No podía parar de mirarla, mis ojos se iban hacia ella, y,
el problema era, que se veía mi chica perfecta. La gente bailaba alrededor y
podía ver su sonrisa entre la gente y distinguir su voz a pesar del sonido de
la gente y de la música. Me acerqué a ella y comencé a seguirle el ritmo, ella,
parecía acercarse. Puse mis manos sobre sus hombros y ella las posó sobre mi
cintura. El mundo se alejaba de nosotros, o… Puede que no, pero no me daba
mucha cuenta de todo. Le miraba sonriendo, no podía apartar la mirada fuera de
esos ojos y… aquellos labios. Quizás era el efecto del alcohol, o sustancias,
pero tenía unas inmensas ganas de besarle, y, no sabía si me podría aguantar.
Me mordí el labio y nuestros cuerpos se acercaron hasta bailar muy de cerca, a
mí me parecía que todo estaba más lento, como una película justo en los mejores
momentos. Yo la miré a los ojos y junté mi frente con la de ella. Me mordí el
labio y cerré levemente mis ojos tratando de controlarme y me quedé quieta.
Llevé mis manos hasta su rostro acariciando sus mejillas con mis dedos, y ella,
quieta, se quedó mirándome, solté una suave sonrisa con la mordida en el labio,
notando aquella mirada, sintiéndome ruborizada, abrí suavemente mis ojos para
poder volver a contemplarla, comprobar si podía aguantar la presión de no poder
besarla. Estaba temblando, di un leve paso, juntando la punta de mis pies con
los suyos sobre el suelo. Acaricié su mejilla llegando a sus labios, los cuales
contemplaba en el intento de no caer sobre sus ojos. Comprobé como con el roce
de mis dedos ella iba mordiendo su labio inferior a lo que solté una leve
sonrisa… - No puedo… - Murmuré, muy bajito y ella me miró a los ojos. Caí sobre
ellos tratando de resistirme. - ¿Qué te pasa…? – Ella me miraba mientras yo,
acariciaba su labio inferior con mi pulgar derecho, dio un suave beso sobre
éste. Sonreí. Negué, ella me miró a los ojos. Necesitaba dar aquél paso, pero
¿Y si la fastidiaba? No podía arriesgarme a perderla. - ¿Qué te pasa…? – La
miré a los ojos mordiéndome el labio, rocé mi nariz con la suya en un leve
movimiento y noté sus labios entreabrir – Con esto… - Murmuré, podía casi notar
su aliento. - ¿Con… con qué…? – Me temblaba el labio inferior, ella parecía
notarlo, la notaba levemente tensa y noté la presión de sus manos sobre mi
cintura, aquella situación estaba pudiendo con mi capacidad de aguante. –
Quiero be… - Me puso su dedo índice sobre mis labios – No digas más… - Ella
acercó sus labios entreabiertos a los míos, con bastante lentitud. Rozó éstos y
yo proseguí a ese roce. Acaricié sus mejillas encajándome con sus labios. Comencé
a besarla con mucha suavidad, queriendo que el tiempo se parase en ese momento
para no volverme a separar de ella. Acaricié su nuca acercándola con suavidad
mientras mi cuerpo y el de ella se iban juntando. Rocé suavemente mi lengua,
pudiendo notar la suya sobre ésta, lo que provocó un leve estremecer en mí.
Mordí con suavidad su labio inferior mientras llevé mi mirada a sus ojos. Ella
me miró, ruborizándose un poco. Solté suavemente su labio y dí un suave beso
sobre éste, pasando a su mejilla y así recorriendo hasta su cuello. Ella
clavaba suavemente sus dedos sobre mi espalda mientras yo proseguía con éstos
mientras bajaba una de mis manos a su cintura, acariciándola. Pegué un suave
mordisco sobre su cuello mientras la miraba de reojo notando el ritmo de su
respiración. La llevé suavemente contra el muro, dejándola caer allí,
olvidándome que alrededor había gente. Ella bajó sus manos hasta mi trasero,
donde apretó suavemente sus dedos a la vez que notaba mis mordiscos sobre su
cuello. Acariciaba su cintura, metiendo la mano suavemente bajo su camiseta,
acariciándole así sobre su piel, pegué un suave lametón en su cuello con la
punta de la lengua y luego un mordisco. Ella buscó con ansia mis labios. La
besé, con intensidad y suavidad, tratando de llevar el beso poco a poco. Pasé
mis manos sobre su tripa, explorándola con suavidad cada parte de ella, ella,
la escondía apretando sus dedos sobre mi trasero. - ¿Vamos al bosque un rato…?
– Le propuse en un murmuro, sobre su oído. Ella asintió. – Allí estaremos más
tranquilas… - Mordí el lóbulo de su oreja tirando suavemente de éste, tras
hablar. Se mordió el labio inferior y solté leves mordiscos en su oreja antes
de guiarla al bosque. Le dí paso y la abracé con suavidad por detrás. Besé cu
cuello lentamente mientras la guiaba caminando. Nos metimos dentro del bosque y
la llevé detrás de un árbol. La reposé sobre éste mientras la miraba
directamente a los ojos. Se mordía el labio y yo, con una sonrisa levanté
suavemente su camiseta, volviendo a su cuello. Ella llevó sus manos a mi
camisa, y desabrochó ésta. Acariciaba mi tripa subiendo sus manos hasta mis
pechos, quedándose sobre éstos mientras yo subía su camiseta, deshaciéndome de
ésta, dejándola sobre una rama del árbol cercana. Acaricié su tripa, mientras, de reojo contemplaba sus pechos.
Llevé mis manos hasta sus manos agarrándolas hasta detrás de ella. La miré
mientras rocé con mis dedos sus brazos y todo el recorrido anterior de sus
pechos, acaricié éstos mientras la miraba a los ojos. Ella agarró con sus manos
mi rostro acariciando mi nuca y yo, con suavidad llevé mis manos a sus pechos,
besando cada uno de éstos mientras los masajeaba con ambas manos. Bajé una
parte de su sujetador para así llegar a su pecho y así con la otra parte, más
adelante. La miré a los ojos mientras besaba uno de sus pechos, notando y
escuchando sus jadeos, solté un leve mordisco sobre uno de sus pezones y ella,
me miró. Bajé mis besos por su vientre, casi arrodillándome ante ella para
besar su pelvis, ella acariciaba mi pelo. Desabroché su pantalón con mucha
suavidad y seguí besando su pelvis pasando levemente la lengua, sus jadeos
aumentaban. Bajé lentamente sus pantalones hasta dejarlos por su rodilla. Besé
el exterior de su sexo con mis manos sobre su cadera. Pasé la lengua sobre su
ropa interior, por la parte de sus labios mayores. Ella agarró mi cabeza,
subiéndome hasta ella, pude notar su excitación por el ritmo de sus besos,
junté mi sexo al de ella, frotándole suavemente mientras vagabundeé con mi mano
sobre su pelvis, sexo y, sobre la ropa interior, labios mayores, pasando así
dos dedos sobre éstos. Desabrochó mis pantalones y yo la miré con picardía en
el beso parándome con suavidad, ella, sobre mis labios me miró algo ruborizada,
pero volvió a besarme con aquella intensidad. Metió la mano en mi pantalón, y
sobre mi ropa interior, acarició mi sexo solté un leve jadeo en sus labios,
quedándome con éstos entreabiertos. Ella presionó sobre mi clítoris. Cerré mis
ojos entreabriendo la boca soltando un leve gemido. Presioné con más intensidad
con mis dedos sobre sus labios mayores. Pasé mi lengua sobre sus labios con
lentitud jadeando leve, notando de nuevo su presión. Ella cogió ésta con sus
labios mientras me miraba con los ojos entreabierto. Bajé suavemente su ropa
interior y metí mi mano bajo ésta acariciando así su sexo, metiendo levemente
un dedo entre sus labios mayores. Noté sus jadeos. Ella llevó las manos hasta
mi trasero, bajo los pantalones, presionando con sus dedos ahí. – Dios… -
Murmuró sobre mis labios, al tenerlos juntos. Presioné un dedo sobre su
clítoris escuchando sus leves gemidos, me acerqué a su oído mordisqueándolo,
soltando leves jadeos a su vez. Acaricié su sexo, notándola cada vez más
lubricada. Pasó el rato y la cosa fue aumentando de color. Mi cuerpo y su
cuerpo comenzaron a comprenderse como uno. Mis ojos con los suyos, inseparables
y suspiros quedaron sueltos en varias bocanadas de aire tras haberlo perdido
por el final de un increíble gemido. Al cabo de la hora, acabamos. Ella colocó
su ropa y yo, coloqué la mía. Me quedé mirándola, apoyada desde el árbol cómo
colocaba su ropa. - ¿Qué…? – Murmuró ella mirándome de forma tímida, se acercó
leve. – Eres… Lo más hermoso que ví desde hace muchísimo tiempo. – Contesté
mirándola, ella se acercó a mí, y con
las manos en mi cadera soltó un suave beso en mi barbilla, reposé mis manos
sobre su cadera mirándola. Rozó con sus labios mi mandíbula y recorrió mi cuello
depositando leves besos. Bajé mis manos a su trasero y ella las subió a mi
nuca. Solté leves jadeos con una sonrisa y ella subió sus besos hasta
depositarlo sobre mis labios comenzando a besarme de forma suave y lenta a la
vez que dándole uso a su lengua de forma intensa. La subí sobre mi cintura mientras la miraba
reposada y ella me miró a los ojos. - ¿Quieres ir allí? – Dije mirándola,
refiriéndome a donde estaría todo el mundo y ella se mordió el labio inferior
antes de contestar. – No quiero… Pero… No es plan de darlos de lado, ¿no? – Contestó,
yo solté una media sonrisa mirándola. Asentí buscando sus labios y, sobre
éstos, murmuré. – Oye… - Ella me miró. – Dime… - Susurró. - ¿Qué pasa si me
entran ganas de besarte allí? – Ella soltó una sonrisa cómplice. – Encontraré
el momento para hacerlo… - Dijo mirándome a los ojos y yo sonreí - ¿Vamos? –
Propuse, ella besó con suavidad mis labios aún sobre mi cintura cogida y
asintió. Me quedé quieta un momento mirándola directamente a los ojos, sin
poder decir nada más, anonadada por la belleza de sus ojos detrás de aquellos
actos.
Fue pasando la noche, mi mano y la suya se encontraban al
caminar y las risas eran acompañantes de nuestras conversaciones, además de la
de nuestros amigos. Su pelo, desordenado y despeinado daba a pensar el acto
sucedido en aquella noche. Casi todos se iban, y sólo quedamos ella y yo.
Sentadas en el banco, fuera de la muchedumbre, la miré directamente a los ojos,
acercándome a su rostro. Besé con suavidad su mejilla. Me moría de ganas por
volver a besar sus labios, pero no iba a dejar que ella lo supiese en aquél
momento, a pesar de su obviedad. - ¿Quieres quedarte en casa? – Le dije, ya
que, a aquellas horas de la mañana, la suya cogía bastante más lejos que la
mía. Ella sonrió, girando levemente su rostro a la vez que rozaba suavemente
mis labios, haciendo que cerrase éstos ante el estúpido intento de resistirme.
Ella jugó con mi labio inferior, a la vez que con mi propia tentación. Se
acercó a mí. Sus piernas se pusieron sobre las mías y se sentó de forma
paralela a mí, encima de éstas, moviendo con suavidad su cintura. Mordió mi
labio inferior mientras me miraba a los ojos. Tiré con suavidad de éste,
deshaciéndome de forma divertida y llevé mis labios hasta su cuello,
directamente. Al notar mi respiración, noté cómo se sonrojaba ligeramente. Besé
su cuello de forma lenta y prolongada notando sus dedos clavarse en mi nuca. –
Sí… Quiero… Pero… ¿Estás segura de que puedo? – Mordí su oreja de forma suave
tirando suave, asintiendo – Claro… - Noté su respiración agitada. Pasé mi lengua
desde su oreja hasta su cuello, comenzando a besos hasta sus labios, los
cuales, a continuación besaría con suavidad. Jugué con su lengua sonriendo con
levedad y ella apretaba mi nuca. – Te quiero – Murmuré, muy bajito. Ella mordió
mi labio mirándome a los ojos. - ¿Qué decías…? – Tiró suave de él soltándolo.
Negué y ella sonrió, se acercó a mi oído y susurró. – Idiota… - Sonreí
besándole de nuevo el cuello. - ¿Vamos? – Propuse y ella asintió, levantándose
poco a poco, llevándome con ella. Una vez en pié, besé con suavidad sus labios,
abrazándola desde atrás, para a continuación, llevarla caminando. Llegamos a mi
casa y entre besos, la llevé hasta la cama, acostándola. Ella comenzó a
desnudarme y nuestros cuerpos quedaron desnudos dando vueltas por la cama entre
gemidos ahogados en el intento de no hacer ruido. Mis labios recorrieron todo
su cuerpo, al igual que los suyos, y, al despertar, la encontré desnuda sobre
mi pecho, con ese rostro que siempre quise ver así. Besé suavemente sus labios,
seguía dormida. Acaricié su pelo con suavidad y volví a besarla con lentitud,
recibiendo su aceptación en forma de beso mientras se colocaba sobre mí. Ella
sostuvo mis manos, aprisionándolas a la cama mientras me miraba a los ojos, a
dos centímetros de mis labios – Buenos días – Sonreí, ella sonrió. – Buenos
días, princesa. – Se mordió el labio, me mordí el labio. – Te amo… - Murmuré
mirándola a los ojos, ella me calló con un beso, murmurando en éstos – Te
quiero- Sonreí como una idiota quedándome quieta, mirándola – Quiero que esto
sea eterno – Susurré sobre sus labios, y ella asintió – Eso significa que… -
Mordió mi labio – tú, yo… Aquí… Ahora… y… - La corté, besándola – Siempre –
Murmuré, volviéndola a besar. A partir de entonces sabía que podría llegar a
ser feliz en tan poco tiempo, aprendí a ser yo misma cuando tenía que serlo y a
mandar lejos el miedo por sonreírle al futuro. Su piel quedó fundida sobre la
mía en intentos de callar gemidos y nuestros miedos, se esfumaron juntos.