Mi mirada enamorada abrumaba a la chica en aquellos dulces
sueños. Chica bajita, pelo medianamente largo, grandes y brillantes ojos
cerrados por el sueño profundo. Acaricié sus dedos con mi mejilla, esperando no
despertarla, pues aquella situación me producía algo de confusión. Tenía ganas
de besarla, pero ¿Por qué? Era tan sólo una amiga sin más… Se veía tan hermosa,
sin trajes elegantes, sin maquillaje, sin preparar y con ese pelo de recién
levantada, con su parte de atrás levantada inpeinable. Creo que me estaba
enamorando. Noté como una pequeña sonrisa salía de la dulzura de su rostro.
Besé su mejilla sin poder aguantar un minuto más. Parecía estar despierta ya.
Lo notó. Abrió sus ojos y se encontró con los míos en aquél leve beso. Me
recosté de su lado mirándola de nuevo. - Buenos días, princesa. – Dije con una
leve sonrisa en mis labios. – Buenos días amor. – Contestó con esa sonrisa de
recién levantada. Rasgó sus ojos con sus manos y miró al techo - ¿Qué hora es?
– Dijo ella. – Como las 12 y media serán – Contesté. - ¿Tan tarde? Tendré que irme a mi casa
corriendo, tus padres se van a dar cuenta y los míos estarán preocupados. – La
miré, alzando una ceja y negué. El día anterior habíamos estado bebiendo un
poco y al parecer dormimos toda la noche juntas abrazadas. – No hace falta que
te vayas, quédate ya hasta la tarde – Dije, antes de que me volviese a reponer
– No te preocupes Adele, he de ir a ducharme. – negué con una sonrisa. – Mis
padres se preguntarán dónde estoy – Le antepuse – No, no te preocupes, hablé
con mis padres, ésta mañana tu madre llamó a casa y mi madre le dijo que
dormiste aquí, que ya después antes de cenar estarías allí para pasar la noche,
que no se preocupase que estuvimos aquí hasta tarde y que no hace falta que te
vayas que te quedes un poco más. – Dije mirándola ella soltó una sonrisa,
acomodándose de nuevo, algo más tranquila. Acaricié con mi dedo índice
suavemente su barbilla y, subiendo sus labios. Ella besó mi dedo. Me tumbé
mirando para ella - ¿Tienes hambre? – Ella negó. – Ven anda, vamos a desayunar
algo pequeña. – Dije mirándola con una leve sonrisa, ella soltó una sonrisa
tímida – Mis padres se fueron a comprar. – Se levantó de repente con una
sonrisa - ¡Vamos! – Reí y ella rió.
Me cogió de la mano tirando de mí hasta bajar las escaleras
a la cocina. Parecía todo un sueño. La casa sola, ella y yo, mi perra fuera,
para no molestar, se estaba bien, ella de mi mano, habiendo dormido con ella.
Sólo faltaba el beso que iniciase la
felicidad de mí, la protagonista de aquél sueño en forma de película. Podía
sentir el ardor de la sangre mis venas al sentir el nerviosismo de tenerla
cerca. Sentía las pulsaciones sobre mi cuello. Ella buscó algo que hacerse y
comió algo sentada en la encimera levemente mientras me miraba con una sonrisa.
El nervio me quitó el hambre, ella me miró y me ofreció, negué a ello. Sólo
quería comer una cosa y no era precisamente un bocadillo ni era a mordiscos.
Tenía ganas de recorrer su cuerpo a besos. Sus piernas al aire parecían
llamarme. Tenía ganas de besarla hasta quedarme sin saliva y luego, recorrer su
cuello, sus pechos y su tripa con besos hasta que llegase al máximo placer que
nunca hubiese experimentado. Me acerqué de forma lenta hasta ella cuando estaba
de espaldas, bebiendo un vaso de agua. La abracé por detrás. Me miró de reojo,
soltó el vaso, echó su cabeza sobre mí mirándome y sonreí. Besé con suavidad el
cambio de su cuello con su hombro. Solté un suave mordisco y pude sentir sus
leves risas. Acaricié su tripa de forma lenta. Quería sentirla cada vez más
cerca. Tenía ganas de probar sus labios, quería aprovechar ese día que mis
padres, mágicamente no estaban en casa. Ella se mordió el labio – Como hagas
eso… - Sonreí, sabía lo que vendría. Seguí haciéndolo mientras notaba sus dedos
enredar mi pelo por detrás tirando suavemente. Dejé una leve marca sobre su
cuello, lo que hizo que, de repente, se diese la vuelta. – Para… - Dijo, con
una leve sonrisa de ‘tengo miedo de mí’. Besé su mejilla con lentitud y pasé a
morder su oreja con suavidad. Ella encogió suavemente el cuello clavando ahora
sus dedos sobre mi espalda. Solté un suave beso y pase de lengua tras sentirla.
Noté cómo mordía su labio. – No te muerdas el labio, princesa… - Murmuré en su
oído con suavidad. Bajé mis manos hasta el bajo de su espalda. Ella soltó una
risa cómplice que me hizo enloquecer tras devolvérmela con un suave pero
intenso y sensual mordisco en mi oreja. Me dejó sin respiración por un segundo,
tratando de controlarme. – ¿Sabes que… Ese es un punto muy débil…? – Mencioné y
ella soltó una risa volviéndolo a hacer. Me dejó con leve respiración, estiré
suavemente mi cuello, clavando suavemente mis dedos sobre su espalda. – Era un
aviso… - Ella me miró de reojo. - ¿ah sí? ¿Para que pare? – Volvió a hacerlo.
Me volvió a dejar en babia. - ¿quieres que pare? – Me echó contra el mostrador
de la cocina mordiéndome la oreja y negué de forma leve y poco redundante.
Llevé mis manos tímidamente hasta su trasero acariciándolo con suavidad.
Aquello iba a dejarme en un estado de calentón brutal, y no sabía si quería
quedarme así o si podría sostenerme mucho más. – Lina… - Murmuré… - Adelee… -
Murmuró de forma sensual en mi oreja, me mordí el labio y apreté su trasero con
suavidad trayéndola a mí. – Como sigas así voy a tener que arrancarte la
camiseta…- Me agarró las manos -Y quizás no precisamente con las manos… - Mordí su cuello y dejé un leve chupetón. Noté
sus dedos apretar sobre los míos. Aquella situación era más morbosa de lo que
podría parecer a ojos de tercera vista. Sus manos recorrieron mi cintura
apretándola suavemente… Empezó a mordisquear mi oreja de nuevo y, dejándome en
un leve estado de éxtasis, paró - ¿qué pasa? – dije – La puerta – agarré mis
manos contra el mostrador e hice como si bebiese del vaso y lo dejase en el fregadero.
Ella se alejó de mí y se echó en la pared. Entraron mis padres. Casi nos cogen.
Estaba un poco roja, mis padres lo notaron, ella se reía a las espaldas de mi
padre y yo los saludé como si nada informándoles de que iríamos al cuarto con
el ordenador. Ellos aceptaron el plan y me fui arriba mientras ella me seguía
por detrás. Me senté en la silla del escritorio y ella me miró. Cerró la
puerta, bajó levemente la persiana y se sentó sobre mí mirándome. - ¿Se te ha
bajado…? – Murmuró de forma sensual de nuevo en mi oído. Cerré mis ojos, todo
lo que se hubiese ido habría vuelto en una milésima de segundo. Asentí
haciéndome la dura. Ella empezó a besar mi cuello de forma lenta y prolongada
pasándose por mi oreja, sin dejarla de un lado. Mis manos vagaron su cuerpo
hasta llegar a su trasero, presionando leve con mis dedos sobre éste. Mordí mi
labio inferior. - ¿Aún no…? – Dijo, refiriéndose a lo que todos sabemos. Negué
haciéndome la dura. Terminó de partir mi
camiseta para abrirla por delante. Comenzó a besar mis pechos mirándome. – Bé…
Bésame… - Tartamudeé. Ella, rozando sus labios con los míos, me miraba a los
ojos con una sonrisa traviesa. Intentaba cazar sus labios pero no podía. –
Bésame si no quieres que te empotre de momento contra el armario y tengas que
hacerlo para no gritar. – Dije en sus labios buscándolos, ella sonrió, parecía
provocarme. Pasó la punta de su lengua por mis labios mirándome. Lamí
suavemente la suya y luego la mordí, chocando así sus labios. La solté, encajé
mis labios con los de Lina. Los besé de forma lenta y prolongada, a la vez que
sensual acariciando su trasero, subiendo las manos por su cintura mientras me
deshacía de su camiseta. Besé sus pechos suavemente al estar frente a mi cara.
Ella se deshizo totalmente de mi camiseta, se dejó hacer acariciando su pelo. -
¿Tendrás cuidado? – Dijo mirándome con ojos tiernos. A pesar de la atracción
sexual que pudiese sentir tan inmensa no iba a dejar que aquello fuese un polvo
sin más. No sólo era físicamente atractiva. Sus ojos me atraían más que sus
pechos o su cuerpo, por muy buena que estuviese. Sus ojos y su sonrisa me eran
suficientes para tener ganas de besarla. Sonreí con dulzura levantándola
suavemente de mí para sentarla en la cama mientras se reliaba en mi cintura con
sus piernas. - ¿Lo dudas, mi princesa? – Dije con voz suave en su oído y ella
sonrió acariciando mi espalda por detrás, se deshizo de mi sujetador. Seguí un
recorrido con mi mano izquierda sobre su espalda para deshacerme ahora del
suyo. Ella sonrió. – Te cuidaré en todo momento siempre, ¿Me entiendes? – Dije,
reposándome sobre ella, ya tumbadas. Ella asintió, cogió mi rostro con sus
manos y me besó con lentitud mientras cerraba mis ojos. Mis pechos rozaban los
suyos y podía sentir su cadera buscar la mía en busca de un leve roce. Favorecí
ese rostro moviendo mi sexo sobre el suyo. Rocé mi lengua con la suya en aquél
tímido beso. Besé sus labios mordiendo su labio inferior. Tiré hacia mí de éste
mientras la miraba, ella sonrió. Besé su cuello con lentitud. Noté como sus
respiraciones iban subiendo cada vez más. Mordisqueé suavemente su cuello con
lentitud dejando rastro de mi saliva por éste hasta llegar a sus pechos,
centrándome en la suavidad de sus pezones con mi lengua, tratándolos con
lentitud notando cómo sus dedos atravesaban mi pelo y sostenía leves jadeos.
Besé su tripa y su pelvis mirándola. Lamí levemente bajo su ombligo. Bajé
suavemente sus pantalones, deshaciéndome de éste de forma fácil, la miré
abriéndola suavemente de piernas mientras besaba el exterior de su sexo. –
Hazlo… - Murmuró, parecía nerviosa, quise relajarla un poco. Besé sus ingles
con suavidad y pasé mi lengua por éstas mientras la miraba. Sentí leves
contracciones en su sexo al hacerlo. Pasé dando besos por sus bragas. Bajé
lentamente éstas notando sus jadeos. Subí el volumen de la música mientras la
miraba. Besé sus labios vaginales exteriores con suavidad mientras la miraba.
Ella miraba al techo agarrando sus manos a las sábanas de mi cama. Abrí
suavemente su sexo mientras masajeaba su vagina con mis dedos. Introducí un
dedo levemente en su sexo y, acto seguido lamí con suavidad su clítoris notando
las contracciones de placer sobre su cadera y ésta moviéndose. Moví mi lengua
sobre éste con suavidad de forma lenta y prolongada. Mientras notaba que su
cintura se iba moviendo levemente y su mano presionaba mi cabeza con deseo de
ir de forma más intensa. Seguí de forma más rápida mientras con dos dedos
comenzaba a masturbarla, haciéndola sentir dentro, sus gemidos casi no podían
ahogarse, cada vez eran más descontrolados, podía notar la tensión en el ambiente. ¿Si entraban
mis padres? Me daba igual, nada me iba a hacer parar, tenía increíbles ganas de
sentirla dentro de mí varias veces. Quería hacerla mía sólo mía durante horas.
No quería ir a ningún lado más que a la cama con ella en ese preciso instante.
Quería escucharla gemir de placer, notando su húmedo sexo sobre mí. Quería que
llegase al más profundo y sentido orgasmo que jamás haya llegado con alguien o
sola, y así sucedió. Ella me miró y me llevo hasta su rostro, besándome con
intensidad. Se recostó sobre mí mientras me miraba con cara de pilla. Su
rodilla rozaba mi sexo, mi labio era mordido por mis dientes de forma suave,
ella pasó su lengua por éstos mirándome y acto seguido empezó a besarlos de
forma lenta, prolongada y sensual, no sé de qué forma, que consiguió hacerme
entrar en un leve jadeo. Sus labios se desviaron tras un suave beso en mi labio
inferior, sobre mi cuello de forma lenta y prolongada. La sensualidad de sus
besos se hacía notar. Comenzó a besar
mis pechos y yo, desenfrenada buscaba la
forma de hacer que empezase ya. Comenzó a besar mi tripa pasando su lengua y
así hizo hasta mi pelvis. Besó bajo mi ombligo y se deshizo de forma rápida de
mi ropa sobrante. Comenzó a besar mi sexo, abriéndome de piernas de forma leve.
No sé qué hizo. Sólo sé que estaba demasiado excitada de tal forma que
cualquier cosa me haría enloquecer. Me llevó al éxtasis, al placer de casi
acabar gritando de no ser por su mano en mi boca.
Subió a besos tras terminar y besó mis labios con suavidad
quedando al lado mía mirándome. Una fina sábana nos cubría. Poco más tarde nos llamó mi madre para comer. Ella se sentó
al lado mía, sus pies chocaban con los míos y las sonrisas eran testigo de todo
aquello. Tras comer, fuimos a mi cuarto de nuevo comencé a besarla hasta la
hora de irse ella, sobre la cama, sin más que hacer que buscar su placer y
encontrar sus besos. Hicimos lo inimaginable, y llegamos a no parar en la
tarde. Al llegar la hora de irse, ella se vistió, yo, me vestí. Informé de que
iría a acompañarla en su casa y me dejaron de aquella forma. Caminé de la mano
por la calle con ella, enlazando mis dedos con los suyos, con ganas de besarla
por cada esquina, en la que si no venía nadie, llevaba contra la pared y robaba
besos sin decir nada más. Mordía su labio y me quedaba sobre sus ojos. Me daba
igual quién pasase sólo quería besarla una tras otra vez y así.
Una vez en la puerta de su casa, me eché en la pared y ella
me miró. Besó mi mejilla e hizo para irse. Cogí su mano, tiré para mí, la puse
delante de mí acercándome su cuerpo y comencé a
besarla de la mejor forma que podría hacerlo con las manos en su trasero
con suavidad. – Me estoy muriendo por no saber cuándo volveré a besarte –
Comenté y ella me miró. – Tengo que confesarte algo… - Dijo seria, mirándome.
La miré de forma seria, se acercó a mi oído. – Mi casa está sola hasta mañana
en la noche… - Sonreí de forma cómplice. - ¿Puedes hacerme compañía…? – Dijo
mordiéndome mi oreja. – Joder… - Murmuré. Cogí el móvil para llamar a mi madre
mientras ella seguía a lo suyo como si nada. Me dio permiso aunque algo
extrañada. El tiempo fue pasando, besos sobre su puerta, en su cocina, en su
sofá, en la mesa del salón, en el pasillo, hasta terminar en su cuarto
enredadas entre las sábanas y la desnudez. Ella sobre mi pecho antes de dormir,
suspiró. – Tengo que confesar algo… - Dije, con miedo. – dime… - Contestó ella,
sin saber muy bien. – Estoy enamorada… - Ella me miró de forma rara, y parecía
tener miedo… - ¿de quién..? – Dijo con tono triste - De ti… - Dije, sonrió y besó sobre mi pecho
de forma cariñosa. – Quiero que éste sea el principio de una historia que no
tenga fin. – Dije mientras la miraba a los ojos, ella me besó, tomándolo como
un sí mientras iba empezando la noche en la que confirmábamos aquella mágica
unión dormidas desnudas bajo un manto de sábanas.
Att: Aje 9-10.08.13