de todo, mientras me salían las lágrimas. Él intentó comenzar a hablar… No quería hacerlo, no podía hablar en ese momento y no quería que se preocupase más por mí… Así que me abalancé con lentitud sobre sus labios y comencé a besarle mientras la lágrima recorría mi mejilla, y un tímido respiro ahogado surgió de la nada. Parecía que no se dio cuenta, así que decidí dejar el tema a un lado y seguir caminando por el parque de su mano, como cada tarde, en los mejores momentos del día.
Att: Aje