Vistas de página en total

Bienvenidos

Quería dar la bienvenida y las gracias, a todos aquellos que visiten mi blog.
Agradecería el comentar alguna entrada, simplemente para saber lo que puedo mejorar.

¡Muchas gracias!
¡Un beso!

sábado, 4 de diciembre de 2010

La vida es cruel (HISTORIA POR MI)

La vida es cruel


Tras tanto tiempo de novios, él decidió declararse, pidiéndole matrimonio…
Día tras día, eran felices, aunque a veces tuviesen peleas, siempre se reconciliaban…
Tras dos años de relación matrimonial, Carla, se quedó embarazada, al los nueve meses, ahí estaba, un precioso bebé, ya eran una familia, todo era perfecto.
Carla y Sergio, llevaban una gran relación, y, siempre dedicaban tiempo libre a cada cosa, aunque a veces a Sergio, no le pareciera bien, que ella estuviese fuera de casa.
A veces Carla se compraba ropa y complementos, con los que salía con sus amigas, todos los domingos, él se oponía a esas ropas, celoso.
Sergio, salía más con sus amigos, y, cuando Sam llegó a cumplir los dos años, él, pasó a solo pasar el tiempo punto en casa. Él se quejaba, porque no quería que Carla saliese, ni se pusiese esos, ‘’trapitos’’, así los llamaba él.
A veces, le gritaba, para que se quedase en casa, con Sam y haciendo las labores… Ella tenía miedo y asentía, no le quería perder… Sus amigas se preocupaban, porque apenas hablaban. Cuando Sam tenía cuatro años, ya Sergio no pasaba tiempo en casa y las amigas de Carla, no sabían nada de ella.
Tardes seguidas, comían en familia, y cuando algo no le gustaba a Sergio, después de que Sam comiese, se levantaba, le cogía del brazo, y la zarandeaba bruscamente… Carla no comprendía cómo había podido llegar a ese punto, tenía miedo, no quería perderle, pero le estaba haciendo daño, oía historias en la televisión… Ya ni podía salir de casa, Sergio cerraba las puertas, y había cambiado la cerradura. Ella se conformaba con un abrazo, y todo perdonado, pero él no estaba dispuesto a parar. Una tarde, se dejó la puerta sin llave, y, Rocío, su amiga, había ido… con miedo, abrió, la miró y ocultó de su rostro una herida que le causó Sergio. –Carla, ¿Estás bien?- Preguntaba Rocío.
Carla no acertó a decir, así que solo se limitó a asentir. Tras minutos de charla, ella le advirtió de que contase con ella, ya que no estaba nunca y le tenía muy preocupada. Carla no se atrevía a decir nada, así que simplemente se despidió de ella. A la vuelta, Sergio vio como Carla cerraba la puerta, ebrio. Corrió hasta abrirla antes de que terminase de cerrarla, tenía furia en su mirada. Él le gritaba, diciendo - ¿Qué le has dicho?- Le agarraba del brazo con fuerza, ella le miraba asustada y tartamudeando respondía: -Na…na...nada, no le he dicho nada- Incrédulo le estampó contra la pared mirándola y apretándole el brazo. – ¡No te creo!- Gritaba, Sam podía oír los golpes, pero no comprendía nada, así que decidió quedarse en su habitación. -¡¿Qué le has dicho, zorra?!- Insultos inundaban sus gritos -¿QUÉ COÑO LE HAS DICHO INÚTIL?- Cada palabra era un derrumbe más para ella, y llorando asustada le contestaba: -No le he dicho nada, ¡Lo juro!, yo no le he dicho nada, no me hagas daño… - Él aún no le creía así que solo gritaba. -¿Ah, sí? ¿No me lo vas a decir?- Su mano alzada mirándola con furia, golpeó con fuerza su mejilla, haciéndola sangrar, mientras gritaba -¡Qué me lo digas, sucia!- Ella lloraba con fuerza, suplicando que parase. Sam estaba en su cuarto, oyendo todo, se abrazaba a su oso, tenía miedo, mucho miedo, quería salir, pero algo le impedía hacerlo, solo estaba tumbado en su cuarto, haciéndose el dormido.
Gritos inundaban aquella casa y el decidió parar, e irse. A su paso, cerró la puerta de un portazo, Carla, se deslizó por la pared hasta quedar sentada, encogida, llena de miedo, llorando. Sam, se levantó, necesitaba ir al servicio, pero al ver a su madre ahí, tubo el impulso de acercarse, y así lo hizo, le miró, ella se secó las lágrimas y sonrió como si nada, palabras balbuceaba torpemente: -¿Qué ha pasado? ¿Y papá?-
Ella, sonriéndole con lágrimas que intentaba ocultar respondió sin apenas voz: -No ha pasado nada cielo, papá ha tenido que ir a trabajar- Sin ganas, se levantó. -¿Dónde ibas? Deberías dormir- A lo que el pequeño Sam, contestó: - Necesitaba ir al baño, no pude dormir con los ruidos- Carla desvió su mirada un momento para reponer fuerzas y mirarle contestando: -Pues vamos al baño y ahora a la camita, ¿Vale?- Sonrió y Sam hizo lo mismo. -¿Me cuentas un cuento?- Carla consiguió recuperar un poco de fuerzas. –Claro, ahora mismo… Ve al baño, voy a la cocina y ahora nos vemos en tu habitación- Sam asintió y se marchó al baño y más tarde se sentó en la cama. Carla se quedó curándose las heridas y cubriéndola con maquillaje para que Sam no lo notase, ya que en el pasillo, con toda la oscuridad no se notaban, pero luego, lo podría notar. Entró en la habitación de Sam y él estaba ahí. El cuento estaba encima de la mesilla de noche, de ahí Carla lo cogió, tras acurrucar a Sam, éste le interrumpió mirándole y preguntando: -Mamá, ¿Papá ya no nos quiere?- A Carla se le rompió el alma escucharlo, se acercó más a él y le acarició el rostro, dudando qué contestar. –Claro que nos quiere, cariño, ¿Por qué no iba a hacerlo?- Suspiró para sí, y sonrió intentando parecer creíble, Sam tras meditarlo, contestó: - Los padres de mis amigos, juegan con ellos, los llevan a sitios y le dan besos a su mamá, ¿Papá de los da a ti?- Ella sonrió y al no poder contestar a tal pregunta, decidió asentir. –Claro que sí cariño, y a ti también te quiere, so…solo que está demasiado tiempo trabajando, para poder comprarte la ropa, y juguetes.- El le miró, sin estar convencido –¡Pero nunca me da si quiera un beso en la frente antes de dormir!- Carla, entristecida por sus palabras, no sabía que contestar así que decidió hacerle un trato. -¿Qué te parecería, si pasamos más tiempo juntos? Así no echaríamos tanto en falta a… pa…papá….- Casi le costó decir todo, y Sam asintió, al poco, empezó a contarle el cuento, hasta que el pequeño calló rendido, ella cerró el libro, se acercó a el, le tapó y, le besó la frente susurrando –Yo te cuidaré, y protegeré aunque me cueste la vida- Salió del cuarto apagando la luz y cerrando la puerta a su paso.
Se quedó en la cocina, llorando, sentada, esperando a que todo acabase, todo era así, Sam, no comprendía nada, y siguió así hasta que pudo comprender algo de la situación.
Año tras año, los insultos, los golpes, se multiplicaban y Carla, seguía conformándose con un ‘’lo siento’’ y, ni tan siquiera eso, solo le bastaba un abrazo cálido… No paraba de llorar y él, siempre iba con sus amigos de copas, volvía ebrio, y cuanto más ebrio volvía, más moratones le hacía, Carla no quería gritar, ya que no quería que Sam se enterase de nada, por que no quería que sufriese, pero una de las noches, discutían en su habitación, Sam tenía miedo, porque sabía que lo que él le decía no era bueno, Sergio le agarraba y Carla luchaba por cubrirse, no quería dañarlo, tenía mucho miedo. La puerta estaba medio cerrada, y Sam, vio parte de la escena, abrazado a su oso, éste, del asombro se calló y, solo acertó a tartamudear. Su madre yacía en el suelo, casi inconsciente, y él tenía el puño lleno de sangre de ella, jadeante lo miró, con furia, casi parecía que se iba a abalanzar hacia él, tartamudeando, hablaba -¿Qué… le… has… he…hecho a mi… madre?- Con lágrimas en los ojos le miraba, Sam sintió ganas de abalanzarse sobre él y no volverlo a ver, con rabia, lo miraba mientras gritaba -¡SUELTA A MI MADRE!- Él tenía solo seis años, pero había aprendido rápido, y no aparentaba esa edad, sabía que lo que hacía no era nada bueno. Tuvo la valentía de acercarse a él, que estaba jadeante y enfrentarse. Sergio no sabía reaccionar, así que pronto, salió corriendo, Sam se acercó a su madre, le cogió de la mano y le miró: -Mamá, ¿Qué te ha hecho?... Mamá… Mamá… por favor… responde… no te mueras…- Sam lloraba, cogido de la mano de su Madre, no sabía que hacer, pero recordó que en el colegio hablaron de un número de urgencias, decidió llamar, corriendo y entre lloros respondió que su madre estaba tendida en el suelo, que no sabía que hacer y estaba asustado. A su madre la reanimaron, aunque nunca supieron qué le pasó, Sam supo cuidar muy bien de ella, y Rocío, su amiga, estaba ahí cada día, para comprobar que todo iba bien y así se recuperase, aunque seguía sin salir a la calle, con el miedo de que Sergio, estuviese allí, esperándola para volver a pegarla… Ella seguía enamorada de él… Así que, mientras que Rocío llevaba a Sam a la escuela, ella intentaba llamarlo, pero nunca lo cogía, pasaron un par de días sin verlo, Rocío se marchó a su casa y Sam estaba dormido. Llamaron a la puerta, era Sergio, ella miró, lo vio, no sabia que hacer, él hablaba con voz ebria –Se que estás ahí, no te escondas… No te voy a hacer nada- Parecía arrepentido, aunque Carla no estaba del todo segura y, casi temblaba un poco, respiraba agitada, no quería que le volviese a pasar, pero quería estar con él, y estaba convencida de que esa vez podría ser la vez en que hubiese cambiado, o… se temía algo peor. Sergio parecía llorar, así que… Carla, entreabrió la puerta y quitó la cadena, él con fuerza abrió la puerta, golpeándole con ésta. Le agarró del brazo, con fuerza, apretando, chocándola contra la pared, mientras decía barbaridades -¿Por qué no me abrías? ¿Es que ya no sabes ni abrir una puerta? ¿Tan inútil eres? ¿Sabes que hago yo con la gente inútil? Las convierto en mi saco de boxeo… - Ebrio, golpeó con el puño su abdomen, más tarde su rostro, dejándola con moratones importantes, cuando estaba tirada en el suelo, patadas le daba, con fuerza, quedó medio muerta en el suelo. Sam visualizaba la escena aterrorizado, y se acercó corriendo a su madre, gritando y llorando impotente, Sergio, miró a Sam con superioridad le agarró del cuello, y comenzó a golpearle, junto a su madre… Ambos quedaron muertos en el lugar…
A la mañana siguiente, Rocío los vio y llamó a una ambulancia, aunque era demasiado tarde… Sergio fue a la cárcel en cadena perpetua. Nadie supo nada de él desde que entró.


Att: Aje

martes, 30 de noviembre de 2010

Camino

Un frío inmenso rozaba mis mejillas,
Una nube hambrienta de luz, sobra cobijaba.
Poco a poco derramaba sobre mí…
Sedienta no se quedaba…

Poco a poco me sentía mejor,
Poco a poco, la tierra del asfalto,
Sentía que me manchaba
Mi mundo, se derrumbaba.

Suspiré, por un mundo mejor
Suspiré, sabia que no estaría yo.
Puede que aquella no fuese la mejor manera
Puede que alguien lamentara la pérdida.

Valor tenía que tener,
Gritar al mundo, y que este se entere.
Tarea difícil, haya donde se encuentre.

Cabalgando sola, con una brújula rota.
Camino por el sendero de tierras movedizas,
Grito al cielo, pero nadie me oye,
Grito al mundo, sin saber qué explicar…

Att: Aje