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sábado, 18 de febrero de 2012

Memorias de Adele, una chica en apuros.

Se fue la luz, parecía que era un momento único, pues me acerqué, sin saber cómo iba a responder a todo, pero lo hice. Cerré los ojos, sabiendo que ella también se estaba acercando. Noté su respiración sobre mi mejilla, olía su pelo desde no muy lejos y podía tocarla, aunque era algo muy precipitado, para ese momento. Sentí de nuevo su respiración, pero ésta vez más cerca de mis labios. Cerré los ojos, aunque no veía nada. Rocé sus labios, pero no sabía que hacer. Ella estaba exactamente en la misma posición que yo. Tenía que dejar que ella me besase, porque yo sola, no podría. Tenía una inmensa necesidad de arrinconarla en la primera pared que viese para poder sentir su cuerpo junto al mío en una fusión en la que jamás se separase de mí… Pero tenía miedo de que algo pudiese pasar. Yo, estaba comprometida y sabíamos que eso no saldría bien para todos. No quise que la luz volviese en ningún momento. Posé una de mis manos en su cintura, deseosa de acercarla, me aparté de sus labios para oler su pelo, tratando de hacer del inmenso deseo, algo menor, pero no sirvió de nada. El deseo subía a cada momento y mis las ganas de sentir sus labios junto a los míos era cada vez mayor. Pasé mis labios con cuidado sobre su cuello, apartando con lentitud su cabello, lo besé lentamente mientras reposaba la otra de mis manos sobre su cintura, acariciándola. –Vámonos de aquí…- Decía ella, parecía morderse el labio. - ¿Dónde iremos? – Dije mientras repasaba la fragancia de su pelo. – A mi casa… - Asentí, y el camino me pareció más largo de lo normal. Caminaba de su lado, sin poder mirarla y sin saber si realmente podría coger su mano. Llegamos y pasó ante mí guiándome. Cerré la puerta a su paso y me dirigí junto a ella a la habitación. Ya dentro de ésta, la miré, volví a cerrar la puerta y me quedé callada. – No sé qué estoy haciendo… - Decía mordiéndose el labio mientras se acercaba. – Esto no está bien – Asentí. – Lo sé…- Dije mientras me agarraba al marco de la puerta viéndola acercarse. – No quiero hacer daño a nadie – Me dijo al oído mientras me mordía el labio y giraba el rostro para sentirla más cerca. – Sé lo que estoy haciendo, y sé que quizás me arrepienta… Pero… Sé que… Hace mucho… - Me mordí el labio con más fuerza para no decir más. –Quiero besarte…- Decía ella mientras se acercaba a mis labios. Cerré los ojos, acaricié con tan solo una mano su cintura y dejé que se acercase mientras entreabría mis labios, jadeante de nerviosismo. Justo a un centímetro de mi rostro se quedó quieta y me miró a los ojos. – Tengo miedo- Decía con voz temblorosa. -¿Qué temes?- Dije mientras miraba sus brillantes ojos, oscurecidos por la pequeña sombra que dejaba caer sus pestañas en éstos. – No quiero ser algo ‘más’ ni ser ‘la otra’ – Contestó. – No lo serás… Eres más importante de lo que pien… - No dejó que terminase y me sorprendió con ese beso tan esperado de hace tanto tiempo. Acaricié su cintura y la mano que tenía libre la llevé a su nuca, acariciándola con lentitud mientras mis labios estaban fundiéndose en su saliva. Sabía que después de eso, lo iba a pasar mal, pero decidí seguir, pues mi corazón me lo mandaba, y mi mente, no quería reaccionar en éste momento. Así que la guié hasta una de las paredes para acercarme y aunque ella se resistía a que yo tuviese el control, me dejó. La seguía besando buscando entre sus labios para poder sentirla, cada vez más cerca. Ninguna de las dos, decíamos nada, pero sí compartíamos algo. Así pasaron las horas, evolucionando a cada momento de la circunstancia. Y aunque sabía que estaba mal, me dejó de importar el mundo, porque quería sentirme dentro de ella. Las sábanas fueron testigos de una pasión oculta por dos adolescentes llenas de fuego. Nada pudo pararnos en el momento, ni hacer que fuese mal. El momento sería descrito como un momento de pasión descontrolada de la que ninguna de las dos, pretendíamos salir. Jamás había sentido tanto placer, ni éxtasis extremo, como el que sentía con ella. Mi vida había cambiado de tal manera en el que todo lo demás, quizás ahora fuese diferente, pero de cualquier forma, sabía que merecería la pena, por tenerla entre mis brazos para amarme.
-Las promesas de amor, siempre me dieron miedo, pero quiero amarte- Dije abrazándola mientras se acostaba sobre mi pecho. – Quiero que este momento sea grabado para la eternidad y nos quedemos fundidas aquí, solas tú y yo. Sería perfecto. – Contestó tras darme un beso. – Moriré en el intento, pero, necesito sentirme tan cerca de ti, como pueda. – Suspiré, sabía que había hecho algo muy malo, pero también sabía que ahora no lo cambiaría por nada del mundo…

jueves, 16 de febrero de 2012

Eres como...

Te conviertes en arena,
Ahora me huyes.
Te conviertes en agua,
Ahora me ahogo.

Te conviertes en vida,
Y yo solo muero.
Te conviertes en sonrisas
Y yo sólo en lágrimas.

Te conviertes en lago
Y ardo en llamas,
Te conviertes en mí
Y yo huyo no más.

Te conviertes en luz
Y yo no puedo ver nada.
Te conviertes en mi sonrisa
Y ya no puedo sonreír.

Te conviertes en oscuridad
Y me choco hasta caer.
Te conviertes en fuego,
Y yo soy agua.

Dices que somos dos gotas de agua,
Que tu y yo no nos vamos a separar
Te digo que mi corazón te pertenece,
Pero mi mente, no para de pensar.

Eres el aire que respiro,
Sin ti, no puedo vivir,
No quiero gritarte,
Pero siento rabia en mi.

No quiero que me odies
Pero me siento mal dentro.
No quiero que te sientas mal
Porque en mi vida, la cosa es así.

No me odies,
Quiéreme.
No me detestes,
Ámame.

No me digas adiós,
Salúdame.
No me preguntes,
Abrázame.

Será la única manera de sentir,
Que una parte de mi
Sigue viva,
Dentro de mi.