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viernes, 9 de agosto de 2013

Lina y la noche mágica


Mi mirada enamorada abrumaba a la chica en aquellos dulces sueños. Chica bajita, pelo medianamente largo, grandes y brillantes ojos cerrados por el sueño profundo. Acaricié sus dedos con mi mejilla, esperando no despertarla, pues aquella situación me producía algo de confusión. Tenía ganas de besarla, pero ¿Por qué? Era tan sólo una amiga sin más… Se veía tan hermosa, sin trajes elegantes, sin maquillaje, sin preparar y con ese pelo de recién levantada, con su parte de atrás levantada inpeinable. Creo que me estaba enamorando. Noté como una pequeña sonrisa salía de la dulzura de su rostro. Besé su mejilla sin poder aguantar un minuto más. Parecía estar despierta ya. Lo notó. Abrió sus ojos y se encontró con los míos en aquél leve beso. Me recosté de su lado mirándola de nuevo. - Buenos días, princesa. – Dije con una leve sonrisa en mis labios. – Buenos días amor. – Contestó con esa sonrisa de recién levantada. Rasgó sus ojos con sus manos y miró al techo - ¿Qué hora es? – Dijo ella. – Como las 12 y media serán – Contesté.  - ¿Tan tarde? Tendré que irme a mi casa corriendo, tus padres se van a dar cuenta y los míos estarán preocupados. – La miré, alzando una ceja y negué. El día anterior habíamos estado bebiendo un poco y al parecer dormimos toda la noche juntas abrazadas. – No hace falta que te vayas, quédate ya hasta la tarde – Dije, antes de que me volviese a reponer – No te preocupes Adele, he de ir a ducharme. – negué con una sonrisa. – Mis padres se preguntarán dónde estoy – Le antepuse – No, no te preocupes, hablé con mis padres, ésta mañana tu madre llamó a casa y mi madre le dijo que dormiste aquí, que ya después antes de cenar estarías allí para pasar la noche, que no se preocupase que estuvimos aquí hasta tarde y que no hace falta que te vayas que te quedes un poco más. – Dije mirándola ella soltó una sonrisa, acomodándose de nuevo, algo más tranquila. Acaricié con mi dedo índice suavemente su barbilla y, subiendo sus labios. Ella besó mi dedo. Me tumbé mirando para ella - ¿Tienes hambre? – Ella negó. – Ven anda, vamos a desayunar algo pequeña. – Dije mirándola con una leve sonrisa, ella soltó una sonrisa tímida – Mis padres se fueron a comprar. – Se levantó de repente con una sonrisa - ¡Vamos! – Reí y ella rió.
Me cogió de la mano tirando de mí hasta bajar las escaleras a la cocina. Parecía todo un sueño. La casa sola, ella y yo, mi perra fuera, para no molestar, se estaba bien, ella de mi mano, habiendo dormido con ella. Sólo faltaba el  beso que iniciase la felicidad de mí, la protagonista de aquél sueño en forma de película. Podía sentir el ardor de la sangre mis venas al sentir el nerviosismo de tenerla cerca. Sentía las pulsaciones sobre mi cuello. Ella buscó algo que hacerse y comió algo sentada en la encimera levemente mientras me miraba con una sonrisa. El nervio me quitó el hambre, ella me miró y me ofreció, negué a ello. Sólo quería comer una cosa y no era precisamente un bocadillo ni era a mordiscos. Tenía ganas de recorrer su cuerpo a besos. Sus piernas al aire parecían llamarme. Tenía ganas de besarla hasta quedarme sin saliva y luego, recorrer su cuello, sus pechos y su tripa con besos hasta que llegase al máximo placer que nunca hubiese experimentado. Me acerqué de forma lenta hasta ella cuando estaba de espaldas, bebiendo un vaso de agua. La abracé por detrás. Me miró de reojo, soltó el vaso, echó su cabeza sobre mí mirándome y sonreí. Besé con suavidad el cambio de su cuello con su hombro. Solté un suave mordisco y pude sentir sus leves risas. Acaricié su tripa de forma lenta. Quería sentirla cada vez más cerca. Tenía ganas de probar sus labios, quería aprovechar ese día que mis padres, mágicamente no estaban en casa. Ella se mordió el labio – Como hagas eso… - Sonreí, sabía lo que vendría. Seguí haciéndolo mientras notaba sus dedos enredar mi pelo por detrás tirando suavemente. Dejé una leve marca sobre su cuello, lo que hizo que, de repente, se diese la vuelta. – Para… - Dijo, con una leve sonrisa de ‘tengo miedo de mí’. Besé su mejilla con lentitud y pasé a morder su oreja con suavidad. Ella encogió suavemente el cuello clavando ahora sus dedos sobre mi espalda. Solté un suave beso y pase de lengua tras sentirla. Noté cómo mordía su labio. – No te muerdas el labio, princesa… - Murmuré en su oído con suavidad. Bajé mis manos hasta el bajo de su espalda. Ella soltó una risa cómplice que me hizo enloquecer tras devolvérmela con un suave pero intenso y sensual mordisco en mi oreja. Me dejó sin respiración por un segundo, tratando de controlarme. – ¿Sabes que… Ese es un punto muy débil…? – Mencioné y ella soltó una risa volviéndolo a hacer. Me dejó con leve respiración, estiré suavemente mi cuello, clavando suavemente mis dedos sobre su espalda. – Era un aviso… - Ella me miró de reojo. - ¿ah sí? ¿Para que pare? – Volvió a hacerlo. Me volvió a dejar en babia. - ¿quieres que pare? – Me echó contra el mostrador de la cocina mordiéndome la oreja y negué de forma leve y poco redundante. Llevé mis manos tímidamente hasta su trasero acariciándolo con suavidad. Aquello iba a dejarme en un estado de calentón brutal, y no sabía si quería quedarme así o si podría sostenerme mucho más. – Lina… - Murmuré… - Adelee… - Murmuró de forma sensual en mi oreja, me mordí el labio y apreté su trasero con suavidad trayéndola a mí. – Como sigas así voy a tener que arrancarte la camiseta…- Me agarró las manos -Y quizás no precisamente con las manos… -  Mordí su cuello y dejé un leve chupetón. Noté sus dedos apretar sobre los míos. Aquella situación era más morbosa de lo que podría parecer a ojos de tercera vista. Sus manos recorrieron mi cintura apretándola suavemente… Empezó a mordisquear mi oreja de nuevo y, dejándome en un leve estado de éxtasis, paró - ¿qué pasa? – dije – La puerta – agarré mis manos contra el mostrador e hice como si bebiese del vaso y lo dejase en el fregadero. Ella se alejó de mí y se echó en la pared. Entraron mis padres. Casi nos cogen. Estaba un poco roja, mis padres lo notaron, ella se reía a las espaldas de mi padre y yo los saludé como si nada informándoles de que iríamos al cuarto con el ordenador. Ellos aceptaron el plan y me fui arriba mientras ella me seguía por detrás. Me senté en la silla del escritorio y ella me miró. Cerró la puerta, bajó levemente la persiana y se sentó sobre mí mirándome. - ¿Se te ha bajado…? – Murmuró de forma sensual de nuevo en mi oído. Cerré mis ojos, todo lo que se hubiese ido habría vuelto en una milésima de segundo. Asentí haciéndome la dura. Ella empezó a besar mi cuello de forma lenta y prolongada pasándose por mi oreja, sin dejarla de un lado. Mis manos vagaron su cuerpo hasta llegar a su trasero, presionando leve con mis dedos sobre éste. Mordí mi labio inferior. - ¿Aún no…? – Dijo, refiriéndose a lo que todos sabemos. Negué haciéndome la dura. Terminó de partir  mi camiseta para abrirla por delante. Comenzó a besar mis pechos mirándome. – Bé… Bésame… - Tartamudeé. Ella, rozando sus labios con los míos, me miraba a los ojos con una sonrisa traviesa. Intentaba cazar sus labios pero no podía. – Bésame si no quieres que te empotre de momento contra el armario y tengas que hacerlo para no gritar. – Dije en sus labios buscándolos, ella sonrió, parecía provocarme. Pasó la punta de su lengua por mis labios mirándome. Lamí suavemente la suya y luego la mordí, chocando así sus labios. La solté, encajé mis labios con los de Lina. Los besé de forma lenta y prolongada, a la vez que sensual acariciando su trasero, subiendo las manos por su cintura mientras me deshacía de su camiseta. Besé sus pechos suavemente al estar frente a mi cara. Ella se deshizo totalmente de mi camiseta, se dejó hacer acariciando su pelo. - ¿Tendrás cuidado? – Dijo mirándome con ojos tiernos. A pesar de la atracción sexual que pudiese sentir tan inmensa no iba a dejar que aquello fuese un polvo sin más. No sólo era físicamente atractiva. Sus ojos me atraían más que sus pechos o su cuerpo, por muy buena que estuviese. Sus ojos y su sonrisa me eran suficientes para tener ganas de besarla. Sonreí con dulzura levantándola suavemente de mí para sentarla en la cama mientras se reliaba en mi cintura con sus piernas. - ¿Lo dudas, mi princesa? – Dije con voz suave en su oído y ella sonrió acariciando mi espalda por detrás, se deshizo de mi sujetador. Seguí un recorrido con mi mano izquierda sobre su espalda para deshacerme ahora del suyo. Ella sonrió. – Te cuidaré en todo momento siempre, ¿Me entiendes? – Dije, reposándome sobre ella, ya tumbadas. Ella asintió, cogió mi rostro con sus manos y me besó con lentitud mientras cerraba mis ojos. Mis pechos rozaban los suyos y podía sentir su cadera buscar la mía en busca de un leve roce. Favorecí ese rostro moviendo mi sexo sobre el suyo. Rocé mi lengua con la suya en aquél tímido beso. Besé sus labios mordiendo su labio inferior. Tiré hacia mí de éste mientras la miraba, ella sonrió. Besé su cuello con lentitud. Noté como sus respiraciones iban subiendo cada vez más. Mordisqueé suavemente su cuello con lentitud dejando rastro de mi saliva por éste hasta llegar a sus pechos, centrándome en la suavidad de sus pezones con mi lengua, tratándolos con lentitud notando cómo sus dedos atravesaban mi pelo y sostenía leves jadeos. Besé su tripa y su pelvis mirándola. Lamí levemente bajo su ombligo. Bajé suavemente sus pantalones, deshaciéndome de éste de forma fácil, la miré abriéndola suavemente de piernas mientras besaba el exterior de su sexo. – Hazlo… - Murmuró, parecía nerviosa, quise relajarla un poco. Besé sus ingles con suavidad y pasé mi lengua por éstas mientras la miraba. Sentí leves contracciones en su sexo al hacerlo. Pasé dando besos por sus bragas. Bajé lentamente éstas notando sus jadeos. Subí el volumen de la música mientras la miraba. Besé sus labios vaginales exteriores con suavidad mientras la miraba. Ella miraba al techo agarrando sus manos a las sábanas de mi cama. Abrí suavemente su sexo mientras masajeaba su vagina con mis dedos. Introducí un dedo levemente en su sexo y, acto seguido lamí con suavidad su clítoris notando las contracciones de placer sobre su cadera y ésta moviéndose. Moví mi lengua sobre éste con suavidad de forma lenta y prolongada. Mientras notaba que su cintura se iba moviendo levemente y su mano presionaba mi cabeza con deseo de ir de forma más intensa. Seguí de forma más rápida mientras con dos dedos comenzaba a masturbarla, haciéndola sentir dentro, sus gemidos casi no podían ahogarse, cada vez eran más descontrolados, podía  notar la tensión en el ambiente. ¿Si entraban mis padres? Me daba igual, nada me iba a hacer parar, tenía increíbles ganas de sentirla dentro de mí varias veces. Quería hacerla mía sólo mía durante horas. No quería ir a ningún lado más que a la cama con ella en ese preciso instante. Quería escucharla gemir de placer, notando su húmedo sexo sobre mí. Quería que llegase al más profundo y sentido orgasmo que jamás haya llegado con alguien o sola, y así sucedió. Ella me miró y me llevo hasta su rostro, besándome con intensidad. Se recostó sobre mí mientras me miraba con cara de pilla. Su rodilla rozaba mi sexo, mi labio era mordido por mis dientes de forma suave, ella pasó su lengua por éstos mirándome y acto seguido empezó a besarlos de forma lenta, prolongada y sensual, no sé de qué forma, que consiguió hacerme entrar en un leve jadeo. Sus labios se desviaron tras un suave beso en mi labio inferior, sobre mi cuello de forma lenta y prolongada. La sensualidad de sus besos se hacía  notar. Comenzó a besar mis pechos  y yo, desenfrenada buscaba la forma de hacer que empezase ya. Comenzó a besar mi tripa pasando su lengua y así hizo hasta mi pelvis. Besó bajo mi ombligo y se deshizo de forma rápida de mi ropa sobrante. Comenzó a besar mi sexo, abriéndome de piernas de forma leve. No sé qué hizo. Sólo sé que estaba demasiado excitada de tal forma que cualquier cosa me haría enloquecer. Me llevó al éxtasis, al placer de casi acabar gritando de no ser por su mano en mi boca.
Subió a besos tras terminar y besó mis labios con suavidad quedando al lado mía mirándome. Una fina sábana nos cubría. Poco más tarde  nos llamó mi madre para comer. Ella se sentó al lado mía, sus pies chocaban con los míos y las sonrisas eran testigo de todo aquello. Tras comer, fuimos a mi cuarto de nuevo comencé a besarla hasta la hora de irse ella, sobre la cama, sin más que hacer que buscar su placer y encontrar sus besos. Hicimos lo inimaginable, y llegamos a no parar en la tarde. Al llegar la hora de irse, ella se vistió, yo, me vestí. Informé de que iría a acompañarla en su casa y me dejaron de aquella forma. Caminé de la mano por la calle con ella, enlazando mis dedos con los suyos, con ganas de besarla por cada esquina, en la que si no venía nadie, llevaba contra la pared y robaba besos sin decir nada más. Mordía su labio y me quedaba sobre sus ojos. Me daba igual quién pasase sólo quería besarla una tras otra vez y así.
Una vez en la puerta de su casa, me eché en la pared y ella me miró. Besó mi mejilla e hizo para irse. Cogí su mano, tiré para mí, la puse delante de mí acercándome su cuerpo y comencé a  besarla de la mejor forma que podría hacerlo con las manos en su trasero con suavidad. – Me estoy muriendo por no saber cuándo volveré a besarte – Comenté y ella me miró. – Tengo que confesarte algo… - Dijo seria, mirándome. La miré de forma seria, se acercó a mi oído. – Mi casa está sola hasta mañana en la noche… - Sonreí de forma cómplice. - ¿Puedes hacerme compañía…? – Dijo mordiéndome mi oreja. – Joder… - Murmuré. Cogí el móvil para llamar a mi madre mientras ella seguía a lo suyo como si nada. Me dio permiso aunque algo extrañada. El tiempo fue pasando, besos sobre su puerta, en su cocina, en su sofá, en la mesa del salón, en el pasillo, hasta terminar en su cuarto enredadas entre las sábanas y la desnudez. Ella sobre mi pecho antes de dormir, suspiró. – Tengo que confesar algo… - Dije, con miedo. – dime… - Contestó ella, sin saber muy bien. – Estoy enamorada… - Ella me miró de forma rara, y parecía tener miedo… - ¿de quién..? – Dijo con tono triste  - De ti… - Dije, sonrió y besó sobre mi pecho de forma cariñosa. – Quiero que éste sea el principio de una historia que no tenga fin. – Dije mientras la miraba a los ojos, ella me besó, tomándolo como un sí mientras iba empezando la noche en la que confirmábamos aquella mágica unión dormidas desnudas bajo un manto de sábanas.

Att: Aje 9-10.08.13

Lindos sueños



Quisiera levantarme cada mañana,
Rozar tu mejilla con mis dedos,
Y con mis labios de algodón,
Plasmar en tus labios un beso como ladrón.

Déjame entrar en tus sueños,
Déjame besar tu barbilla una vez más.
Déjame recorrer suavemente tu cuello,
Hasta llegar a tu aroma sin llegar a pensar.

Déjame hundirme en tu piel,
En tu espalda, al hacer el amor,
En tus labios ahogar gemidos,
Gemidos de lo que quiero yo.

Déjame despertar contigo tras una noche,
Déjame despertar en cualquier lado,
Me acuerde o no,
Que haya sido la primera.

Espero tu mano sobre la mía,
Juntas al caminar,
Espero que tus labios suspiren,
Contra los míos sin esperar más.


Espero que me mires a los ojos
Y me vuelvas a abrazar,
Que me digas que me quieres,
Hasta quedarme dormida, una vez más.

Espero que despierte,
Al mirar, nadie habrá,
Porque habrá ido a darme una sorpresa,
Para levantarme mejor, una vez más.


9.08.13